La alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, tomó ayer posesión de su cargo para los próximos cuatro años en un protocolario acto salpicado por las protestas de más de 300 indignados del movimiento 15-M a los que la Policía impidió acceder a la plaza pública del Ayuntamiento, que fue cerrada a cal y canto con vallas desde primera hora de la mañana -tras desalojar a los manifestantes que pasaron allí la noche con la falsa excusa de que se iba a lanzar una mascletà-, vetando así el acceso a los ciudadanos, a excepción de los invitados al evento y a los medios de comunicación.

Esta medida, que los manifestantes calificaron de "antidemocrática", obligó a los indignados a permanecer detrás de las vallas, en los extremos de la Casa Consistorial, pero no logró acallar sus voces contra la corrupción, que retumbaban en el solemne acto que se celebraba en el Salón Azul de Ayuntamiento. Allí, unos trescientos invitados y autoridades civiles, militares y religiosas presenciaban la constitución de la nueva corporación municipal.

Entre los asistentes, se encontraban los consellers Mario Flores y Gerardo Camps, así como el exalcalde y diputado, Luis Díaz Alperi, quien no perdió detalle del acto, que arrancó a las once de la mañana. El secretario fue llamando, uno por uno, a los 29 concejales que conformarán la corporación (18 del PP, 8 del PSOE, 2 de EU y 1 de UPyD) y, tras configurar la mesa de edad con el edil de mayor edad -el socialista Miguel Ull- y el más joven -el popular Adrián Santos- todos ellos juraron o prometieron su cargo como concejales.

Los ediles del Partido Popular se ciñeron a la fórmula establecida por decreto jurando o prometiendo por su "conciencia y honor cumplir fielmente las obligaciones del cargo" de concejal "con lealtad al Rey, y guardar y hacer guardar la Consitución como norma fundamental del Estado". Desde el PSOE, con Elena Martín a la cabeza, añadieron la coletilla "y velar por una gestión transparente y defender los intereses de los ciudadanos y de la ciudad de Alicante". Desde Esquerra Unida, los dos concejales matizaron que su promesa de lealtad al rey obedecía a un "impertativo legal". Mientras Ángeles Cáceres añadió al texto su promesa de "defender la honradez y la dignidad del Ayuntamiento luchando por los intereses de los ciudadanos", el cabeza de lista de la agrupación, Miguel Ángel Pavón, recalcó que defenderá "a los trabajadores, al valencià, el patrimonio, la memoria histórica y el territorio". Por parte de Unión Progreso y Democracia, su portavoz, Fernando Llopis, se ajustó, al igual que el PP, al texto establecido.

Estas fueron las únicas palabras que dijeron los miembros de la oposición, pues solamente la alcaldesa pronunció un discurso después de practicar las votaciones que, como era de esperar, le otorgaban la Alcaldía por mayoría absoluta. Castedo recibió el bastón de mando y juró su cargo como alcaldesa entre los gritos de los "indignados" que resonaban, esta vez, con mayor fuerza. En ese instante, los dos ediles de Esquerra Unida abandonaron el Salón Azul para sumarse a los manifestantes que permanecían en los extremos de la plaza en señal de protesta por no haberles dejado intervenir y por considerar a Castedo "indigna" de representar a los ciudadanos.

Castedo arrancó los abucheos de quienes protestaban fuera del Ayuntamiento, pero dentro de él fue la que se llevó los aplausos más efusivos. Durante su intervención, en la que no hubo referencias directas a los escándalos de corrupción a los que se encuentra vinculada, se comprometió a gobernar con "honestidad, lealtad y responsabilidad" y aludió a la legitimidad que le han concedido los ciudadanos que la han elegido "libre y democráticamente en las urnas" con una histórica victoria de su partido.

