En la política no basta la palabra, también se "habla" con los gestos, la posición corporal, el vestuario, el corte y el color del cabello. La imagen pública de un presidente del Gobierno representa más de la mitad de su mensaje y ha de ser acorde a los tiempos que a cada mandatario le toca vivir, de ahí que sea habitual que el paso de candidato presidencial a presidente lleve aparejado un notable cambio de "look". Es parte del precio que se tiene que pagar por ser inquilino en la Moncloa.

A excepción de Leopoldo Calvo Sotelo, todos los presidentes de la etapa democrática han experimentado una notable transformación en su apariencia al poco de asumir el cargo. ¿Coquetería?, ¿vanidad? Asesoría de imagen al más alto nivel para lograr la mejor presencia física posible y así reflejar lo que se considere que ha de transmitir al país, y al resto del mundo, aunque esa imagen le aleje, en muchas ocasiones, de su auténtica personalidad.

Le ocurrió a Felipe González, quien nada más llegar a la Moncloa, en 1982, dejó atrás sus característicos trajes de pana, se cortó la melena y la encaneció para ofrecer a los españoles una imagen más burguesa, que era lo que se requería para disipar los recelos existentes en algunas capas de la sociedad por la llegada al poder de un socialista, poco tiempo después de un intento fallido de golpe de estado.

Al popular José María Aznar le sucedió justo lo contrario. Él se dejó crecer el cabello en una pequeña melena, recortó la intensidad de su frondoso bigote y ensayó una sonrisa -imagen que mantiene-, para intentar dulcificar la dureza de sus ojos. Por su parte, Rodríguez Zapatero, pocos meses después de ser investido como presidente, en 2004, aparecía con un corte de pelo diferente, sin raya, y depilaba su seña de identidad facial, sus cejas, a la búsqueda de una prestancia con un toque de modernidad.

¿Qué harán Alfredo Pérez Rubalcaba Rubalcaba o Mariano Rajoy cuándo uno de ellos llegue a la Moncloa? Lo que le digan sus asesores de imagen. El diario Información ha acudido a un prestigioso equipo de expertos, Imagen Inteligente, para conocer qué deben hacer los dos candidatos de cara a ofrecer al país una apariencia consonante con estos tiempos de crisis económica y austeridad. Rafael Hernández, responsable de líneas y volúmenes; Amparo Domínguez Cánovas, responsable de estilismo -ambos cogerentes de Imagen Inteligente, en Elche-; y María A. Sánchez, directora de la unidad de asesoría de imagen del Centro Dermatológico Estético de Alicante han analizado las facciones, gestos y vestuario de los dos candidatos, revelando los puntos fuertes y los débiles a corregir.

En tiempos de crisis económica, un presidente de Gobierno ha de transmitir con su imagen austeridad, naturalidad, seriedad e innovación, según los expertos consultados. Para lograrlo, en primer lugar, tanto Rubalcaba, como Rajoy, deberían recurrir a trajes en tonos azul marino y gris oscuro, colores fríos que resultan ser los más favorecedores para ambos.

La barba es el talón de aquiles en la imagen de ambos candidatos. No es un elemento que agrade a la opinión pública. No hay más que ver el revuelo que se organiza cada vez que el Rey o el Príncipe se dejan barba. El porqué lo explica Amparo Domínguez. "Una barba descuidada asocia una imagen de peligro, de abandono, transmite que ocultas algo, un complejo, un defecto; de ahí que sea imprescindible que se cuide al máximo y se lleve en unas dimensiones perfectas en todo momento". Lo ideal sería que los candidatos prescindieran de la barba, pero visto que les acompaña desde hace décadas parece difícil que puedan hacerlo, por lo que se impone llevarla pulcra y recortada al máximo.

El estudio de Imagen Inteligente sobre el candidato socialista Pérez Rubalcaba considera que éste transmite, a sus 60 años, "naturalidad y una filosofía de izquierdas", tanto en su forma de vestir como en sus gestos. El óvalo de Rubalcaba es incompatible con dejarse el pelo largo en la zona de la nuca. "Si se rapara, le rejuvenecería", sostiene Amparo Domínguez, "pero si se rapara daría una imagen agresiva, que no es adecuada en política", aclara Rafael Hernández, quien opina que el socialista ya está sometiéndose durante la campaña electoral a algunos cambios de imagen. "Últimamente lleva un corte muy acertado, la nuca no demasiado alta, y rebajada. Antes llevaba el pelo más largo en la nuca y eso le empequeñecía".

