Ni contigo ni sin ti, tienen mis males remedio. Algo así debieron sentir ayer muchos de los invitados a la toma de posesión de Joaquín Ripoll como presidente del Puerto. Compañeros de partido, que no de corriente, que tuvieron que tragar sapos y culebras, y asistir a un acto multitudinario en el que Ripoll demostró que aún le queda músculo político y poder de convocatoria.

Sentados en primera fila, la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo y los exdirigentes portuarios Miguel Campoy y Mario Flores -estos intercambiaron, incluso, un saludo correcto con el anfitrión- a los que no quedó más remedio que trasladarse hasta la Estación Marítima de Cruceros tras ver como el propio jefe del Consell, Alberto Fabra, "flirteaba" con el ripollismo la jornada anterior, cuando visitó a Ripoll en la sede del PP de Alicante.

Junto a ellos, hasta la toma de posesión también llegaron todos los fieles del expresidente de la Diputación. Discretamente sentados entre empresarios, militares, Guardia Civil y miembros de la comunidad portuaria se pudo ver, entre otros, a Miguel Peralta, Fernando Modrego, María del Carmen Jiménez, Vea Reig, Asunción Prieto, Luis Castillo o, incluso, la exalcaldesa de Villena, Celia Lledó, que se acercó para arropar a Ripoll en su primer día de gloria tras su salida de la Diputación. Su sucesora, Luisa Pastor, no pudo asistir por problemas de agenda.

Más de doscientas personas, entre las que destacó la presencia del presidente de la Audiencia, Vicente Magro, y de empresarios como Joaquín Rocamora, Antonio Arias, Cristina Rodes, Vicente Boluda -presidente de AVE-, Juan Bautista Riera o, entre otros, Ramón Jerez, que siguieron atentamente el discurso de Ripoll, arropado también por la consellera de Infraestructuras, Isabel Bonig y el presidente de Puertos del Estado, Fernando González.

El nuevo responsable de la Autoridad Portuaria apostó por aprovechar las posibilidades del Puerto para "hacer de Alicante una plataforma logística que ayude a potenciar la competitividad de la industria de la provincia". Ripoll no ocultó que el reto es difícil -el Puerto lleva tres años seguidos en pérdidas- pero prometió todo su esfuerzo y dedicación. Todo no será posible, sin embargo, si Alicante queda excluida del Corredor Mediterráneo, infraestructura que reivindicó.