Con sus palabras, la alcaldesa puso fin al acto. Tras él y a preguntas de este diario, Castedo aseguró estar feliz por su investidura porque con ella "se cumple lo que los alicantinos decidieron abrumadoramente" en las urnas. En cuanto a la protesta que había bajo el Ayuntamiento, consideró que "la libertad de expresión en este país es de las pocas libertades que nos quedan, que la aprovechen". Más crítico se mostró Alperi, quien consideró que es un movimiento "que no tiene nada que ver" con el del 15 de Mayo y, pese a que los manifestantes no causaron ningún altercado, los calificó de "reaccionarios y violentos".

Ambiente de protesta

Desde fuera del ayuntamiento los indignados se agolpaban al son del ruído de las cacerolas y gritos en torno a las vallas colocadas para acotar el paso a la plaza. A un lado del perímetro vallado se ubicó un grupo de indignados. Una pancarta con el lema "No solo de engaños vive el hombre" abanderaba la protesta. Al otro lado de la plaza, el grupo era mayor. En este frente de indignados la pancarta presidencial emulaba el eslogan del PP para las elecciones autonómicas. En ella podía leerse lo siguiente: "15-M: centrados en ti". Otros lemas que pululaban sobre las cabezas de los manifestantes fueron "En esta Democracia quien más manda más estafa", "La Democracia está en este lado" o "No más políticos corruptos", además de carteles de Ron Brugal -en referencia al nombre de la operación policial que ha destapado supuestas irregularidades en el negocio de las basuras de la Vega Baja o en el Plan General de Alicante- y de carteles de cine con la película "Los intocables" en la que los protagonistas eran Francisco Correa, El Bigotes, Camps y Ricardo Costa.

Una veintena de agentes de la Policía Local y Nacional rodearon la plaza y la parte trasera del ayuntamiento, junto a media docena de voluntarios de Protección Civil.

Los gritos de protesta fueron variando. "No hay pan para tanto chorizo", "Manos arriba esto es un atraco" o "Castedo a Fontcalent" fueron frases repetidas y coreadas. Algunos de los indignados iban disfrazados de Sonia Castedo, a quien quisieron representar colocándose pelucas rubias. Maletines negros con dinero falso, flores y máscaras del film "V de Vendetta" fueron otros de los elementos que los manifestantes sumaron a su particular protesta. También pudieron escucharse gritos de "caraduras" por el cercado de la plaza, uno de los hechos que más caldeó los ánimos entre los indignados.

Los momentos de mayor tensión se vivieron con la llegada del exalcalde, Luis Díaz Alperi, a quien increparon bajo los gritos de "corrupto". Asimismo, la aparición del presidente de la Diputación, José Joaquín Ripoll, acompañado de Juan Zaragoza, desató a los presentes, que se dejaron la garganta para seguir repitiendo "corrupto, corrupto, no nos representas". La salida de Ripoll del Consistorio le resultó todavía más molesta, ya que decenas de protestantes le siguieron hasta la Rambla con pitidos, gritos de "corrupto" y un baile de billetes falsos sobre su cabeza. "Dejadlo que hable, dejadlo a ver que dice ahora", dijo uno de los asistentes al pararse el Presidente a esperar un coche y mientras la multitud empezaba a gritar "eso, que hable, que hable". La llegada del vehículo "salvó" a Ripoll de un incómodo momento al que se enfrentó solo, como así decidió abandonar el Consistorio. La avalancha de indignados que le persiguió mientras le increpaban forzó su custodia policial, aunque no hubo ningún tipo de intervención.

El resto de implicados en Brugal -Alperi y Castedo- salieron por la puerta de atrás al acabar el acto. Sin embargo, un grupo de indignados consiguió rodear al exalcalde en una de las callejuelas del Casco Antiguo cuando éste iba a subirse al coche que le recogía. Por su parte, la alcaldesa no se prodigó por los exteriores del Ayuntamiento. Otros ediles que optaron por salir por la puerta de atrás fueron Juan Seva y Asunción Sánchez Zaplana.