Los comicios municipales y autonómicos del pasado domingo evidenciaron, de cara a las próximas elecciones generales y más allá de una clara victoria del PP sustentada en gran medida por el descalabro histórico del PSPV de Jorge Alarte, que el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, ha dejado de ser la locomotora del voto popular en la Comunidad. Es cierto que, después de dos años marcados por las denuncias de los casos de corrupción que afectan al PP, el titular del Consell contará con un diputado más en las Cortes pero con menos votos. El desgaste de los populares se tradujo en un recorte de 68.000 papeletas, que fueron a parar a la bolsa de blancos, nulos y a partidos como UPyD, que sumó unos 60.000 sufragios en la Comunidad, muy lejos del listón mínimo para poder acceder a las Cortes.

Ese toque de atención de los votantes a Camps ha desembocado en un recorte de apoyo del 3'64% y en una equiparación del respaldo obtenido por la candidatura autonómica y las listas municipales, algo, hasta ahora, inédito en el PP. Siempre desde que los populares llegaron a la Generalitat en 1995, las candidaturas a las Cortes habían logrado mayor respaldo que las locales y, por tanto, habían tirado del porcentaje electoral del PP. En estos comicios, salvo en la ciudad de Valencia, ese efecto casi se ha esfumado. Hasta que estalló el caso Gürtel en febrero de 2009, Camps era el principal barón territorial del PP. Había apuntalado a Rajoy en su momento más difícil, cuando fue derrota por Zapatero en las generales de 2008. El líder nacional del PP venía a la Comunidad día sí y día también. Con los comicios casi ganados de antemano, en estas elecciones, Camps se examinaba ante Rajoy. Y con las elecciones generales a la vuelta de la esquina y pendiente de las decisiones judiciales sobre el caso Gürtel, Camps es el barón territorial del PP -en Asturias, con peores cifras, la candidata se presentaba por primera vez y por tanto no puede tener la consideración de líder territorial- que peor resultado obtiene en las urnas. La formación de Rajoy avanza en todas las autonomías con la única excepción de Madrid y la Comunidad, los dos gobiernos ligados al caso Gürtel. Pero la pérdida de votos de Camps, en porcentaje, dobla a la que ha sufrido la madrileña Esperanza Aguirre.

A esa situación, además, cabe sumar el cambio que se ha producido en la correlación de voto local y autonómico del PP. Hace cuatro años, el presidente de la Generalitat "tiraba" de la urna del PP. Entonces fue el mandatario másrespaldado en los treinta años de autonomía. Logró más de un millón doscientas setenta mil papeletas, ciento veinticuatro mil más que las candidaturas locales. En la ciudad de Alicante, Camps le sacó más de 6.000 sufragios al entonces alcalde Luis Díaz Alperi. Ahora, a diferencia de entonces, ha sido Castedo la que ha tirado del voto popular con casi cinco mil papeletas de ventaja sobre Camps. En Alcoy, pese a perder la mayoría absoluta en el consistorio, el alcalde Jorge Sedano también ha vencido por 500 papeletas al presidente de la Generalitat. De hecho, es Alicante la provincia en la que las candidaturas a las Cortes del PP han logrado un mayor porcentaje de respaldo ciudadano.

Para Camps, sin embargo, este escenario es un pequeño toque de atención -"es un mínimo desgaste después de 16 años al frente de la Generalitat", apuntó un destacado dirigente del PP- frente a la debacle socialista. Jorge Alarte, actual secretario general del PSPV y candidato a la Generalitat, ha conducido a la formación a sus peores resultados en tres décadas. Los socialistas valencianos acumulan derrota tras derrota desde las elecciones generales de 1993. Y, aún 16 años después, no han levantado cabeza de la pérdida de la Generalitat a manos del PP.

Los resultados que manejó el PSPV en los comicios del pasado domingo no invitan al optimismo. Puede que haya un efecto ligado a la crisis económica pero lo cierto, sin embargo, es que los socialistas continúan retrocediendo y se situaron en un porcentaje calcado al de la media que logró el PSOE en España, justo en cuando los socialistas, arrastrados por el deterioro de Zapatero y de las siglas del puño y la rosa, se situaban en los niveles de respaldo más bajos de toda su historia; un 27,52% de apoyo popular. Es decir, que frente al intento de Alarte de llevar la campaña al ámbito autonómico, la gente votó en clave estatal.

Los votantes de Alarte se pasaron a Compromís y en menor medida a EU

Los resultados de Compromís, tercera fuerza municipal y autonómica de la Comunidad, y EU son la muestra evidente de que en política, la mayoría de las veces, dos y dos no tienen que ser, de forma obligatoria, cuatro. En 2007, la formación que lideran ahora Enric Morera y Mònica Oltra se presentó junto al partido que dirige Marga Sanz. Entonces, todos unidos, sacaron 195.000 votos y apenas siete diputados. Ahora, sin embargo, cuatro años después, ya por separado, ambas formaciones se han situado nuevamente en el hemiciclo autonómico con una cierta holgura.

Compromís ha cosechado más de 175.000 votos, un resultado histórico para una fuerza que, con sus anteriores denominaciones, siempre se había quedado a las puertas de entrar en las Cortes. La mayoría de ese incremento, como se desprende de los datos de recuerdo de voto, procede de las bolsa de votantes que han perdido los socialistas. Ocho de cada diez papeletas que respaldaron a Zapatero en las generales de 2007 han ido a parar ahora a la coalición de Mònica Oltra. La otra parte de la parroquia que ha dejado el PSPV -un 15% de las papeletas- ha ido a parar a EU. Aún hay un tercer paquete de electores que ha nutrido las filas de UPyD. A diferencia de comicios anteriores, en esta ocasión, Compromís -coalición formada por el Bloc, Iniciativa y Los Verdes- sí ha logrado traspasar la mayoría de sus casi 200.000 votos municipales a la urna autonómica. Aún, sin embargo, un 12% de sus electores locales los han abandonado en el parlamento. Por contra, sin embargo, en el caso de EU, es la papeleta autonómica la que ha tirado del carro de una formación con un apoyo local muy desigual.