Aunque no lo parezca, en Alicante el año pasado el Ayuntamiento tramitó 763 licencias de apertura, nuevas tiendas, bares y otros establecimientos que sustituyen a los que van cerrando. Proliferan los bazares chinos, las franquicias y los 24 horas, pero también aparecen nuevos negocios, montados, en algunos casos, con poco dinero y mucha ilusión y que aportan un producto diferente en un intento de atraer clientela. Es el caso de la panadería y pastelería vegana "Tres semillas" ubicada en la avenida de la Constitución. Al frente están Belinda Gálvez y Ramiro Sánchez que montó la pastelería. En su caso, aprovecharon un traspaso de los dueños anteriores y aunque mantiene la actividad, se han especializado en productos veganos. Belinda señala que "ser vegano es una forma de vida aunque antes de abrir hicimos un estudio de mercado para confirmar que puede haber negocio".

Belinda señala que en estos tiempos "sí da miedo abrir, pero yo no tenía trabajo y mi pareja es funcionario, con lo que decidimos arriesgarnos". Llevan abierto un mes y de momento "no se cubren costes, pero nos aproximamos a lo que teníamos pensado", señala, mientras nos muestra algunos de los pasteles y pastas realizados sin productos animales con los que se le hace a uno la boca agua.

A una actividad muy distinta se dedica Ángel Romero que, aunque trabaja en un gran centro comercial, ha optado junto a su mujer por ofertar regalos especiales para los recién nacidos a través de Internet. "Nosotros hacemos tartas de pañales para regalar y de hecho nuestra empresa se llama "Tartapañales". En su caso, el negocio surgió por propia experiencia. "Una tía mía nos regaló cuando nació nuestra hija una tarta de pañales y nos gustó mucho. Nos informamos y vimos que no había mucha competencia". De momento, Ángel y su mujer realizan unas 3 o 4 tartas a la semana cuyo precio oscila entre los 30 euros de las tartas de un piso a los 120 euros su producto estrella, el coche de pañales. "Es un regalo bonito y práctico porque todo el mundo necesita pañales, chupetes, biberones y cosméticos para los bebés que es lo que suelen llevar estas tartas", señala Ángel.

Muchas de las personas que se arriesgan en estos momentos a abrir un negocio lo hacen por necesidad tras haber perdido su trabajo. Es el caso de Tamara Reyes, propietaria de "Embolic", una tienda de complementos y ropa rockera situada en la calle Primo de Rivera. Tamara llevaba 10 años trabajando en la construcción hasta que se quedó en paro "y tuve que buscarme la vida". Cuenta que a ella siempre le gustó un tipo de ropa que no encontraba en Alicante. "Tenía que ir a Madrid, a Bilbao o a Londres para encontrar el tipo de ropa que a mí me gustaba porque es algo especial. Son marcas inglesas, americanas, y aquí no había nada así por lo que al quedarme en paro decidí abrir la tienda". Lleva 11 meses al pie del cañón "y de momento voy aguantando y no me quejo porque viene gente hasta de Valencia y de Murcia a comprar".

También se quedó en paro Jean Christophe Brunel antes de abrir "La cave à Fromage" en General Marvá. Este joven francés de 29 años trabajaba en una tienda de decoración hasta que perdió su empleo por la crisis "y hace 7 meses decidí abrir mi propio negocio porque el paro se acababa y uno no puede quedarse parado". En su caso, aprovechó su origen francés para ofrecer productos de su país, concretamente quesos, patés, dulces, vinos y champagnes tanto para la venta como para degustar en su local. Cuenta que de momento el negocio va "tranquilo". Entre sus clientes hay "tanto gente española como extranjeros que buscan un tipo de productos que aquí en Alicante no es fácil de encontrar ya que todos los quesos vienen de Francia a excepción de dos suizos de mucha calidad".

Por la restauración se ha inclinado igualmente Tito Flores, propietario del "Ongi Etorri", un restaurante vasco ubicado en la calle San Francisco que abrió en octubre pasado. Ingeniero industrial y gran aficionado a la gastronomía, sobre todo la de su tierra, tras quedarse en paro optó por trasladar a Alicante un trozo de su Vitoria natal con su bacalao al pil pil, su tortilla, sus chipirones en su salsa y encebollados o su chuletón, entre otros platos. "Vamos bien, sobre todo los fines de semana, y poco a poco vamos creciendo. Además, vamos a crear una sociedad gastronómica y estamos muy animados", señala el cocinero.

La afición de Charo García hacia el punto, que practica desde los 9 años, la ha llevado a intentar ganarse la vida con el negocio que abrió en diciembre junto a su compañera Bea . "I punt", en calle Castaños, es algo más que una tienda de lanas, ya que, además de vender "lo que no se encuentra en ningún otro sitio" -como agujas circulares, alemanas y todo tipo de lanas- hay un taller para enseñar a las mujeres que quieren hacerse su propia ropa, sus mantas o unas alfombras de cañamazo. Charo cuenta que estaba parada su marido sin trabajo, "con lo que Bea y yo nos lanzamos y la verdad es que estoy encantada", cuenta, mientras enseña a tejer a una de sus clientas. "Hacemos tertulias laneras e intercambiamos experiencias", es fantástico, dice.