En Maisonnave sigue habiendo mucho ambiente en horario comercial. Cientos de personas vienen y van; hay gente en las terrazas de sus bares, y clientes, o al menos curiosos, en sus tiendas. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, o al menos oro de primera calidad. A poco que uno se pare, se encuentra desconchones, pintadas, losetas rotas y suciedad que hacen necesario un repaso urgente para devolver el esplendor a la que fue una de las principales arterias comerciales del país y la sexta más cara en el precio de sus alquileres hace seis años.

El volumen de venta de sus tiendas se ha reducido en la actualidad y la calle no es ajena a la epidemia de cierres en el sector. El último ha sido el comercio de electrodomésticos Miró que ahora está con las persianas echadas a la espera de nuevo destino.

Aunque sigue siendo uno de los viales más activos de la ciudad, desde la Asociación de Comerciantes de Maisonnave "se ha notado que ha bajado mucho la animación y hay menos ventas debido a la crisis" tal como ha indicado Ángela Orts, expresidenta de la asociación y miembro de la junta. Algunas de las tiendas de marca que había en esta zona cerraron o se trasladaron como Roberto Verino o Purificación García, para acoger por ejemplo en el último caso, una tienda de telefonía, pese a lo cual Maisonnave sigue llena de comercios, aunque en su mayoría se trata de las mismas franquicias que copan las áreas comerciales de todo el país.

"Lo que ha ocurrido aquí con el tiempo es que el comercio tradicional de Alicante ha ido cerrando o trasladándose a otro sitio para dar paso a las franquicias que son las que más clientela atraen y que pueden pagar los alquileres tan altos de esta parte de la ciudad", ha indicado Ángela Orts, quien considera que "ésta sigue siendo la zona principal del comercio de la ciudad y debería ser la niña mimada de todos los políticos, pero se va deteriorando, sobre todo las arterias de alrededor, muchas de las cuales están abandonadas".

La propia calle necesita un repaso a fondo. Si uno va caminando por ella, más vale no mirar hacia abajo porque el suelo de sus aceras, en algunos tramos, da pena. Como si estuviera afectado por un sarampión gris, está cubierto de centenares de pegotes, se supone que de chicles, que parecen haberse integrado ya en las losetas, algunas, por cierto, resquebrajadas.

"Antes se veían las máquinas de limpieza baldeando con más frecuencia que ahora", señala Orts, "será que como Alicante se ha hecho más grande, los limpiadores se reparten por otras zonas". El firme de la calzada está algo mejor, aunque en las juntas de dilatación hay desconchones, el asfalto está parcheado en algunos tramos e incluyo hay hoyos debido, se supone, al constante paso de los autobuses urbanos. La pintura de los pasos de cebra y la señalización también deja mucho que desear y en algunas zonas ya pide a gritos un repaso, y los bordillos están desgastados y en algún caso rotos, ofreciendo una mala imagen de la calle más transitada de Alicante.

El mobiliario urbano también necesita una limpieza. Los flamantes bancos que flanquean toda la avenida están llenos de pintadas. No se salva ni uno. También hay grafitis en sus dos teléfonos públicos e incluso en alguna fachada, aunque en menor medida que en otras calles de la ciudad. Las farolas y las papeleras, así como las paradas de los autobuses, aprueban el examen ya que todas parecen encontrarse en condiciones. Tampoco se ve mucha basura por el suelo aunque sí proliferan las colillas, sobre todo en las jardineras, lo que no es raro en un vial por el que miles de personas circulan cada día aunque algunos se limiten a mirar escaparates a repartir publicidad o a intentar sacar unos euros gracias a la caridad de los demás.