Después de años de experiencia tras el Teléfono de la Esperanza, el psicólogo Celedonio Bru puede hacer una radiografía a fondo de los principales problemas que acechan a las parejas. Ayer dio algunas claves en la charla "El reto de vivir en pareja", en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés.

¿Por qué discuten las parejas?

Normalmente por problemas de índole doméstica y por falta de comunicación. Pero el trasfondo de todo esto es un problema de personalidad. En lugar de apoyarse, la pareja pasa media vida intentando cambiar al otro.

¿Y cuál es la alternativa a tratar de cambiar al otro?

Hay que aprender conductas nuevas para ser una persona diferente y crear un balance más positivo que negativo. En terapia me gusta decir que si siempre haces lo que siempre has hecho, siempre tendrás los mismos resultados. Hay que resolver los conflictos de una manera afectuosa, porque las parejas tienen que discutir, es algo inevitable. Lo importante es que cuando no discutamos estemos a gusto, porque el amor se acaba cuando te aburres. Lo contrario del amor no es el odio, es el aburrimiento. Cuando te odias aún hay un sentimiento intenso.

Pero dos no discuten si uno no quiere.

Si con tu pareja no discutes es que te has casado con un santo o vives en el autoengaño. Todas las personas son distintas, tienen una manera diferente de ver el mundo, por lo que la discusión es inevitable. Lo que hay que procurar es usar quejas, pero no críticas. No hay que criticar la personalidad, sino la conducta. También hay muchas personas que buscan sistemáticamente la pelea y eso no es bueno. Hay que buscar otra actitud, pero que no sea evasiva. Pensar que dos no discuten si uno no quiere está bien, siempre y cuando no sea una manera de evadirse de los problemas.

Si la discusión es inevitable, ¿cómo pararla a tiempo para que no acabe en una pelea con mayúsculas?

Se puede pelear con cariño y antes de llegar al calentón, por ejemplo, sacarle la lengua a nuestra pareja, hacerle consquillas o contar un chiste. Debemos mantener la amistad íntima con nuestra pareja como cuando éramos novios. Ese enamoramiento que nos llevaba a compartir muchas cosas íntimas y que con el paso de los años ha sido sustituido por los problemas cotidianos.

La llegada de los hijos, ¿es un elemento de distorsión para la pareja?

Sí, cuando nace el primer hijo suele ser una hecatombre para la pareja. Las madres tienen que poner toda la carne en el asador y los padres se sienten desplazados. La época del nacimiento y la adolescencia son los momentos de menor felicidad para la pareja. Aquí es muy importante buscar hueco para la pareja en el día a día, simplemente a través de pequeños detalles cotidianos como una sonrisa, una frase cariñosa. Algo que haga ver que, aunque estén rodeados de problemas, permanecen unidos y pueden hacer frente al mundo.

¿Por qué muchas parejas que llevan años conviviendo se rompen cuando deciden casarse?

Porque la pareja ya estaba rota antes y pensaban que el matrimonio sería una forma de mantenerse unidos. Casarse no es la solución, aunque el compromiso beneficia a la unión de la pareja.