Jorge Alarte ha decidido atrincherarse. Cuenta, al menos de momento, con el aval del lermismo para resistir. Confía en un repunte de su voto para las elecciones generales. Pero durante su intervención ante un comité de los socialistas valencianos al que faltaron cerca de una treintena de dirigentes, en todo caso, admitió argumentos que, hasta ahora, ningún cargo del PSPV había querido reconocer. Por ejemplo, que más allá de la crisis económica -el principal punto del programa de la campaña electoral del PP-, hay otros elementos como las dificultades para comunicar el mensaje, la falta de conexión con la calle o su incapacidad para abrir el abanico de colaboradores y delegar trabajo interno que han sumado puntos a la derrota. Con todo, el mandatario socialista dio por inaugurada la campaña para unas elecciones generales en las que, de acuerdo a los resultados del 22-M, el PSPV se juega mantener hasta tres escaños, uno de ellos por Alicante y dos por Valencia, que podrían ir a parar al saco del PP pero también a Compromís y EU.

Para rechazar la posibilidad de una dimisión, Alarte aseguró que, en estos momentos, continúa sintiéndose "útil" para para la organización y garantizó que sigue adelante pese a la recomendación en contra que, por ejemplo, le haría su madre. "Mi madre me ha llamado antes -dijo dando a entender que no contestó al teléfono- y estoy seguro que me iba a recomendar que dimitiera. No lo haré", aseveró antes de abrir una puerta al futuro del PSPV. "Hay que buscar siempre el hueco al optimismo y a la esperanza. Busquemos hoy ese hueco", lanzó Alarte que lamentó, asumiendo personalmente la responsabilidad, la derrota de muchos alcaldes del PSPV. Incluso, reconoció su incapacidad para delegar el trabajo, que, dijo, he "centralizado mucho". "Voy a intentar aprender de ese error", subrayó. ¿Le dará tiempo? Esa es la cuestión. Francesc Romeu, uno de sus rivales en 2008, anuncia una ruta comarcal. Es la batalla por la secretaría del PSPV.