La crisis inmobiliaria que sacude España y en especial a la provincia de Alicante desde 2007 ha frenado en seco la inversión hotelera en la Costa Blanca. En lo que va de año sólo una cadena, Servigroup, ha adquirido un complejo y ha sido en la Costa del Azahar (Castellón), y desde hace dos no hay ningún nuevo proyecto en marcha salvo remodelaciones puntuales como las llevadas a cabo en Benidorm (Venecia, Villa del Mar y Riviera) y La Vila (Montíboli).

La situación ha llevado a muchos promotores con edificios de pisos acabados a desviarlos al mercado turístico. El caso más emblemático es el de dos torres de apartamentos levantados en Benidorm, cerca del Rincón de Loix, que hoy son un complejo de apartamentos turísticos.

En los últimos años la inversión hotelera en la Costa Blanca se ligó casi al cien por cien a los beneficios de la construcción. En pleno "boom" del ladrillo muchos promotores, ajenos al sector, se lanzaron a levantar complejos turísticos, alguno de los cuales lo están pasando ahora muy mal. Al explotar la burbuja, todo se paralizó y el ejemplo más revelador es la situación en la que se ha quedado el Sidi San Juan, que va camino de convertirse en un edificio fantasma en la primera línea del mar por la falta de compradores tras haber denegado Trabajo el expediente de regulación de empleo de los 90 empleados. Los grupos empresariales que se habían interesado han acabando dando marcha atrás ante la cuantía de las indemnizaciones.

El colapso que sufre la construcción de hoteles se produce, paradójicamente, en un contexto de franca recuperación de la ocupación turística gracias, sobre todo, al empuje del mercado extranjero. Coyuntura que ha provocado una situación curiosa, como es el hecho que muchas torres de apartamentos que se construyeron con el objetivo de su venta posterior se hayan transformado, al menos temporalmente, en apartamentos turísticos con su recepción y servicios similares a los de los hoteles.

Es el caso, por ejemplo, de varios edificios construidos en Benidorm (avenida de Europa) y Altea que gestiona desde abril la empresa francesa Pierre & Vacances, en lo que supone su entrada en la Costa Blanca. Ahora mismo existen unos 300 apartamentos en oferta. Pisos que en los años del "boom" se hubieran vendido pero se quedaron sin salida. El grupo francés se quedó también con el Altea Hills.

El volumen de inversión en hoteles en España alcanzó 515 millones de euros en 2010, lo que ya supuso un retroceso del 35% con respecto al ejercicio anterior, con lo que se sitúa en niveles similares a los de hace una década, cuando la industria hotelera sufrió la última recesión. El segmento urbano concentró el 70% de la inversión, batiendo el récord que ostentaba hasta entonces el segmento vacacional. Durante 2010, el mercado de inversión hotelera registró un total de 17 transacciones en las que se vendieron 20 hoteles, con una oferta de 3.485 habitaciones, según la "Radiografía de la Industria Hotelera en España", publicada ayer por el diario profesional del sector Hosteltur.

Paradójicamente, el hecho de que no se construyan nuevos hoteles no coincide con una masiva puesta en venta de lo que hay abierto. Existen inversores que buscan hoteles de 4 estrellas en funcionamiento, por ejemplo en Benidorm, y no encuentran ofertas.

La semana pasada se hizo público la continuidad de las obras del futuro hotel Doña Monse, que se convertirá si no se tuercen las cosas en el primer establecimiento de cuatro estrellas de Torrevieja. La constructora Viloru, el Banco Sabadell y la cadena hotelera Sercotel han decidido dar el último empujón para que el primer hotel de cuatro estrellas de Torrevieja sea una realidad antes de final de año. Es, de momento, la excepción que confirma la regla, porque hasta ahora en la Vega Baja no acaba de cuajar ningún proyecto nuevo.

La cadena Servigroup gestiona con éxito el hotel La Zenia en la costa de Orihuela y el Tudemir da brillo a la capital de la Vega Baja. Meses cerrado y en descomposición se encuentran el Villa de Catral, que se abrió en pleno "boom" del ladrillo y que acabó consumido por el estallido de la burbuja inmobiliaria en toda España.