Ingresó en el Hospital General por una operación de rodilla y casi le da un paro cardíaco. Loli Ortiz estaba durmiendo, en la madrugada del miércoles, en una habitación de la planta de Traumatología cuando oyó un ruido junto a su cama y al encender la luz se encontró a un joven junto a la mesilla de noche robándole el teléfono móvil, con cargador incluido. Tras gritar y llamar reiteradamente al timbre de las enfermeras sin que, asegura, nadie acudiese en su ayuda, esta vecina de Alicante, que se encontraba sola en la habitación, tuvo que emplear sus muletas para ahuyentar al caco, quien en su huida soltó el teléfono que había sustraído.

Al día siguiente, el marido de Loli, Ángel Peñalver, puso una queja en el hospital y pidió explicaciones al personal de la planta. Su sorpresa fue mayúscula cuando "no le dieron mucha importancia al incidente", diciendo "que era algo habitual".

Y es que, según han explicado a este periódico trabajadores del hospital, los robos en las habitaciones de los enfermos han aumentado en los últimos meses. "Suben por la escalera de incendios y entran por las puertas que se han quedado abiertas, ya que aunque está prohibido, mucha gente sigue saliendo a fumar", asegura una de las trabajadoras del centro sanitario que suele cubrir los turnos de noche y que pide se preserve su anonimato. Hace pocos días, en la planta en la que trabaja esta sanitaria, "pillamos a un hombre husmeando por las habitaciones y tuvimos que avisar a seguridad". Asegura que también se han llegado a cometer robos de día. "Esto es la selva", señala gráficamente. Y en su intento de apoderarse de lo ajeno, aunque sean las pertenencias de una persona enferma, parece que los cacos tienen un máster en disimulo y picardía. "Se han llegado a poner batas blancas para no levantar sospechas, otros se cuelan en el hospital mientras se permiten las visitas y se quedan escondidos en cualquier rincón hasta que ven el momento oportuno de actuar", señala A. A., también trabajador del Hospital General.

Además, como se ha visto en el caso de Loli Ortiz, actúan en plantas, como la de Traumatología, en las que los pacientes apenas pueden defenderse. Roban a los enfermos pero también a los trabajadores, ya que, según han denunciado desde los sindicatos, en el centro sanitario hace unos días se detuvo a una persona sustrayendo material en los despachos que ocupan en el conocido como "edificio gris".

El personal sanitario asegura que no puede estar vigilando continuamente quién entra y quién sale de las habitaciones y que hay ocasiones en las que tienen miedo y se sienten muy indefensos. "Hace unas noches se coló un toxicómano en pleno mono y se metió a robar en la habitación de una anciana que empezó a chillar. La gente que estaba en ese momento en la planta no se atrevía a enfrentarse a él por lo que pudiera pasar".

Ángel Peñalver también mostraba ayer su preocupación por lo que le hubiera podido ocurrir a su mujer. "Estaba sola en la habitación, imagínate que el ladrón se pone nervioso y le agrede". En la queja que ha presentado ante el hospital también muestra su indignación por la respuesta del personal que esa noche se encontraba en la planta. "Mi mujer salió como pudo al pasillo gritando y pidiendo ayuda y no se le hizo ni caso". Según informaron a Peñalver, "fueron dos las personas que esa noche se colaron en el hospital a robar en las habitaciones".

Desde la dirección del centro sanitario aseguraron ayer que ante el intento de robo denunciado por Loli Ortiz y su marido, "se activó el procedimiento habitual y se avisó al personal de seguridad" para que investigaran y localizaran a los delincuentes.