Los mercados han decidido interferir aún más, si cabe, en la campaña electoral. A 48 horas de una cita con las urnas en la que, salvo cataclismo, se producirá un cambio político que encumbrará a Mariano Rajoy a la presidencia del Gobierno, la crisis de la deuda se agravó ayer hasta límites hasta ahora desconocidos para dejar a España contra las cuerdas. La prima de riesgo -la diferencia entre el bono alemán y el precio de la deuda española- se instaló casi en los quinientos puntos básicos para poner al Gobierno en una situación límite. Paises como Irlanda o Portugal, de hecho, fueron "rescatados" cuando el citado indicador llegó a los 530 puntos. A media tarde, la intervención del Banco Central Europeo con la compra de deuda española relajó los mercados. La situación, en todo caso, continúa siendo muy grave justo cuando los partidos abordan la última jornada de campaña para la cita del 20-N.

Las turbulencias en el mercado de deuda cayeron como un jarro de agua fría en las filas los socialistas. Con todos los pronósticos en contra y con una alarmante falta de movilización de su tropa, al PSOE sólo le faltaba que la situación económica, el gran caballo de batalla de estos comicios, colocara a España al borde del abismo a 48 horas de acudir a las urnas. Eso significa, en la práctica, que el debate sobre el escenario financiero -el talón de Aquiles de los socialistas, lastrados por la errática gestión de Zapatero- marcará los últimos mensajes de la carrera electoral. Durante la jornada, el PSOE trató de aferrarse a su gestión de los servicios sociales para intentar movilizar a su electorado. Leire Pajín, Ministra de Sanidad y número uno al Congreso por Alicante, intentó hurgar en el resquicio que abrió Rajoy sobre la viabilidad de la Ley de Dependencia. Pero todo quedó tapado por el avance de la prima de riesgo con los mercados cebándose con la deuda.

El último cartucho de los socialistas pasaba por intentar sembrar la incertidumbre sobre el "programa oculto" del PP y la continuidad de los grandes programas de política social. Es la única manera que tenían para activar a su electorado y tratar de salvar la cara en los comicios del domingo. Pero no han logrado que ese mensaje calara en el corazón de los electores, preocupados, casi en exclusiva, por la creación de empleo y por la marcha de la economía. Al contrario. Expertos consultados por este periódico apuntan que el agravamiento de la crisis de la deuda puede tener un notable efecto sobre el sentido del voto de los indecisos. Los socialistas, precisamente, apelaban al alto número de electores que aún no habían decidido el logo de su papeleta para "alimentar" la esperanza de intentar maquillar el resultado frente a unos sondeos que auguran una amplia ventaja para el PP. Expertos consultados por este periódico apuntaron que, en el caso de la Comunidad, la grave crisis económica puede mover electorado en una horquilla de entre uno y tres puntos. Para los socialistas, un descenso aún mayor del que vaticinan las encuestas les situaría muy por debajo del listón que dejó Joaquín Almunia en las elecciones de 2004. En estos momentos, sin ambages, tanto en la Comunidad como en la provincia de Alicante, en las filas del PSPV son conscientes de que se están jugando quedarse en un suelo histórico. Ya fue así en las autonómicas del 22 de mayo. Y ahora podrían correr la misma suerte en las generales.

En esta campaña que, a diferencia de otras ocasiones, se ha hecho eterna para el PSOE, ni el aparato de Ferraz ni el de los socialistas valencianos se han mostrado capaces de parar la sangría de votos tanto a la izquierda como a la derecha. Los datos que manejan los partidos, de hecho, señalan transferencias de voto en la Comunidad del PSPV hacia el PP pero también hacia Compromís, especialmente, en Valencia y, en menor medida, hacia EU. Esas son las principales vías de fuga de voto que, al menos hasta ahora, los socialistas se han mostrado incapaces de atajar y que, con los mercados azotando, van a tener muy difícil taponar a pocas horas de votar.

Del conflicto del agua a la reivindicación del discurso social

Los socialistas iniciaron la campaña tratando de aprovechar el resquicio que le abrió al PP después de no incluir en su programa electoral ni una sola mención a los trasvases -conducción del Ebro, Tajo-Segura y Júcar-Vinalopó- que cubren ahora o podrían hacerlo en un futuro las necesidades de Alicante. Era la única estrategia que los socialistas de la provincia pusieron encima de la mesa durante la primera semana de campaña frente al discurso económico del PP, centrado en denunciar los cinco millones de parados que Zapatero deja como herencia. No lograron, sin embargo, que las incoherencias del PP afloraran. En las últimas jornadas, sin embargo y máxime a raíz de las dudas de Rajoy sobre la Ley de Dependencia, los socialistas se han centrado en los posibles recortes que aplicará el PP. Esta por ver si surte efecto. P. r. f.