La provincia de Alicante despide el año hidrológico con un descenso del 19% en las lluvias. La revelación de la Agencia Estatal de Meteorología podría resultar baladí en una de las zonas de España, junto Murcia y Almería, más castigadas por la pertinaz sequía que se citaba en el No-Do, el noticiario oficial de los cines de la España franquista. Sin embargo, treinta años después de la emisión del último capítulo, las observaciones y cifras del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante alertan de que, tras comprobar la evolución de las lluvias registradas en la provincia en los últimos meses, se puede asegurar, en palabras de su director, Jorge Olcina, que Alicante entra en un nuevo ciclo marcado por la ausencia de lluvias.

El verano fue seco y caluroso, pero septiembre también se cierra, pese a la tormentas anunciadas para ayer sábado, con apenas 10 litros de lluvia por metro cuadrado en la provincia. Un registro paupérrimo para los expertos. El catedrático Jorge Olcina, responsable del Laboratorio de la Universidad, lo tiene claro. "En mi opinión se puede hablar de indicios de un nuevo ciclo seco, aunque de momento no debemos alarmarnos, porque las reservas del Júcar y Segura garantizan el abastecimiento hídrico hasta la próxima primavera".

Recién comenzado el otoño y con el anticiclón de la Azores instalado ya hace más de tres semanas sobre el este peninsular, la única esperanza es que la provincia reciba lluvias durante los dos próximos meses. De no ser así, ya no habrá prácticamente posibilidad de precipitación real hasta la primavera.

Comienza el otoño, la estación donde siempre se espera la gota fría, después de que Alicante haya despedido, además, otro verano marcado por el calor y la falta de precipitaciones. En el municipio de Alicante el pasado agosto se recogieron, por ejemplo, 4,1 litros por metro cuadrado, un 87% menos que la cantidad estimada normal por la Agencia Estatal de Meteorología (31,2 litros). En el conjunto de la Comunidad Valenciana, la cantidad media del trimestre de junio a septiembre fue de 50 litros por metro cuadrado, un 30% menos de lo considerado normal. La provincia de Alicante volvió a ser ejemplo por las diferencias pluviométricas entre las comarcas. Así, mientras en municipios como Almudaina y Agres (El Comtat) se recogieron de media en torno a los 65 litros por metro cuadrado, en el Baix Vinalopó, Elche y Santa Pola no llegaron al litro por metro cuadrado en todo el trimestre. A la falta de lluvias se unieron las altas temperaturas que aceleran el proceso de evaporación del suelo. La temperatura media en la provincia fue de 25,4 grados, cuando la normal hubiera sido de 24. Torrevieja y Pilar de la Horadada alcanzaron los 27 grados de media, casi dos más.

Por otra parte, y quizá lo más grave, es que la llegada del ciclo seco coincide con la paralización de las soluciones al trasvase Júcar-Vinalopó y con nuevas dudas sobre el futuro del Tajo-Segura tras la modificación de la Ley de Aguas.

Medio millón de árboles arrancados en cinco años

Los agricultores de la provincia cuyas explotaciones dependen del agua del trasvase Tajo-Segura han dejado en barbecho en los últimos cinco años el 66% de la superficie de regadío al carecer de caudal de calidad. Los regantes han arrancado 500.000 árboles frutales y, ahora mismo, dudan de que puedan mantener en explotación las diez mil hectáreas en producción. Los datos forman parte de un informe que la Federación Provincial de Comunidades de Regantes trasladó en mayo a la ministra de Medio Rural, Rosa Aguilar, para reclamar garantías del Tajo-Segura, el único aporte de agua asegurado para el campo en los ciclos de sequía como el que ahora se anuncia.

Por otro lado, la posible eliminación de los aportes de agua del río Tajo a la provincia -el fantasma se ha despertado tras las aprobación de la modificación de la Ley de Aguas que da competencias sobre los ríos a varias comunidades autónomas- tendría consecuencias letales, porque significaría la ruina para el 62,18% de la agricultura de regadío, un sector que da a empleo a 51.325 trabajadores. El incumplimiento de las expectativas de caudales llegados a la provincia a través del trasvase desde su puesta en marcha supuso la pérdida de 17.325 hectáreas entre 1998 y 2006, al no contar con agua suficiente y de calidad. Cifra a la que hay que sumar ahora las 20.000 hectáreas que la comunidad de Riegos de Levante tiene un barbecho, el 66% del total de la tierra de cultivo que depende del caudal del Tajo, según los datos aportados por Ángel Urbina.

Las buenas reservas en las cuenca del Segura no alivian la situación, ya que se da la paradoja de que los regantes no pueden acceder a estos caudales porque carecen de derechos administrativos sobre los mismos. F. J. B.