Y a la tercera semana, Rafael Blasco resucitó por enésima vez. El síndic del grupo popular en las Cortes quedó apeado, el 21 de junio, de un Consell que dio cabida a militantes de la tecnocracia en detrimento de los afiliados a la política. Tras dos años de turbulencias Gürtel, cuando el presidente se acerca al momento definitivo de su viaje judicial, Camps decidió trasladar la trinchera a las Cortes, donde la cúpula del PSPV ya tiene escaño y la izquierda más irreverente (Compromís y EU) se ha consolidado al alza.

Tres semanas después, el jefe del Consell ha introducido un cambio legal para que el portavoz en las Cortes vaya a los plenos del Gobierno sin cartera y sin voto, pero con voz en las reuniones de los viernes. La nueva disposición legal, de sólo dos artículos, permite llevar invitados. En el artículo 1 se estipula que podrán asistir "con voz y sin voto, aquellos cargos públicos que sean convocados por el presidente del Consell". En su artículo 2 se establece que obviamente quienes asistan de forma extraordinaria a la sesión plenaria también deberán "guardar secreto del contenido de las sesiones".