Antonio Maciá Mateu (Elche, 1970) tomará posesión el martes como nuevo presidente del Colegio Provincial de Arquitectos. Llega con ganas de darle la vuelta a un Colegio que conoce desde hace cinco años. Pese a su juventud, Maciá lleva ya 14 años de profesión como profesor de Cálculo de Estructuras en la Universidad de Alicante y con sus proyectos privados. Desde el diseño de una vivienda, a una piscina cubierta o hasta muebles "porque la Arquitectura abarca muchas disciplinas".

¿Por qué se presenta al Colegio, porque trabajo no le falta?

Tengo relación con el Colegio de Alicante desde hace cinco años por una asesoría tecnológica. Se pusieron en contacto con nosotros y eso me ha permitido ver cómo funciona un colegio por dentro. Ahora mismo estamos en un momento apasionante. La profesión ha derivado a una nuevo escenario con las nuevas normativas, la crisis... el modelo de trabajo es diferente, más exigencias para redactar los proyectos. El cambio es difícil pero muy atractiva. Acudimos muy ilusionados para afrontar este momento de cambio desde dentro del Colegio.

¿Cambios, en qué sentido?

Cambios en varios niveles. Primero, la sociedad ha cambiado, la forma de entender la profesión también. Las normativas nos obligan a trabajar de otra manera y los campos de trabajo del arquitecto son más amplios. Cambios porque la situación económica y laboral es mala y eso implica innovación y otras formas de trabajar y, por último, cambios en la propia estructura del Colegio. Están estructurados a una realidad que no es la de ahora. Debemos convertirnos en entidades autofinanciadas y que presenten servicios. Las nuevas derivas profesionales de los 60.000 arquitectos que somos en España (1.166 colegiados en la provincia de Alicante) necesitan una reacción.

Y con estas cifras, ¿recomienda a los bachilleres estudiar Arquitectura?

La Arquitectura tiene que ser vocacional. Los estudios son muy complicados. Son muy difíciles y requieren muchísimo trabajo, sacrificio y esfuerzo. Lo que les diría es que el mundo profesional del arquitecto es muy variado y muy amplio. La gente piensa que sólo se trata de hacer edificios, y eso es así, pero hay más cosas. Yo estoy convencido de que cuando la situación económica se estabilice no va a haber proyectos para 60.000 arquitectos, pero trabajo para 60.000 arquitectos sí que habrá. Dentro del sector de la construcción, en concreto en la gestión, los arquitectos no participan mucho y están preparados. Y lo mismo sucede con los trabajos de reforma, de interiorismo... el arquitecto es el mejor preparado y más conocimiento tiene y no se cuenta con él. Ahora mismo hay muchos arquitectos alicantinos jóvenes que están en Sudamérica, norte de Europa y Asia.

Entonces, ¿les anima?

Sí. Los arquitectos que acaban ahora la carrera tienen la ventaja de que acaban en un ámbito normativo estricto pero muy normativo. Arrancan frescos y ellos pueden escoger todos los caminos, incluso el de ayudar a reciclarse al arquitecto más veterano.

Reciente la catástrofe de Lorca. ¿Cómo se construye en la provincia? ¿Estamos preparados?

Si hablamos de la norma sismorresistente estamos hablando de estructuras, y en ese nivel nuestros edificios son seguros. En las estructuras incluso se sobredimensionan los proyectos y los esfuerzos.

¿Cuál es el problema entonces, porque, visto lo viso, en Lorca algún problema ha habido?

Sí, pero no han sido de estructuras. Si ha habido mil edificios dañados sólo a dos o tres se le ha dañado la estructura. La norma garantiza que en caso de terremoto el edificio no caiga y eso, salvo dos o tres, lo han cumplido todos. El problema han sido los sistemas constructivos que van asociados a la estructura. Hablamos de tabiquería, cerramientos, revestimientos, fachadas, cornisas, antepechos... No existe una normativa específica y es ahí donde se debe mejorar. Hace falta ampliar la norma en este sentido. Si una estructura se mueve pero sobre la misma colocamos algo que es rígido llega el problema. Si hay un antepecho (barandilla) que no está bien sujeto, cuando la estructura se mueve, se cae. Los tabiques de ladrillo que están pegados con yeso ceden cuando la estructura se mueve. Hay que realizar modificaciones que flexibilicen los sistemas constructivos.

¿El arquitecto depende mucho del promotor a la hora de tener que aguantar sus criterios?

Algo de eso ha existido, pero como consecuencia de la ley de la oferta y demanda. Durante el "boom" de la construcción había mucha demanda, y el promotor podía elegir entre mil arquitectos... Hoy en día, el arquitecto debe aprovechar esta situación para volver a ganar libertad a la hora de trabajar. Es el momento de que volvamos a contar con el protagonismo que hemos tenido siempre. Tenemos que tener la capacidad de transmitir al promotor la importancia de la calidad, lo que significa hacer un edificio hoy en el que la calidad es fundamental. El arquitecto que va a llevar un trabajo es el que ofrezca calidad y si no lo lleva el promotor no lo querrá y se producirá un proceso de selección natural.

Un gran proyecto da imagen a una ciudad. ¿Qué le falta a la provincia? En Alicante se habla mucho del centro de congresos.

La Arquitectura marca una sociedad y una ciudad, pero no necesariamente a través de un edificio enorme sino de diferentes actuaciones. Por ejemplo, tenemos el caso de Vitoria. Con independencia de que tenga más o menos grandes edificios, cuenta con un modelo de gestión de los espacios verdes, centros históricos, de las vías para los peatones... Una serie de parámetros que han cambiado la propia ciudad, pero no a través de un macroedificio.

Estamos entonces ante un problema gordo, habría que darle la vuelta a todas las ciudades. Elche, Alicante...

Elche tiene la ventaja del Palmeral y asociado a éste hay muchos proyectos. Muchos arquitectos jóvenes que cuentan con muchas ideas sin deteriorarlo. En Alicante, por supuesto que un edificio grande no es descartable pero hacen falta más cosas. Tenemos el ejemplo también de Bilbao, el Guggenheim sirvió para regenerar toda la escena urbana. Y el gran ejemplo lo tenemos un poco lejos pero resulta clave para valorar cómo una intervención arquitectónica en una ciudad puede cambiar la percepción general. Hablo de la actuación en la parte oeste de Nueva York. La reconstrucción de las vías del tren convirtiéndola en un jardín elevado ha cambiado por completo toda la zona, la ha regenerado. Las empresas se quieren ir a ese área, las tiendas también, la gente va a pasear. Una intervención tan sencilla como convertir unas vías del tren en un jardín cambia por completo una ciudad. Eso sí que nos hace falta. Los políticos tienen que pensar más en un planteamiento global de regeneración de la ciudad que en un gran edificio. Una actuación aislada no siempre resulta. Son temas complejos.

Llega a un Colegio en una situación financiera complicada. ¿Van a abrir un restaurante?

Hay una propuesta para introducir un restaurante en la planta baja pero es algo que nosotros no conocemos todavía. Hay rumores de que lo del restaurante está hecho, pero no lo hemos visto. Nuestro planteamiento es utilizar los activos del Colegio, los profesionales y los dos edificios que tenemos. El nuevo y el anejo, el viejo. Parte del nuevo para generar ingresos, no sé si con un restaurante o no. Tiene que ser un uso compatible con lo que es una sede de un Colegio de Arquitectos y que, además, genere ingresos, pero no podemos colocar una hamburguesería. Necesitamos ingresos.