Entre 1995 y 2003 Encarna Llinares era concejala del Ayuntamiento de Benidorm, trabajaba como médico y tenía dos niños pequeños. ¿Cómo lo hizo?, se preguntarán. "Como todas las mujeres, poniendo todo de nuestra parte, organizando la casa...y tenía la suerte de tener a mi madre viviendo con nosotros. Ella hacía la comida".

Su marido, propietario de un negocio de restauración, contaba con más tiempo libre y era quien llevaba a los niños al colegio. Ella buscaba huecos en su agenda para hablar, por ejemplo, con los profesores, pero no duda en señalar que "me he perdido la niñez de mis hijos, su día a día, por estar mucho tiempo fuera de casa. Él ha disfrutado más de los críos, pero es un sacrificio que a menudo tiene que hacer la mujer para poder trabajar".

Pese a todo no se siente culpable, "al contrario, dentro de las dificultades me siento una mujer privilegiada porque he hecho lo que me gusta realmente, y he podido compaginar la política, que me apasiona, con mi profesión de médico, y sin diferencias salariales con respecto a mis compañeros".

Para ello, la colaboración de su marido fue esencial, "fui afortunada, pero queda mucho camino por recorrer para llegar a la corresponsabilidad real y efectiva, que no es que el hombre ayude sino compartir realmente". Sus hijos tienen ya 26 y 22 años, y cuidan de su abuela, de 90. El ajetreo familiar se apaciguó, pero el cargo de subdelegada que ostenta desde 2007 le complica ahora la vida "porque es de una gran responsabilidad y me tiene las 24 horas y todo el año pegada a un teléfono".