Ni la paz del cementerio ni el dolor de quienes pierden a un ser querido. Los cacos no respetan nada y no pierden la oportunidad de hacer su agosto, aunque sea a costa de los descuidos de quienes van a despedir a sus difuntos. Y es que el cementerio de Alicante ha experimentado en los últimos meses una oleada de robos en el interior del recinto mientras se celebran los entierros.

"La semana pasada vinimos a enterrar a mi suegra y los familiares accedimos con una veintena de coches al cementerio. Dejamos aparcados los vehículos al lado del nicho -a menos de 20 metros- y dejé mi bolso en el asiento delantero para no ir cargada mientras me despedía de ella. Me confié porque, como es lógico, en esos momentos tenía el pensamiento y el sentimiento puestos en otra cosa. Cuando a los 15 minutos volví al coche, el bolso había desaparecido", lamenta una de las víctimas de estos hurtos, quien denuncia que, entre otras cosas, le robaron la insulina, documentación, tarjetas y 700 euros en metálico que acababa de sacar del cajero para algunos gastos del entierro.

Relata que el estupor y la indignación fue en aumento cuando, al hablar con empleados del cementerio, comprobó que se trataba de una práctica habitual. "Se esconden en cualquier sitio y mientras uno vigila, otro desvalija el coche. No se puede consentir. Este lugar está completamente abandonado y falto de seguridad", se queja esta vecina, quien ya ha remitido un escrito dirigido a la alcaldesa para exigir mayor vigilancia y medidas para acabar con la avalancha de hurtos que sufre el camposanto municipal.

Desde el cementerio admiten la oleada de robos y sostienen que, en el ultimo año, los cacos han sustraído en torno a una treintena de bolsos en el interior de las instalaciones. "Lo hacen durante los entierros. Uno hace como que es un familiar más mientras otro roba en los coches. También aprovechan cuando alguna mujer deja el bolso en el suelo mientras está limpiando la tumba o poniendo flores", relatan los trabajadores del camposanto, quienes apuntan que "en las últimas dos semanas se han producido tres casos".

El administrador del cementerio, Santiago López, asegura que todos los trabajadores "estamos más vigilantes", pero los ladrones "están a la que cae y es difícil pillarles".

Aprovechan cualquier descuido de los familiares y se esconden entre las tumbas cuando ven pasar a los agentes de la Policía Local que patrullan por el interior. Para los afectados por los robos, la vigilancia policial es escasa y las patrullas que realizan por el interior del camposanto, demasiado esporádicas. Por su parte, el administrador del cementerio considera que la solución es complicada. "Poner cámaras no serviría de mucho porque el cementerio es muy grande y si los cacos ven a un vigilante se esconden o pasan de largo y no actúan delante de él", sostiene. Por ello, cree que lo mejor es intentar dar con ellos. "Son uno o dos y hay que pillarles", afirma. Por el momento, han colocado algunos carteles advirtiendo a los usuarios de que tengan cuidado con sus bolsos.

Pero los robos van más allá. Desde el cementerio apuntan que los cacos se llevan hasta las flores que dejan los familiares en las tumbas e incluso los marcos y las fotografías. "¿Para qué las querrán, si no son de sus difuntos?", se pregunta un empleado, que a sí mismo se contesta que será por el marco o por la cerámica que las envuelve. En el último año también se han producido numerosos robos de metales y quedan pocas sepulturas que todavía mantengan las barras de hierro. Los trabajadores cuentan que, incluso, ha habido casos de robos dentro de los panteones y hasta dentro de las tumbas para quitarles las joyas a los muertos, aunque no recientemente.

La inseguridad en la zona es tal que hasta los floristas del exterior se han unido para exigir seguridad y ya han mantenido una reunión con responsables municipales. "Nos han robado a todos y varias veces en los últimos años", se queja una de ellas.