Incombustible, Vicente, un chaval de 18 años estudiante de Derecho, andaba ayer por la mañana por la plaza de la Montañeta repartiendo pasquines y parándose a hablar con todo bicho viviente para explicar los motivos por los que, junto a otros como él, ha decidido tomar la plaza para abogar por un cambio en el panorama político, económico y social. Vicente es uno de los «indignados» miembros del colectivo Democracia Real Ya surgido de las movilizaciones del pasado día 15 que han animado y han dado algo de frescura a una campaña electoral encorsetada y mortalmente aburrida, al menos en Alicante, y que han puesto sobre la mesa cuestiones con las que es difícil no estar de acuerdo como es la necesidad de un cambio electoral que posibilite las listas electorales abiertas con las que de una vez podríamos acabar con los políticos corruptos, vagos e inútiles que se cuelan en algunas candidaturas.

Mientras Vicente y otras personas como él, en su mayoría jóvenes, explican sus puntos de vista, un señor de mediana edad asegura estar emocionado al ver que «hay una reacción entre la gente joven ante el paro y la falta de oportunidades». Recuerda este hombre «cuando luchábamos de jóvenes desde la clandestinidad para traer la democracia, que es un buen sistema pero que hay que mejorar, y es bueno que la gente no se conforme».

Desde luego, resulta difícil no sentir simpatía hacia estos chavales y no tan chavales que andan por todo el país movilizados pidiendo un cambio en el sistema, personas que no se sienten representadas por los partidos políticos mayoritarios y que se autodefinen indignados, como una chica de 25 años recepcionista subcontratada que gana 600 euros al mes, y que, identificada con su camiseta reivindicativa, ha optado por salir a la calle a protestar «porque una democracia tiene que representar al pueblo, y ésta no lo hace».

Pero, a ver ¿alguien que no sea un político se siente representado por los políticos? o, como preguntaba José, un hombre de unos 40 años que ayer pasó por la Montañeta y decidió unirse a la plataforma, «¿es que tú no estás indignada con la banca, con los recortes sociales y con la falta de oportunidades?»

La gente que pasa por la plaza recoge con corrección y en muchos casos con simpatía los pasquines y las explicaciones que les van dando los miembros de la plataforma, o se paran a mirar con curiosidad los carteles que han colocado en el suelo y en cartones entre los árboles y en los que se pueden leer eslógans como «no hay pan para tanto chorizo», o se recogen llamamientos a la solidaridad y a la indignación. En general todo el mundo pregunta lo mismo: ¿Esto va a servir para algo o es un movimiento que va a desaparecer después de las elecciones? Ya veremos.

De momento, andan acampados en medio de la plaza, entre litros de coca colas y bocadillos, en algunos casos donados por los vecinos de la zona, mientras reiteran sus reivindicaciones, algunas clavadas a las que contiene algún programa político y otras tan necesarias para la regeneración de la vida pública como utópicas, al menos de momento. Y es que, entre las peticiones de los miembros de Democracia Real Ya en Alicante, se encuentran la exigencia de un control estricto del absentismo de los cargos electos en sus puestos de trabajo, la supresión de los privilegios de la clase política, la equiparación de sus salarios a los de la clase media española o la eliminación de la inmunidad asociada al cargo y, en el ámbito económico, un control de las entidades bancarias. ¿Hay alguien que no sea político o banquero que se oponga a estas peticiones?

Y luego está esa sensación de frescura que transmiten, sobre todo los jóvenes y que a muchos nos recuerdan viejas movilizaciones estudiantiles, noches de protesta en la facultad y asambleas interminables que, por desgracia, sirvieron de poco. Este movimiento acaba de nacer y nadie sabe si va a lograr alguno de sus objetivos. De momento, aún son pocos y no parece que vayan a tener ninguna influencia el domingo. Ellos, en cualquier caso ni piden la abstención ni el voto para nadie aunque sí que «no votéis a los mismos de siempre».

A partir del lunes, los incrédulos y desesperanzados auguran que se diluirán como un azucarillo. Ojalá que no sea así, o al menos, si lo es, que Vicente, y otros chavales como él no acaben suspendiendo los exámenes por su participación estos días en las movilizaciones, como asegura que teme su madre. «Me dice que lo que hay que hacer es estudiar mucho y formarme». Claro. Como decía la canción de Golpes Bajos, no son buenos tiempos para la lírica.