Ocho años después de su llegada a la Generalitat, Francisco Camps se hizo con el único reducto que aún se le resistía. El último feudo que todavía le restaba por conquistar: el PP de Alicante. Camps asestó ayer el golpe definitivo a Joaquín Ripoll -titular de la Diputación durante los dos últimos periodos y presidente de los populares en Alicante- y le impidió optar a un tercer mandato, lo que supone, a la vez, el paso definitivo para hacerse con el mando de la dirección provincial del PP. Génova, finalmente, se lavó las manos y los partidarios de Camps vieron el camino libre. Excluyeron a Ripoll de la Diputación, Sonia Castedo le dejó como concejal raso sin competencias en Alicante, integraron a moderados del ripollismo y todos dan por seguro que, a medio plazo, la cúpula regional del PP nombrará una gestora controlada ya por los afines a Francisco Camps. En pocas semanas, no obstante, será el comité de campaña el que, en la práctica, lleve el "día a día" del partido hasta las generales.

El presidente de la Generalitat y sus partidarios se la tenían jurada a Ripoll que, a lo largo de los últimos ocho años, le había ganado dos congresos provinciales a Camps y había conseguido en 2007 renovar su mandato en la Diputación, a pesar de los intentos de relevarle y de la purga en las candidaturas. Pero el flotador de Ripoll ya no tenía casi aire. Su imputación por cinco graves delitos en la operación Brugal le había limitado de tal manera que tenía demasiados puntos débiles. Y los campistas aprovecharon ese resquicio. Recogieron avales suficientes para impedirle presentar su propia lista a la Diputación y, con el impulso de altos mandatarios de la dirección regional del PP y el visto bueno de Camps, consumaron la exclusión de Ripoll durante la elección de diputados de l'Alacantí que se celebró ayer en la Junta Electoral.

Los campistas controlaron los tiempos a la perfección. Al detalle. Pocos minutos antes de la hora marcada, todos los concejales afines a Camps llegaron al Palacio de Justicia de Benalúa, sede de la Junta Electoral, encabezados por Luisa Pastor, a la que la dirección regional del PP sitúa como una de las principales aspirantes a la Presidencia después de ser ratificada como diputada. Ripoll, que había tratado sin éxito de forzar un aplazamiento, no apareció. Ni tampoco Juan Zaragoza, el único concejal de Alicante que le respaldaba. De los afines al todavía presidente de la Diputación sólo acudió el alcalde de Mutxamel, Sebastián Cañadas, que, en el marco de un acuerdo global, iba a ser incluido en la propuesta de l'Alacantí. Nadie le hizo caso. Cañadas y sus concejales no aplaudieron. Y se marchó con un evidente malestar.

Fuentes cercanas al aún mandatario de la Diputación apuntaron que, durante las últimas 72 horas de frenéticas negociaciones, Ripoll, en último extremo, optó por apartarse de la carrera para facilitar que algunos de sus afines pudieran salvarse y tener escaño en el Palacio Provincial. Estas fuentes aseguran que tenía firmas suficientes para poder presentarse aunque duplicadas lo que hubiera supuesto abrir una batalla jurídica. Pero hubiera sido derrotado igual. Génova le abandonó a su suerte. Y, además, durante los contactos con la dirección regional del PP, la cúpula campista -con Antonio Clemente, José Císcar y Paula Sánchez de León- siempre dejó claro que Ripoll no podía seguir.

Le ofrecieron salidas como el Senado o el Congreso, alternativas que el todavía titular de la Diputación rechazó. Sí medita Ripoll, por contra, la posibilidad de hacerse cargo de la presidencia del Puerto, lo que implicaría la marcha de Miguel Campoy a un puesto de la administración autonómica. Todavía no ha contestado aunque es una opción que tiene encima de la mesa. Con Ripoll liquidado, durante la jornada de ayer y a pocas horas de que se cerrara la elección de diputados, sus seguidores empezaron a explorar vías para un pacto.

