En la primera tanda de visitas a la provincia de su comedida campaña electoral, el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, ha optado por esquivar la polémica y "pasar" de los feudos controlados por el titular de la Diputación, Joaquín Ripoll. La decisión no ha sentado nada bien en las filas de los partidarios del también presidente provincial del PP. Consideran, apuntan desde la cúpula popular en Alicante, que la ruta marcada al presidente de la Generalitat demuestra el "sectarismo" con el que se está organizando una campaña electoral en la que, con todas las encuestas a favor, la incomunicación entre el equipo autonómico dirigido por Paula Sánchez de León y el que encabeza el diputado Miguel Peralta en la provincia es casi absoluta.

Camps llegó ayer a la provincia de Alicante. Al quinto día de campaña. Estuvo en Santa Pola y Elche -dos feudos del campismo- y en la localidad de Dolores, en la Vega Baja, población cuyo alcalde cambió de barco durante el último congreso provincial del PP celebrado en 2008 en Orihuela. Pleno del campismo. Para el fin de semana ocurrirá lo mismo. En principio y, de acuerdo con la estrategia marcada desde Valencia, el jefe del Consell pasará también el próximo fin de semana en la provincia. Estará en Alicante, el territorio de Sonia Castedo, alcaldesa y número uno del PP a las Cortes, en un intento del presidente de la Generalitat, en sus horas más bajas de popularidad, de equilibrar el voto municipal y autonómico. Será en el ecuador de la campaña y coincidiendo con el fin de semana elegido por los socialistas para contar con Zapatero para su acto "estrella" en la Comunidad.

No será el único escenario en el que hará campaña el titular del Consell, que se centrará más durante los últimos días en Valencia. Estará también en La Marina evitando los feudos de Ripoll para dar cobertura a los candidatos del PP en Benidorm, l'Alfàs del Pi y La Vila. Habrá presencia en la Vega Baja y en el Vinalopó, pero sin tocar los feudos del ripollismo, en una decisión que, en opinión de altos dirigentes de la cúpula provincial del PP, demuestra la incapacidad de Francisco Camps para suavizar las luchas internas.