Boquiabiertos y con los ojos como platos. Así se quedaron ayer los alumnos de varios institutos de la ciudad cuando, durante su primer día de clase, vieron entrar en sus aulas a agentes de la Policía Local acompañados de perros que olfateaban sus mochilas. Iban en busca de droga y, aunque no la encontraron dentro de las aulas, si intervinieron varias piezas de hachís en el entorno de los centros escolares y en el bolsillo de algún estudiante que se disponía a entrar al instituto.

Y es que, la Unidad Canina de la Policía Local -compuesta por seis perros, seis agentes y un oficial- comenzó ayer a rastrear el interior y el exterior de los centros docentes. La intención es que los controles antidroga se realicen a diario, tanto de mañana como de tarde, en colegios e institutos y acompañarlos de charlas para prevenir el consumo de estupefacientes entre los escolares. "Es nuestra tarea prioritaria", asegura el oficial de la unidad, Sergio Melgares.

Ayer, les tocó a cinco institutos: Mare Nostrum, Bahía de Babel, El Pla, Leonardo Da Vinci y Virgen del Remedio. En este último, los perros comenzaron por olfatear a los escolares que se disponían a entrar al centro y los agentes fueron pidiendo la identificación e inspeccionando los bolsillos de quienes consideraban sospechosos. En este caso, no encontraron droga, pero sí lo hicieron posteriormente cuando los agentes caninos rastrearon el perímetro del instituto. Akra, un pastor alemán de dos años, dio la señal a su guía señalando con sus patas un pequeño agujero existente en el muro del instituto. En el interior, había una piedra de hachís -de unos 5 ó 6 gramos de peso y un valor aproximado de 10 euros- que alguien había escondido allí, probablemente al advertir la presencia de los agentes.

"Nos da más seguridad. Ojalá viniesen más a menudo porque en este barrio hay drogas por todos los lados", asegura la madre de uno de los alumnos del IES Virgen del Remedio, Susana A., mientras observa como el perro acaba de encontrar la droga oculta en el muro. En ello coinciden otras madres, como la de otro estudiante del IES El Pla, María del Carmen Sáez, quien considera que "se trata de una medida estupenda de prevención".

Mientras, entre los escolares hay opiniones diversas. "Esto es un colegio, no una cárcel. Si los directores nos quieren dar una charla me parece bien, pero no es necesario que venga la Policía", dice un alumno de 15 años. Por contra, otro de 18 años argumenta que "la medida es buena y evitará que se fumen porros a la entrada o salida del instituto".

Entre los directivos de los centros escolares, también agradó la presencia de la Unidad Canina. "Todas las medidas para evitar el consumo de estupefacientes están bien siempre que se respeten los derechos y libertades, como se está haciendo. Creo que puede ser una medida disuasoria", afirma el vicedirector del IES Leonardo da Vinci, Jorge Mora.

La directora del centro de El Pla, Marina Sanz, también mostró su apoyo a la iniciativa al considerar que el consumo de drogas, sobre todo de hachís y marihuana, entre los adolescentes es un problema frente al que hay que tomar medidas. "Afortunadamente, no son la mayoría, pero si se detectan casos entre los alumnos", relata Sanz, quien apunta que en más de una ocasión ha intervenido droga a los escolares. Como muestra, un botón. Por ello, dirigió a los agentes a su despacho, donde guardaba uno de los porros recientemente requisados y que "Equis" no tardó en encontrar con su privilegiado olfato pese a encontrarse metido en un sobre y dentro de un cajón. Esa fue la única droga que encontraron los agentes en el interior del instituto, pero no en los alrededores.

En una de las verjas de la parte trasera del centro, otro de los canes de la unidad, "Hero", localizó oculto junto en un seto un paquete de chicles en cuyo interior había una china de hachís de unos 5 gramos envuelta en papel de aluminio. Con los pelos de punta, el oficial Melgares dejó patente su sospecha de que fuera el "modus operandi" empleado por algún narcotraficante para pasar la droga a los alumnos.

El problema del consumo de estupefacientes es extensible a otros centros escolares. De hecho, en el entorno del instituto Mare Nostrum también se encontraron dos piezas de hachís de proporciones similares, una en una parada del autobús cercana y otra que los perros localizaron en un alumno fuera del centro.

Las consecuencias varian dependiendo de la cantidad intervenida. Como explican los agentes, si un joven es sorprendido con una pequeña pieza, como las intervenidas ayer, se enfrentaría a una sanción administrativa que puede ir desde los 300 hasta los 3.000 euros, pero en el caso de ser una cantidad mayor o de traficar con las sustancias se trataría de un delito que los agentes pondrían en conocimiento del juzgado o de la Fiscalía de Menores.

"Lo habitual es que se encuentre marihuana y hachís", señala Melgares, quien indica que "el consumo de estas sustancias comienza cada vez más temprano, entre los 12 y los 13 años". De ahí la necesidad de prevenir el consumo y de acompañar los rastreos con charlas en las aulas. "Les hablaremos de los efectos sociales, escolares y para la salud, pero sin utilizar la psicología del miedo. Lo que hay que intentar es que tengan seguridad en sí mismos para decir 'no' a las drogas aunque lo haga a sabiendas de que puede ser rechazado".