Autor de varios libros sobre el mundo árabe y el islamismo, Javier Valenzuela cree que gracias a las revoluciones en los distintos países "nada volverá a ser igual" en la ribera sur del Mediterráneo, donde miles de personas "han perdido el miedo" a salir a la calle y a luchar por la libertad y la democracia. "El genio ha salido de la lámpara y nunca volverá", afirma.

¿Cómo valora lo que está sucediendo en el mundo árabe?

Debemos prepararnos para un fenómeno que va a durar años, que acaba de cerrar su primer capítulo pero vendrán más y al final del proceso surgirá un mundo árabe nuevo, más o menos democrático y bastante más próximo a Occidente en valores y formas de vida. Asistimos a un movimiento histórico comparable a la lucha por la independencia de Estados Unidos, a la revolución francesa,a la caída del Muro de Berlín o de las dictaduras del cono Sur. Habrá momentos de avance y retroceso, de reacción y contrarrevolución pero el mundo árabe ha cambiado y será mucho más libre.

Túnez y Egipto van hacia un proceso democrático. Sin embargo, en Libia y Siria no se avanza...

Desde el principio me mostré partidario de la intervención de la OTAN en Libia a favor de los rebeldes y en contra del tirano Gadafi pero se le han puesto tantas condiciones por parte de Naciones Unidas que es una actuación con las manos atadas. Estas acciones deben ser más rápidas, decididas y enérgicas porque así no hay manera. En Siria se está produciendo una matanza espantosa de civiles, con más de mil fallecidos. Allí el ejército no es como en Túnez o Egipto, son mercenarios que disparan con armas de guerra contra los manifestantes, con fusiles y cañones de tanques. La comunidad internacional debería ser mucho más enérgica y severa contra la familia Assad, y realizar una intervención militar aunque ahora es complicado. Habría que acelerar las cosas en Libia para que cayera Gadafi, lo que enviaría un mensaje clarísimo: lo siguiente sería la batalla de Damasco.

¿Cómo valora la situación de Yemen?

Estamos inmersos en un proceso histórico irreversible que afectará a más países pero no es descartable que al final Yemen quede sumido en el caos al estilo de Somalia. Es una sociedad tribal que carece de las claves que encendieron la chispa de esta revolución, encabezada por la juventud urbana en Túnez, Egipto o Siria, conectada a la redes sociales de internet y a la televisión por satélite, que reclama los mismos derechos y libertades que en Europa.

¿Y el conflicto en Marruecos?

Allí hay un movimiento de protesta que pide una reforma constitucional para que haya una monarquía parlamentaria. Es una oportunidad de oro para que Mohamed VI lidere una transición a la democracia y si lo hace a medias o decide no hacerlo, podría representar el final de la monarquía alauí.

¿Ve alguna similitud entre estas revueltas y el movimiento 15-M en España?

Los mismos chavales del 15-M reconocen abiertamente que han adoptado varias cosas de las revueltas árabes: la movilización colectiva que invita a salir de casa; las redes sociales para intercambio de información; la ocupación de la plaza y su carácter pacífico aunque sean atacados. Los objetivos, eso sí, son diferentes, los árabes luchan por libertades muy básicas y los españoles piden reformas ya que nuestro edificio democrático tiene más de 30 años y presenta goteras por todas partes.

¿Existe alguna relación entre las revueltas y la desaparición de Bin Laden?

Las revueltas árabes acabaron políticamente con Bin Laden, que perdió la batalla en los corazones y en las mentes de los árabes mucho antes de que los estadounidenses le mataran físicamente. Cuando acabaron con él, era ya un perdedor.