El restaurador Miguel García Navarro, distinguido como Alicantino de Adopción 2011 por la Diputación, consideró que este nombramiento es "la expresión más palpable de la generosidad de las gentes de la provincia de Alicante" y aseguró que fue eso, " más profundo que el azar", lo que llevó a su familia a establecerse aquí. García Navarro se convirtió ayer en la undécima persona en recibir esta mención, en un acto institucional celebrado en el salón de plenos de la Diputación. El presidente de la institución, José Joaquín Ripoll, fue el encargado deconceder este título, en presencia del presidente territorial de la CAM, Armando Sala, así como de varios de los distinguidos en años anteriores, dirigentes de las casas regionales de Alicante y la viceconsejera de Seguridad y Emigración de Asturias, Teresa Ordiz.

Ripoll elogió a García Navarro como "un alicantino que ejerce", poniendo como ejemplo su presencia en varias ediciones de la Feria Internacional de Turismo de Madrid (Fitur) promocionando la gastronomía alicantina. Por ello, consideró que es un claro exponente de "las personas que no nacieron en Alicante pero que son tan alicantinas como nosotros". Asimismo, alabó su trayectoria profesional, al frente de diversos negocios de restauración.

García Navarro agradeció estas palabras y recordó también sus inicios en la hostelería, "como aprendiz en el bar de la Sociedad Cultural de Villafranqueza". A partir de ahí, hizo un breve repaso a cómo consiguió ir creciendo hasta crear su propio negocio. También destacó el papel de su familia a lo largo de este tiempo.

Tras este acto, se celebró en la Zona Volvo la habitual muestra de productos típicos y de la oferta turística de los lugares a los que representan las casas regionales participantes. Una cita que congregó a centenares de personas, atraídas por la gastronomía y las actuaciones musicales, y que culminó con una paella gigante.

De la cocina familiar al negocio en familia

Miguel García Navarro nació en Vélez Blanco (Almería) en julio de 1953 y se trasladó a Alicante siendo un niño de siete años, junto con su familia. Tal y como él mismo explicó, en este hecho fue determinante la llegada a la ciudad de un hermano de su padre, poco tiempo antes. Su vida laboral siempre ha estado relacionada con la gastronomía de una u otra forma, ya que primero, con sólo 14 años, trabajó en una bodega, para hacerlo después en establecimientos de repostería y en bares, hasta que en 1984 creó su propio negocio, la cervecería El Cantó, que en la actualidad sigue siendo uno de los locales más conocidos de Alicante. Con posterioridad ha puesto en marcha otros dos establecimientos de hostelería y, en la actualidad, es también vicepresidente primero de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de Alicante. Ayer, durante su discurso en el Palacio Provincial, comentaba con un toque de humor cómo su cocina siempre ha sido familiar, hasta el punto de que, cuando vivía en su pueblo, su hermana freía los huevos que cogían de sus propias gallinas, y luego esta misma hermana acabó siendo la cocinera de su restaurante, haciendo que el negocio quedara en familia. A. T.