No se avecinan días de vino y rosas para el PP de la Comunidad. Todo lo contrario. La exculpación de Francisco Camps en el juicio de los trajes de Gürtel refuerza su posición y le deja, casi tres años después de estallar el caso y apenas seis meses más tarde de su dimisión como presidente de la Generalitat tras la decisión del juez José Flors de procesarle, en disposición de reivindicar su papel en las filas populares. La sentencia, por tanto, aboca, al menos a medio plazo, a una pugna por el control del PP entre Camps y Fabra. Una batalla interna que llega en el peor momento para Alberto Fabra: en medio del grave deterioro y del descontrol financiero que arrastra la Generalitat después de los mandatos de Francisco Camps.

El largo proceso judicial erosionó el elevado estatus político de Camps. Hasta que estalló el caso Gürtel, era el barón territorial más importante del PP y el principal apoyo de Mariano Rajoy. El calvario judicial redujo ese papel a la mínima expresión. Hasta el punto de que Camps abandonó el cargo en julio de 2011 asediado por todos los estamentos sociales y políticos, incluido su propio partido. Siempre, eso sí, mantuvo su inocencia tildando su procesamiento de "injusticia histórica". El extitular de la Generalitat, que aún conserva su escaño en las Cortes y cobra sueldo público como miembro del Consell Jurídic, tiene ahora la oportunidad de sanear su imagen.

Y casi todo el mundo tiene claro en las filas populares que Camps debe ser rehabilitado a sabiendas de que, en estos momentos, el que fuera líder autonómico del PP tiene un pesado lastre: el rechazo social a una gestión en la Generalitat que ha llevado a la Comunidad a un atolladero financiero muy parecido al de Grecia con impagos, falta de liquidez y una inmensa deuda. La cuestión, apenas unas horas después de la sentencia, es cómo afrontar el problema en el que se convierte ahora Camps sin poner en peligro el liderazgo de Alberto Fabra, aún en construcción.

El expresidente de la Generalitat todavía dispone de un inmenso poder en el PP. Fabra sólo ha podido cambiar algunas de las piezas del Consell que diseño Camps en junio. El resto de la herencia permanece casi intacta. Francisco Camps conserva fieles en el núcleo de dirección popular, tiene el control del grupo parlamentario en las Cortes y dispone de peones en Génova. No en vano, en 2006 colocó a Rita Barberá y a sus tres vicepresidentes -entonces Vicente Rambla, Gerardo Camps y Juan Cotino- en el comité ejecutivo nacional del PP. Pero, sobre todo, máxime despúes de salir reforzado con sentencia favorable y dado su escaso "feeling" con Alberto Fabra, Francisco Camps recupera la interlocución directa con el propio Mariano Rajoy.

Aprovechando esa circunstancia, altos cargos populares en la Comunidad, ahora situados en la órbita del actual jefe del Consell, abogan por una intervención del nuevo presidente del Gobierno -ahora con mucho más poder que en 2006 tras su victoria en las elecciones generales del 20-N- para desactivar las ambiciones que pueda tener Camps y sus fieles. Pero también, a medio plazo, para buscarle una salida en una empresa -preferentemente del sector privado- fuera de la Comunidad y que, de esa manera, nadie pueda cuestionar el liderazgo de Fabra, que cuenta con el apoyo de Rajoy para seguir encabezando la Generalitat. No hay vuelta atrás, en este sentido, a la decisión que se tomó en el mes de julio. Cargos próximos a Fabra confían que Camps tomará ese camino y que sabrá dar un paso atrás.

El núcleo duro del campismo, sin embargo, se creció nada más conocer la sentencia que exculpaba al exjefe del Consell. Reclaman una rehabilitación social y política de Francisco Camps. De hecho, durante el juicio, en medio de las crecientes desavenencias por el intento de Fabra de enmendar a la totalidad la gestión de su antecesor, Camps contó con el respaldo de un buen número de diputados autonómicos con Juan Cotino a la cabeza pero, sobre todo, con la presencia de Rita Barberá y Sonia Castedo -pendiente también de lo que ocurra con otra investigación que puede acabar en el TSJ-, alcaldesas de Valencia y Alicante, y Alfonso Rus, líder del PP en Valencia. Anoche, por sms, se convocaban actos de apoyo al exjefe del Consell. El campismo quiere elevar a su líder a los altares, algo que, en estos momentos, los populares no se pueden permitir. Y eso puede acabar avivando la llama de la traca.

La situación de Costa y la comparecencia en el Palau de la Generalitat

La situación de Ricardo Costa es mucho menos compleja. El que fuera número dos del PP en la Comunidad también quiere una rehabilitación política. Pero, en todo caso, se conformaría con una mayor visibilidad en el grupo parlamentario del PP en las Cortes, donde actualmente coordina los debates de Economía. Está, de todas maneras, en peor situación que Camps. De hecho, todavía tiene pendiente la investigación por la supuesta financiación ilegal del PP, otra pieza ligada a la operación Gürtel. ¿Cuál es la hoja de ruta de Fabra en este escenario? Debe nadar y guardar la ropa para no alimentar todavía más las aspiraciones del campismo. Mientras en las redes sociales los cargos más próximos al exjefe del Consell recalcaban la inocencia de su líder, Alberto Fabra ha convocado esta mañana una comparecencia en el Palau de la Generalitat para defender a Camps y acallar a los críticos. No habrá ni comité ejecutivo ni Junta Directiva. P. r. f.