La batalla de la Diputación con la operación de los campistas para provocar el relevo de Joaquín Ripoll puede acabar precipitando al PP de Alicante hacia una escisión, a día de hoy, de consecuencias todavía impredecibles. Afines a Ripoll mantienen conversaciones para preparar su marcha de las filas populares y, a la vuelta del verano, podrían registrar una marca política que tendría como primer reto las próximas elecciones generales. Cargos hasta ahora en la órbita del titular de la institución provincial -que finaliza la próxima semana su mandato- van a intensificar los contactos para armar una nueva estructura en la que, con toda seguridad, se integrarán antiguos dirigentes populares que abandonaron el PP antes de los comicios del pasado 22-M como, entre otros casos, Gema Amor en Benidorm o Domingo Soler en Torrevieja, ambos con un apreciable resultado en esa cita electoral.

El caldo de cultivo que abona el camino de la escisión en el PP se encuentra ya, por tanto, a fuego lento. Otra cosa es cómo acabe llegando a su punto de cocción. El escenario está ya definido. El relevo de Ripoll ha dejado huérfanos de liderazgo y de autoridad a una serie de dirigentes locales y comarcales que, durante los últimos ocho años, habían resistido con éxito a los campistas con la defensa de la autonomía del PP de Alicante frente a Valencia como bandera. Sin Joaquín Ripoll, aseveran, su punto de incomodidad en las filas del PP es evidente. Ni comparten la política de Camps en relación con Alicante ni tampoco avalan su figura. Además, son conscientes de que la dirección provincial del PP, todavía presidida por Ripoll y que hasta aquí controlaban, es ya un órgano sin poder real y que, con el nuevo curso político, puede acabar disuelta para dar paso a una gestora o a un comité dedicado a organizar la campaña de las próximas elecciones generales.

El análisis de fondo apunta a que, en estos momentos y tras el relevo de Ripoll, las voces con autoridad para reivindicar el papel de Alicante en el conjunto de la Comunidad han quedado completamente diluidas. Los nuevos liderazgos que emerjan del cambio de rumbo del PP van a mantener un tono mucho más moderado. La nueva Diputación, poblada de alcaldes de grandes localidades, tendrá un tono institucional y de complacencia frente a Camps. Además, a expensas de lo que ocurra con el recurso judicial que puede modificar el reparto en Elda y retornar un escaño a Mari Carmen Jiménez, en la Diputación apenas se han quedado cuatro "patas negra" del ripollismo -Mónica Lorente, Ximo Ferrando, Enrique Ponsoda y Juan Molina- y con un margen de maniobra limitado Así que, en estos momenos, así lo entienden, es necesaria una fuerza política, al menos inicialmente, de corte provincial que asuma ese discurso. El modelo lo ha marcado Francisco Álvarez-Cascos con su notable éxito en las urnas al frente del Foro en Asturias, una fuerza decisiva en el gobierno autonómico y en muchos municipios.

Aunque, en el caso del nuevo partido que surgiría de las cenizas del ripollismo, la maniobra tendría matices. El proyecto estaría abierto, a modo de plataforma ciudadana, a dirigentes socialistas descontentos con la deriva que ha tomado su partido, en una situación crítica y con la peor cuota de poder electoral de su historia. El nombre de Antonio Fernández Valenzuela, expresidente de la Cámara y muy identificado con la defensa del valor de Alicante como provincia, es uno de los que ha surgido en las conversaciones. Y, además, a medio plazo, el proyecto tendría que extenderse al ámbito autonómico. Atendiendo al vigente sistema electoral valenciano, una fuerza provincial tiene muy complicado disponer de presencia en las Cortes. Con la actual correlación del hemiciclo valenciano, una formación política que disgregara el voto del PP y con un paquete de entre seis y ocho escaños podría convertirse en el árbitro de la escena política en la Comunidad.

La nueva organización, en todo caso, no partiría de cero. Dispondría de un hilo conductor a través de los dirigentes que dejaron el PP antes de los comicios del 22-M y que tienen presencia en localidades como Benidorm, Torrevieja o Castalla, por citar sólo algunos casos. Al núcleo fundacional se podrían sumar afines a Ripoll defenestrados por el campismo, algunos alcaldes y concejales de diferentes localidades. La gran incógnita, aún a día de hoy, es el grado de implicación que podría llegar a tener en esa operación política el propio Joaquín Ripoll.

El papel del todavía mandatario provincial y la caída de Peralta

Una de las grandes incógnitas que se abrirá, sin duda, como consecuencia de los movimientos de los restos del ripollismo para poner en marcha una nueva formación política es el papel que puede desempeñar el propio Joaquín Ripoll en esa operación. No parece dispuesto, al menos en estos momentos, el todavía presidente de la Diputación a sumarse. Aunque, como ya publicó este periódico, su intención es conservar el acta como edil del Ayuntamiento de Alicante, a pesar de que Sonia Castedo le ha dejado, junto a Juan Zaragoza, sin sueldo ni despacho. El futuro dirá. Otro punto de inflexión que avive la revuelta puede ser la elaboración de la candidatura al Congreso de cara a las elecciones generales. La dirección regional del PP prevé el relevo de Miguel Peralta, uno de los ripollistas que queda en Madrid, y sólo se plantea mantener en la lista a Macarena Montesinos. P. r. f.