Así, con la dirección regional del PP al mando de todas las operaciones y con Mónica Lorente como interlocutora de los populares alicantinos, se inició una negociación comarca por comarca en la que la cúpula autonómica facilitó la presencia de siete dirigentes hasta ahora afines a Ripoll. De momento, sin embargo, el pacto no se han cumplido en el caso de l'Alacantí tras la citada exclusión de Sebastián Cañadas. Valencia, eso sí, puso sus condiciones. Tenían que ser alcaldes o dirigentes con perfil institucional para garantizar la normalidad en la Diputación y apaciguar, de forma definitiva, el PP de Alicante. Era la vía que la cúpula campista tenía que tomar para abortar una posible rebelión y tratar de pacificar el partido.

En ese escenario, la dirección regional del PP puso reparos a nombres como los de la exalcaldesa de Villena, Celia Lledó; el exprimer edil de Alcoy, Jorge Sedano; la hasta ahora vicepresidenta de la Diputación, Mari Carmen Jiménez, que mantiene un duro enfrentamiento con la alcaldesa de Elda, Adela Pedrosa; o María Asunción Prieto, portavoz adjunta del PP en la Diputación. Ninguno, de cumplirse las previsiones, será diputado. Por contra, la dirección regional del PP sí acepta a una buena nómina de alcaldes al mando de la red comarcal del PP en Alicante y a Mónica Lorente, la sucesora natural de Ripoll. Matan dos pájaros de un tiro: suman a los dirigentes que controlaban gran parte de los pequeños municipios, base del poder que tenía el aún presidente de la Diputación; e integran a su posible relevo dentro del partido. Carpetazo definitivo a la guerra interna de los populares.

El equipo del PP en la Diputación, por tanto y de cumplirse los acuerdos, estará formado en l'Alacantí, junto a la citada Luisa Pastor, por Manuel Aracil y Alejandro Morant, alcaldes de Sant Joan d'Alacant y Busot; y Juan Ramón Varó y Mari Carmen de España, ediles de El Campello y Alicante; Ximo Ferrando y Juan Bautista Roselló, alcaldes de Ondara y Benissa, por la Marina Alta; Adela Pedrosa y Pascual Díaz, primeros ediles de Elda y Petrer por el Medio Vinalopó; Juan Molina, alcalde de La Cañada en el Alto Vinalopó; Mónica Lorente, Rafa Vives, alcalde de Daya Vieja, y Joaquín Albadalejo, concejal de Torrevieja en la Vega Baja; en Elche, donde se vota hoy, la propuesta que anoche estaba cerrada la formaban Mercedes Alonso, Miguel Zaragoza, César Augusto Asencio y Federico Berna, alcaldes de Elche, Santa Pola, Crevillent y Albatera, respectivamente; en La M0ntaña, puede que Sedano reúna firmas para presentar una lista, y podría enfrentarse a Guillermo Moratal, alcalde de L'Orxa, o Javier Sendra, de Planes; en la Marina Baixa, serán diputados Enrique Ponsoda, alcalde de Guadalest, y Manuel Pérez Fenoll, otro de los que se perfila, junto a Luisa Pastor, como aspirante a la presidencia.

Un encuentro en el Palacio Provincial para certificar la caída

A última hora de la noche del martes, Joaquín Ripoll era consciente que la negociación no iba por buen camino. Ya sabía que Génova no le indultaría y que la dirección regional del PP le había puesto la proa de forma definitiva. En un encuentro que se celebró en el Palacio Provincial, Ripoll reunió a su comité de dirección y a los coordinadores comarcales. No dijo claramente que renunciaba a sus aspiraciones. Pero lo dejó entrever. Todos los que acudieron a la convocatoria entendieron el mensaje. La etapa de Joaquín Ripoll al frente de la Diputación y su hegemonía al frente del PP en la provincia estaban tocando a su fin. La mayoría de los que participaron en la cita salieron convencidos de que la única vía para intentar salvar los restos del ripollismo era abrir una negociación e intentar aprovechar el empuje que el grupo aún conservaba en algunas comarcas, especialmente en los municipios más pequeños. Y esa fue la línea de negociación que se siguió durante toda la jornada de ayer. Dar cabida en el nuevo equipo del PP en la Diputación a algunos de dirigentes afines al aún presidente de la Diputación. Integrar al ripollismo pero ya sin Joaquín Ripoll. P. r. f.