­Los ajustes presupuestarios del Gobierno para tratar de reducir el déficit público, y la falta de liquidez que mantiene bloqueadas a gran parte de las empresas, por las dificultades para encontrar financiación, han dejado sin fecha la remodelación de la autovía A-31 que conecta Alicante con Madrid, en concreto el tramo entre la provincia y Atalaya del Cañavate en Cuenca.

Un proyecto para actuar sobre una de la carreteras que soporta una de las mayores intensidades de tráfico de España y que comenzó a tramitarse en 2004, cuando el Gobierno decidió mejorar las condiciones de la denominadas autovías de primera generación. Un conjunto de carreteras de doble calzada que surgieron a finales de los años ochenta producto de la transformación de la antiguas vías nacionales.

El tramo Alicante-Cuenca ha sido conflictivo desde el primer día, debido a que, además de soportar mucho tráfico procedente de Madrid y el centro de España hacia las playas de la provincia, también debe absorber la intensa circulación de vehículos que generan las ciudades del Medio y Alto Vinalopó, tanto en sus comunicaciones internas como en sus conexiones con la costa.

Actuaciones como la construcción de una autovía gratuita Sax-Castalla o la circunvalación de peaje de Alicante no han servido para solucionar los problemas de la A-31. Sólo se ha mejorado el tramo La Roda-Bonete. El Ministerio de Medio Ambiente desbloqueó en junio de 2009 el proyecto para remodelar el tramo alicantino de la autovía a Madrid. En concreto, los 73 kilómetros que separan Alicante de Villena, con la publicación en el BOE de la declaración de impacto ambiental favorable.

La A-31 comienza en Alicante y cruza los municipios de Monforte del Cid, Novelda, Petrer, Elda, Sax y Villena. El proyecto lo debía ejecutar la iniciativa privada mediante el pago por el sistema de peaje en sombra (la adjudicataria construye la autovía y el Estado le abona la tarifa en función del número de vehículos que circulan por ella, pero para los conductores es gratuita) durante 20 años a partir de su inauguración.

Básicamente, se contemplaba la adecuación y reforma del trazado para dotarla de confort y mayor seguridad vial, con una velocidad de proyecto de 100 kilómetros a la hora y una reordenación de los accesos.

Fomento licitó en 2007 por 395 millones de euros la primera fase del proyecto para remodelar la autovía Alicante-Madrid (A-31), que afecta al tramo Alicante-Bonete (Albacete), con una longitud de 111 kilómetros y, junto a la A-7 de Alicante a Murcia, uno de los corredores viarios que más tráfico de vehículos soporta en España a lo largo de todo el año, al constituir uno de los accesos de Madrid y el centro y norte a las playas del Mediterráneo -Comunidad Valenciana, Murcia y Almería-.

Ejecución

El proyecto tenía un plazo de ejecución de 29 meses desde su adjudicación, que se preveía para el primer semestre de 2008, pero que se demoró por la declaración de impacto ambiental. La actuación forma parte de la rehabilitación integral de esta carretera, construida en los 80 en el paquete de autovías de primera generación que se hicieron desdoblando las vías nacionales.

El objetivo era, y es, la remodelación del tramo para ajustarlo a las condiciones técnicas que exige una autovía actual. No se aumenta el número de carriles– ­dos en cada sentido–, centrándose los trabajos en la mejora de los radios de curva, la eliminación de accesos directos y la modificación de varias vías de aceleración y desaceleración.