La vida, con toda su fuerza y empuje, ha pasado sobre ella como un tifón. Con solo 21 años, Tina se escapó del País Vasco hacia Valencia con 5.000 pesetas y un embarazo al que no quería renunciar a pesar de su novio, "del que salí huyendo porque no quería dar la cara, quería que abortara". El dinero le dio para alojarse en una pensión y cuando se le acabó saltó a un colegio de monjas pero como allí no podían tener chicas gestantes la trasladaron a la Casa Cuna Santa Isabel, donde residió cinco meses. El 24 de julio de 1976 alumbró a una niña a quien pusieron María, aunque las religiosas le mintieron y le dijeron que había sido niño.

"No quería, pero en el último momento me convencieron para que lo diera en adopción, me dijeron que qué iba a hacer con él, que no tenía medios, que dónde iba a ir, que acabaría en la calle prostituyéndome..., mi familia no sabía nada, yo no sabía qué hacer, me asusté... y lo di en adopción sin verlo", declara Tina. Treinta y cinco años después, el pasado 5 de septiembre, Tina se encontraba por primera vez, cara a cara, con su hija María, aunque dos meses antes otra vez el ciclón de la vida había intentado vapulearlas con una segunda vuelta de tuerca a través del resultado negativo del análisis de ADN realizado por Genómica que concluía que no tenían parentesco.

Pero el supuesto cientifismo del laboratorio no les hizo perder los estribos. "Había una cosa muy clara -recordó Tina-: que yo había dado a luz en la madrugada del 24 de julio de 1976 en la Casa Cuna Santa Isabel, atendida por el doctor José Viña y que María había nacido el mismo día, en el mismo lugar y con el mismo ginecólogo". Y con la convicción de quien sabe su verdad insistió ante la compañía para quejarse de que aquel resultado no era viable, fiable ni creíble.

La interlocutora de Tina ante el laboratorio era una portavoz de la asociación Anadir que, tras elevar la queja de la mujer, volvió a reiterarle por teléfono que los análisis confirmaban que no había consanguinidad entre ambas.

Tina y María, que se habían encontrado en junio a través de la página de "adoptados" de una red social en la que descubrieron que podían ser madre e hija, no daban crédito a esa segunda negativa.

El 26 de agosto y cuando las dos ya estaban dispuestas a hacerse un nuevo análisis en otro laboratorio, Genómica les traslada un tercer resultado que indica que la consanguinidad entre Tina y María es del 99,8 %, lo que confirma su vínculo materno-filial. "Pero, ¿no me habéis dicho que no éramos madre e hija?", replicó muy enfadada Tina a la gerente del laboratorio. "Con esto no se juega", agregó.

Primer encuentro

Pero por encima de toda la discordia y errores, madre e hija sembraban una gran estela de dicha. Los primeros contactos fueron telefónicos para escucharse la voz y la respiración de la certeza de saber quien era cada una para la otra, y el definitivo, fue el 5 de septiembre, en Valencia, en casa del hijo de Tina, que intervino de mediador entre ambas.

"Fue muy emocionante y muy bonito, yo no hacía más que mirarla, mirarla y mirarla, llevaba 35 años pensando que era un chico y la tenía allí delante y era una chica; y ella, igual, no hacíamos más que mirarnos", recuerda Tina que reconoce su rastro en los labios, manos y nariz de María, que fue adoptada por una familia a la que dijeron que la madre había muerto en el parto. Supo la verdad hace 5 años y en mayo pasado se puso a buscar a su madre biológica.

El encuentro les llevó a descubrir que durante esos 35 años de ausencia, Tina y María, habían vivido a unas calles de distancia. "Vive al lado de mi casa, iba al mismo parque al que yo llevaba a mis hijos, toda la vida he podido estar viéndola sin saber que era la hija que me forzaron a obligaron".

El jueves pasado se vieron y disfrutaron por segunda vez y este sábado, será la tercera con la segunda hija, yerno y nieta de Tina que vienen de Madrid llenos de ganas de conocer a su nueva hermana.

"Que las madres no tengan miedo"

"Quiero animar a las madres que también dieron a sus hijos en adopción en la Casa Cuna Santa Isabel a que no tengan miedo y que lo digan, que sus hijos también las estarán buscando", declaró Tina que hasta hace unos meses no pudo reconocer que había abandonado a su primera hija, que tuvo de soltera. "A saber el sufrimiento de esas madres, lo que estarán pasando..." agrega la mujer que recuerda que en esa casa cuna dieron a luz tres mil mujeres a otros tantos niños. p. g. b.