Pese a ocurrir a más de cien kilómetros los dos terremotos, fueron muchos los alicantinos que notaron cómo temblaron sus hogares, las oficinas de trabajo y comercios. Es el caso de Isabel, dependienta del establecimiento Tea Shop, situado en la céntrica calle alicantina Pintor Cabrera, quien notó cómo el terremoto "atacó" su local y afirmó que "las lámparas empezaron a tambalearse" y, lo peor de todo, "las paredes a crujir", hecho que asustó a la joven. Tal fue el temblor que bajó a la tienda alguna vecina asustada que no se podía creer que llegase a su vivienda lo que estaba viendo por la televisión sobre la tragedia de Lorca.

Un trabajador del gabinete de prensa de la CAM, Sento Acosta, se encontraba en su oficina de trabajo, situada en la calle Óscar Esplá, cuando sintió cómo comenzaba a moverse todo. "En el momento del terremoto estaba hablando por teléfono, y tal fue el desconcierto vivido, que cuando se lo conté a mi amigo le dio la risa nerviosa porque no se lo podía creer".

Algo parecido le ocurrió a Juan, directivo de una empresa inmobiliaria, quien sintió el terremoto en su oficina de la calle Reyes Católicos, en el centro de Alicante. En principio, creyó haberse mareado al ver que "se movían las lámparas", pero acto seguido se dio cuenta de que no se trataba de algo relacionado su salud. Pero no fueron los únicos, ya que Alejandro, un estudiante de cuarto de la ESO y residente en la zona de Vistahermosa, comentó que en un momento "comenzó a moverse la silla del ordenador" en la que estaba sentado y vio como se movían la lámpara del techo y una de pie que había junto a una televisión. A su vez, Pilar, administrativa en un centro oftalmológico de la misma zona, relató no haber sentido nunca un terremoto de tal magnitud, y explicó que también se movieron todas las lámparas y "todo el material de oficina que había sobre las mesas".

En la Playa de San Juan, aunque en menor medida, también notaron los temblores algunos vecinos. Fue el caso de Mari Carmen, que se encontraba "relajada en el sofá" de su casa cuando de repente notó levemente cómo se movía la mesilla de noche.

El terremoto se dejó sentir de forma generalizada pero con escasa intensidad en Elda y en otros municipios del Medio y Alto Vinalopó. Los ciudadanos de la capital zapatera notaron un balanceo, un ligero temblor que duró en torno a unos 20 segundos y fue detectado en casi todos los barrios. Algunos eldenses incluso bajaron a la calle. Quienes se encontraban en inmuebles altos, como el edificio Ernes, o los estudiantes de la Eurle, que cursan estudios en el Centro Cívico y Social, sintieron los efectos del temblor. Lo mismo que les ocurrió a los estudiantes de la Uned que estaban dando clases de informática en la tercera planta del edificio de la Fundación Museo del Calzado. Éstos, además de notar el temblor vieron cómo se tambaleaban las sillas de ruedas y las pantallas de los ordenadores, por lo que durante unos instantes hubo reacciones de pánico.

Vecinas como Ana Isabel Marcos, una estudiante de 22 años, explicó que notó el temblor mientras trabajaba con su ordenador en su casa, en una cuarta planta del barrio Las Trescientas. "De repente la pantalla comenzó a tambalearse e incluso el propio sofá. Al principio no me imaginaba que se trataba de un terremoto, pero sabía que algo no iba bien. Noté como un nudo en el estómago y salí al balcón para comprobar si había ocurrido algo", comentó Ana Isabel.

También la eldense Beatriz Ramírez explicó que notó el temblor mientras daba clases a una niña. "La mesa comenzó a temblar. Al principio pensaba que la niña la estaba moviendo con la pierna, pero no era así, y me dí cuenta al ver la cara asustada de la pequeña. Hemos pasado miedo, sobre todo ella, y no sabíamos qué hacer", declaró Beatriz. "Me da miedo subir a casa, yo vivo en un quinto y pensaba que el mueble se caía, fue horroroso", comentó María, que vive en el barrio de San Francisco, y reconoció sentirse muy asustada. Por su parte, María del Pilar Juan, vecina del barrio Nueva Fraternidad, sintió el temblor cuando se encontraba cosiendo en el comedor del tercer piso donde vive. "Eran alrededor de las siete menos diez cuando el cristal de la ventana comenzó a temblar y el mueble y todas las figurillas del comedor también".