La Audiencia sentó ayer en el banquillo a cinco agentes del Cuerpo Nacional de Policía y a otros dos de la Policía Local por un altercado en el casco antiguo de Alicante un fin de semana de febrero de 2006. Los primeros estaban fuera de servicio y de fiesta por la noche y los segundos iban de uniforme prestando funciones de control en el cierre de los locales. Una foto con el teléfono móvil fue la chispa que encendió el enfrentamiento. Los policías nacionales sostienen que la actuación de los locales fue desproporcionada y que la detención fue ilegal. Los agentes municipales aseguranque les faltaron el respeto y trataron de evitar que se llevaran al compañero. Hoy está previsto interrogar a otros testigos.

En un momento de la vista, el magistrado que presidia el tribunal, Alberto Facorro, no pudo reprimir cierta indignación. "En mis 42 años de carrera profesional, es la primera vez que veo a cuerpos de seguridad que se llevan a juicio. Me parece bochornoso", aseguró.

Aunque hay dos versiones totalmente diferentes, la Fiscalía solo acusa a los cinco policías nacionales y a la mujer de uno de ellos. La principal pena se pide para el agente que fue reducido en la intervención, de iniciales A. S. C., a quien se le imputan un atentado contra la autoridad y dos faltas de lesiones, por lo que se enfrenta a un año de cárcel y una multa. Sus acompañantes están acusados de una falta de resistencia. Las defensas plantearon al juicio que la acusación contra estos últimos estaría prescrita al haber pasado más de cinco años desde que ocurrieron los hechos. Contra los agentes municipales actúa la acusación particular ejercida por el policía que fue reducido en la intervención, a los que acusa de detención ilegal y lesiones y pide cuatro años y medio de prisión.

Según explicó el agente arrestado en la intervención, "estábamos celebrando una cena con los antiguos compañeros de la academia". La fiesta acabó en los pubs del casco antiguo, donde parte de los miembros del grupo quiso hacerse una foto con el teléfono móvil. Los dos agentes de la Policía Local creyeron que era a ellos a quienes el grupo estaba retratando y se acercaron a identificarles, quitándole el teléfono de las manos, según la versión del otro grupo de policías. A. S. C. reaccionó recuperando su teléfono y uno de los agentes uniformados le dio un empujón en el pecho. Los policías nacionales insinuaron que los otros estaban de "ligoteo" con un grupo de chicas.

La tensión fue creciendo cuando otros compañeros se acercaron a ver qué pasaba. Según esta versión, A. C. S. trató de acercarse a ese otro grupo y en ese momento el policía local le arrojó al suelo y trató de engrilletarle, inmovilizándole colocándole la rodilla en la espalda. Asimismo aseguró que ni le leyeron los derechos, ni le informaron por qué le detenían. El agente dijo que optó por dejarse arrestar y que una vez en Comisaría los municipales trataron de convencerle para que no les denunciara y arreglar el tema extraoficialmente. El resto de sus compañeros dijeron que los agentes se extralimitaron en sus funciones y que su reacción fue desproporcionada y negaron haber insultado o agredido a los policías.

Por su parte, los agentes de la Policía Local aseguraron que oyeron claramente decir al otro grupo que "vamos a grabar a estos gilipollas", mientras atendían a unas jóvenes que denunciaban el robo de un bolso en un pub. Según su versión, los acusados no llegaron a identificarse como policías, e iban bastante bebidos. Tan sólo enseñaron la cartera fugazmente y vieron un destello metálico. Según explicaron, la detención se produjo porque A. C. S. empujó a uno de los agentes, tirándole al suelo. Al tratar de engrilletarle "opuso resistencia" mientras sus compañeros obstaculizaban su actuación, empujando, poniéndose por enmedio, aunque sin usar expresamente la violencia, por lo que tuvieron que pedir refuerzos Sólo identificaron expresamente a tres de los acusados como los autores de estos hechos.

Los agentes manifestaron que en el coche accedieron a quitar las esposas al arrestado por deferencia a su cargo de policía y tras haber mediado uno de sus superiores. Una vez en Comisaría, vieron que los arrestados deambulaban libremente y que ya estaban presentando una denuncia contra ellos, sin que les hubieran tomado declaración aún por el hecho por el que les habían detenido.