El divorcio existente entre campistas y ripollistas desde que el presidente Francisco Camps decidiera soltar lastre y caminar al margen de su mentor, Eduardo Zaplana, allá por el año 2003, marcó, de nuevo, la legislatura turística que se renovará el día 22. Si a esto unimos la falta de un presupuesto adecuado para acompañar al primer "motor" económico de la provincia (ni el 0,6% del presupuesto de la Generalitat) nos encontramos con un escenario en el que la Costa Blanca ha tenido que vivir a expensas de la iniciativa privada y de los acontecimientos externos.

Si Gran Bretaña estornuda, los hoteles se constipan, si un volcán entra en erupción en Finlandia, El Altet se quema, y si sube el euríbor o el petróleo, los precios hosteleros se derrumban para frenar la sangría de clientes. Aun así, el turismo sigue tirando del carro y es de las pocas actividades que permiten mantener empleo, aunque el apoyo de la Adminstración autonómica no haya ido nunca en estos cuatro años en proporción directa con la trascendencia del sector.

Desde el Consell se niega siempre que la Conselleria de Turismo sea la "Cenicienta" del Ejecutivo y que al margen de los fondos directos que recibe, también se beneficia del presupuesto de otras consellerias. Algo que no se acaban de creer los profesionales, que, no obstante, han reclamado por boca de la patronal la continuidad de la titular de la Conselleria, Belén Juste.

En el haber de la ex de Industria, la apertura del Instituto Valenciano de Investigaciones Turísticas (Invattur) de Benidorm y el lanzamiento de un macroportal de información y reservas turísticas. En el debe, el "marrón" heredado por sus predecesores, Angélica Such y Roc Gregori. No haber resuelto el contencioso del Centro de Congresos de Alicante, una infraestructura que lleva quince años anunciándose pero que nadie acierta a ponerle fecha.

Una legislatura cruenta

En lo político la legislatura fue incluso cruenta. Finalizó con el portazo dado por la exdirectora general del Patronato Provincial de Turismo, Gema Amor, que ya había llegado al cargo tras la también traumática salida de Sebastián Fernández. Primero fiel ripollista y por tanto ariete en la cruzada contra la Conselleria de Turismo, y después campista.

Un patronato que cuenta en su haber con la creación del evento "Lo mejor de la Gastronomía" -la provincia se ha convertido en un punto de encuentro anual de los mejores profesionales de la Unión Europea-, que mantiene como imagen a Pau Gasol o el Marq como gran patrimonio del turismo cultural, pero que también despilfarró un buen montón de miles de euros en cuestiones banales para mayor disfrute de su presidente como, por ejemplo, un viaje a París para cenar con Gerad Depardieu. La presencia ferial se ha ido difuminando y se circunscribe prácticamente sólo a Fitur -el resto pasan desapercibidas- y, además, en el último año la actualidad del día a día se basó más en bombardear a Valencia que la promoción de la Costa Blanca.

Tampoco en la Conselleria de Turismo pueden echar cohetes y no por falta de ganas y profesionales. La falta de financiación -por no pagar no se ha abonado todavía la subvención de 800.000 euros de 2010 a la patronal hotelera de Benidorm- ha lastrado siempre cualquier iniciativa y tampoco Camps ha dado tiempo a que los consellers elegidos -esta legislatura conselleras- pudieran tomarle el pulso al departamento.

Angélica Such fue relevada del cargo a mitad de legislatura y cuando tenía al sector en la mano y Belén Juste, por ejemplo, casi conoció al principal hotelero de la Comunidad a punto de disolverse las Cortes. Así y todo, finaliza la legislatura con un aprobado justo y después de haberse comido el "sapo" de quedarse sin financiación, por ejemplo, para montar un estand en condiciones en la Fitur de 2010, debido al proceso judicial ligado al caso Gürtel.

El Gobierno que salga de las urnas el próximo 22 de mayo ya tiene una asignatura pendiente.