Rubalcaba se sacaría el máximo partido vistiendo trajes y no chaqueta y pantalón descoordinados, como acostumbra. Su afición por las corbatas de hasta tres colores diferentes, y de rayas, ha de ser descartada en favor de colores sólidos -máximo una combinación de dos- para transmitir seriedad. En el caso del candidato del PSOE, su peor defecto estaría en su posición corporal, cargada de espaldas, que se hace muy visible cuando está de perfil o sentado, según pudieron comprobar los espectadores que siguieron el debate político televisado. "Rubalcaba ha sido deportista de élite, y sigue siendo deportista, puede que tenga algún tipo de desgaste, pero ha de mejorar muchísimo su postura corporal", subraya Hernández. El característico movimiento de manos no resta al candidato del PSOE, sino que le suma. "Transmite tranquilidad".

Los expertos en asesoría de imagen no tienen nada que objetar al vestuario y porte de Rajoy. "Su forma de vestir es impecable, está en consonancia con las ideas que representa", apunta Domínguez. Sin embargo, que el candidato del PP se tiña el cabello resta naturalidad a su imagen, sobre todo por el contraste que ofrece con la barba. Es aquí donde el estudio de Imagen Inteligente aconseja el mayor cambio si el popular se convierte en presidente del Gobierno. "El color del cabello que, en ocasiones adquiere un tono rojizo, le distorsiona la armonía de su rostro. Debería mejorarlo aplicando un tono gris que cubriera al 50% las canas. Así, su imagen resulta más natural", explica el responsable de líneas y volúmenes de la firma, quien también recomienda a Rajoy cambiar el corte de cabello rebajando su volumen superior.

Los profesionales entienden que el modelo de gafas que usa el popular es perfecto para su fisonomía, pero no así el tamaño de los cristales, que -opinan- resulta demasiado pequeño para sus facciones, lo que aumenta el efecto de párpado caído que sufre. Amparo Domínguez, Rafael Hernández y María A. Sánchez coinciden al asegurar que Rajoy ha de esforzarse por "mejorar su sonrisa", algo que, aseguran, puede conseguirse con gimnasia facial. "Tiene que entrenarse en ofrecer al público su mejor sonrisa", concluyen.

A buen seguro que quien acceda a la Moncloa el 20N se someterá a algunos de los cambios, si no a todos, que proponen nuestros expertos, porque los políticos saben lo que vale una buena imagen. Probablemente, fue la británica Margaret Thatcher quien mejor definió la importancia de la misma cuando aseguró, siendo primera ministra del Reino Unido, que "vivimos en la era de la imagen. Una sola toma de una enfermera bonita ayudando a un viejo a salir de una sala dice más que todas las estadísticas sanitarias".

El candidato del PSOE ha de mejorar su postura corporal

Alfredo Pérez Rubalcaba tiende a bajar la cabeza, ofreciendo una imagen encorvada de su espalda. Los expertos de Imagen Inteligente han observado que la imagen que transmite empeora cuando se sienta. La solución pasa por ejercicios correctores que enderecen su postura corporal, algo que los profesionales entienden que no debería suponer problema alguno para una persona como él que ha practicado deporte toda su vida. Usando un programa informático, los profesionales presentan un Rubalcaba más erguido.

El candidato del PP debe dar a su cabello un color más natural

Mariano Rajoy lleva el cabello teñido. Los expertos consultados por este diario entienden que debería dejar a la vista sus canas para lograr un aspecto natural que le resulta más favorecedor. El cambio que supondría esto en la imagen de Rajoy es visible a través de las imágenes facilitadas por el equipo de asesores Imagen Inteligente que han partido del aspecto actual del presidenciable del PP, arriba, en el recuadro con fondo en negro, hasta alcanzar el aspecto que se observa en la imagen adyacente, con un corte de pelo diferente y el pelo cano.