Pese a las nuevas promociones de viviendas que se levantaron en San Antón antes de que estallara la burbuja inmobiliaria, el barrio presenta una imagen cada día más deteriorada, con decenas de solares abandonados y llenos de matojos o suciedad, casas ruinosas con grietas y desconchones, pintadas por todos lados y rincones convertidos en improvisados vertederos. San Antón conmemora este fin de semana sus fiestas del Porrate y atraerá a centenares de personas de otras zonas de Alicante que, a poco que se den una vuelta por sus tradicionales callejuelas empinadas y surcadas de escalinatas, se encontrarán con una imagen desolada impropia de una zona que se encuentra en pleno centro.

Si las calles paralelas a San Vicente como Díaz Moréu y el Pozo, ofrecen una imagen más amable, con muchas de sus casas de una o dos plantas restauradas y con nuevos bloques de viviendas pintadas en tono pastel, las calles transversales que salvan el desnivel hacia la ladera del castillo están en peor estado. En la calle del Peligro, Manuel Lozano anda paseando a su perro. Se lamenta de que el barrio "está dejado de la mano de Dios. Los solares no hay quien los limpie y hay casas que un día se van a venir abajo y no se reparan". Efectivamente, muchas de las viviendas parecen abandonadas pese a que algunas fachadas conservan restos de su viejo lustre, con grecas grabadas enmarcando las ventanas o con restos de los antiguos aleros de los tejados de vigas de madera y ladrillos de barro cocido pintados con flores las de la calle Empecinado. Los matojos, los desconchones y la suciedad, sin embargo, reflejan el abandono de gran parte de estas casas en algunas de las cuales se han tapiado las ventanas para evitar el acceso de indigentes.

San Antón debe ser el paraíso de los grafiteros, o al menos eso parece por la cantidad de pintadas que hay en las fachadas y sobre todo en los muros que rodean los solares a la espera de que alguien vuelva a construir en ellos. María Cantó, una vecina del barrio, señala a este respecto que "a veces vienen del Ayuntamiento y limpian alguna, pero no es muy frecuente". Las pintadas se alternan con los carteles de "se vende", tanto en las viejas casas como en los flamantes edificios que parecen no haber sido ni ocupados aún. De hecho, por ejemplo, en la calle Nueva Alta, hay una vivienda a medio reformar con su acceso lleno de escombros y basura como si la rehabilitación se hubiera paralizado sine díe. Y es que la renovación del barrio iniciada hace una década, con iniciativas del Ayuntamiento y de particulares, se ha quedado a medias con la crisis de la construcción y ni siquiera la apertura al tráfico de Jaime II, prolongando Alfonso el Sabio, ha frenado el deterioro de muchas de las viviendas de la zona en algunas de las cuales residen los vecinos de toda la vida en pésimas condiciones, en casas más parecidas a chabolas que a viviendas del siglo XXI.