No es fácil rectificar. Los periodistas sabemos mucho de la frustración que provoca equivocarse y del coraje que se necesita para sobreponerse y corregir el error. Hemos criticado, y mucho, al conseller de Educación, José Císcar, en las últimas semanas por el procedimiento de concesión de las becas de comedor. Nos hemos hecho eco de la injusticia que suponía que hijos de personas en paro quedaran sin ayuda, mientras sí la gozaban hijos de familias en buena situación económica. El conseller ha demostrado el sentido común y la sensibilidad que quienes le conocen bien le atribuyen y ha decidido que el próximo curso las becas de comedor y el bono-libro se concedan en función exclusivamente de la situación económica de los solicitantes. Císcar tiene agallas, porque adopta una decisión que no es fácil, que será criticada por familias acomodadas, pero que sí es justa, ya que no es lógico que personas con ingresos medios y altos, cuyos hijos acuden a colegios públicos o concertados, reciban la misma cantidad de dinero para libros que personas que apenas tienen recursos. El dinero público es un bien escaso y los políticos han de repartirlo con cordura. Educación hará lo correcto y pagará los libros a quien de verdad lo necesite.