Alberto Fabra, presidente de la Generalitat y máximo dirigente del PP en la Comunidad, inaugura este fin de semana en Sevilla -ciudad en la que hoy arranca el congreso que aclamará a Mariano Rajoy tras su gran victoria electoral del 20-N- una etapa en la que tendrá que emplearse a fondo para pasar definitivamente la página del campismo y consolidar su liderazgo al frente de los populares valencianos. No le queda otro camino para hacer frente a una legislatura convulsa, marcada por la grave crisis económica que azota a la Comunidad, el caos financiero de la Generalitat y las investigaciones por corrupción que salpican de norte a sur a los populares valencianos. Fabra inicia así la construcción de "su" PP con el alivio, además, de que, finalmente, ni Francisco Camps ni Ricardo Costa acudirán al cónclave de Sevilla, tal y como anunció ayer la cúpula regional popular. Arranca ahora un proceso para Alberto Fabra que tendrá su continuación en el congreso autonómico que se celebrará en Alicante dentro de dos meses y en la renovación de las tres direcciones provinciales del PP en la Comunidad.

La cita de la capital andaluza tendrá aires de austeridad pero estará cargada de salvas de aplausos, oropel y parabienes después de los exitos electorales del PP en 2011 que le han permitido aumentar más, si cabe, el control que tenía sobre las grandes instituciones de la Comunidad y llegar a La Moncloa. El titular del Consell llega a Sevilla obligado a cubrir la primera etapa de su particular "hoja de ruta". Alberto Fabra tiene marcados en su agenda los objetivos que tiene que cumplir para empezar a construir el poscampismo. Y esa estrategia pasa, en esta primera parada que supone el congreso nacional del PP, por intentar hacerse hueco en la "mesa camilla" de los barones territoriales populares que tienen influencia en Madrid -en círculos populares, precisamente, se aludió ayer a la confirmación de que Fabra visitará a Rajoy en La Moncloa el próximo 28 de febrero como un primer síntoma del éxito de esos movimientos-; y, sobre todo, por la necesidad de colocar peones de su absoluta confianza en Génova.

En los cálculos precongresuales se da por segura la continuidad en la ejecutiva de Esteban González Pons y de Rita Barberá, ahora más apreciada en el entorno de Fabra después de las declaraciones que realizó tras la absolución de Camps en las que descartaba su regreso al Consell. Pero el presidente de la Generalitat necesita colocar a cargos con su sello. Llegó a la Generalitat de prestado en julio, tras la renuncia de Camps, y ahora debe generar su propia dinámica. Y, para eso, tiene que situar en Génova a dirigentes que "laven" la imagen que traslada el PP de la Comunidad en España, marcada por el descontrol en las cuentas públicas; y que estén alejados por completo de la corrupción. En todas las quinielas aparece José Císcar, convertido en hombre de confianza de Fabra como su número dos en el Gobierno y en la imagen del Consell. No repetirá Vicente Rambla ni parece que tampoco Federico Trillo, hasta ahora secretario de Justicia y con destino seguro en la Embajada de Londres. Y lo tiene muy difícil Gerardo Camps, ahora acomodado en el Congreso.

Con el embarullado panorama del PP de la Comunidad, parece muy complicado -al menos esas son las cuentas que hace la cúpula regional popular- repetir la cuota que Francisco Camps -cuyo respaldo era entonces imprescindible para la continuidad de Rajoy- logró en 2008 durante el congreso celebrado en Valencia, con siete representantes, además del propio Camps, en el comité ejecutivo. En aquel momento, ese apoyo del que fuera presidente de la Generalitat era imprescindible para la continuidad de Rajoy. Hoy, después de la victoria en las elecciones generales, las circunstancias son muy distintas. El ahora presidente del Gobierno ya no necesita báculos para sustentarse. Y, además, la herencia del campismo -deuda, Gürtel, Emarsa...- es demasiado pesada de digerir. Con ese escenario, Alberto Fabra cumpliría si transmite en el congreso imagen de unidad y fortaleza -la multitudinaria comida que la amplísima delegación valenciana compartirá mañana en Sevilla tiene ese objetivo- y, al tiempo, logra una cuota aceptable en los órganos de dirección. Sería el mejor salvoconducto para encarar sin dificultad la confección de una dirección regional a la medida de Fabra en el congreso que se celebrará en Alicante.

Y, además, el único elemento que podría distorsionar esa estrategia del presidente de la Generalitat -la aparición de Francisco Camps en el cónclave- parece que se ha desactivado. Con cierto alivio, la dirección regional del PP anunció ayer que ni Camps ni Costa participarán en el congreso de Sevilla "por decisión personal". "Han decidido no ir, si hubieran decidido ir por supuesto que estaríamos encantados", explicó el secretario regional del PP, Antonio Clemente. Después de su absolución en el caso de los trajes de Gürtel, el núcleo duro del campismo no ha hecho sino alimentar las maniobras del exjefe del Consell con una cena el pasado viernes en la provincia y otro acto el martes en Valencia. Su presencia en Sevilla le convertiría en foco de atención. Y Génova, en un congreso diseñado para aclamar a Rajoy y con las andaluzas a la vuelta de la esquina, no se lo podía permitir.

Unas 800 personas con Font de Mora en la mesa del cónclave

El PPCV estará en Sevilla con una delegación de 800 personas, entre los 389 compromisarios -331 de ellos electos-, 100 militantes de NN.GG. y más de 300 invitados. Todos los vuelos, explicaron desde el PP, de Valencia y Alicante con la capital andaluza están copados. Antonio Clemente subrayó que la ponencia de estatutos, coordinada por Alberto Fabra, supondrá "un paso adelante" a la hora de reclamar a los políticos "máxima ejemplaridad, rigor y diligencia". Clemente destacó el nombramiento de Alejandro Font de Mora para la mesa que presidirá el congreso, a propuesta de Fabra.