Ni ellos mismos saben cómo aguantan abiertos pese a la crisis y la competencia de franquicias, bazares chinos y medianas y grandes superficies, pero ahí están, comercios tradicionales, algunos casi centenarios, instalados tanto en el centro como en los barrios que van pasando de una generación a otra y cuyos propietarios consideran el trato personalizado, la calidad de sus productos y el arraigo, el secreto para no haber acabado, como tantos otros, echando el cierre.

"Nosotros en la asociación tenemos un himno que es la canción aquella de Resistiré", señala bromeando la presidenta de la asociación de comerciantes Más que Centro y propietaria de la Óptica Torregrosa en la calle San Francisco, Toñi Torregrosa, quien considera que el comercio está atravesando una época muy dura y no es fácil mantenerse.

Muchos de los comercios tradicionales pueden hacerlo, según señalan sus propietarios, porque en algunos casos tienen pocos gastos al disponer de un local de su propiedad y no pagar alquiler, y al hecho de no tener empleados o de tener pocos. Algunos, sin embargo, han llegado a tener toda una cadena de tiendas en Alicante. Es el caso de Sanba, la primera tienda de deportes abierta en la ciudad que llegó a tener siete establecimientos y 40 empleados de los que mantiene a 17 trabajadores en 3 tiendas. Fue Santiago Baños, cuyas iniciales dan el nombre a Sanba, quien abrió a finales de los años 60. Inicialmente Santiago se dedicaba a la distribución de explosivos industriales; luego abrió una armería y a su vez ésta derivó en la tienda de deportes. En la actualidad, el negocio está en manos de su hija Patricia Baños Álvarez y de sus yernos, uno de los cuales, encargado de la tienda de la plaza de la Montañeta, señala que "aquí ofrecemos marcas de prestigio que en este sector son demandadas por mucha gente".

Calidad y confianza

La calidad de los productos es, a juicio de Pilar Asensio, el secreto para aguantar. Pilar y su hija Paqui están al frente de la Alpargatería Pilar, abierta por su tía en la calle San Francisco en 1948. "La gente sabe que aquí va a encontrar un tipo de artículos de calidad, confían en nosotros porque nos conocen y, aún así, tenemos que hacer encaje de bolillos para mantenernos", señala la propietaria, mientras su hija asiente y recuerda que "nosotros no hemos tenido nunca empleados e incluso cuando di a luz a mi hijo, tuve que incorporarme de inmediato al trabajo". Ambas muestran orgullosas las zapatillas de cáñamo en las que se han ido especializando. "Son alpargatas hechas a mano totalmente artesanales que sólo tenemos nosotros y cuya calidad está garantizada. No podemos competir con las que hay por ahí tiradas de precio si no es ofreciendo calidad", añaden. Como recuerda Pilar, toda la vida luchando. "Con 11 años yo arreglaba puntos de media e incluso vivíamos aquí porque teníamos la vivienda detrás del comercio".

La mayoría de tiendas tradicionales son gestionadas al tiempo por distintas generaciones que se van dado paso, y lo habitual es encontrar en el establecimiento a los padres y a los hijos para ahorrar al máximo en gastos de personal. En Moderna Escritura, la antigua Imprenta Moderna de la plaza de la Montañeta, trabaja la propietaria Elena Pérez y su hijo Iván Megías, aunque además hay una empleada que lleva aquí 23 años. La tienda fue fundada por el padre de Elena hace más de 60 años como lo atestigua una fotografía de la plaza de los años 40 que muestran con orgullo Elena e Iván mientras recuerdan los avatares del viejo taller y la imprenta familiar. "Yo creo que seguimos abiertos porque sabemos lo que vendemos. Tenemos cosas que no tiene todo el mundo y conocemos el producto... y además trabajamos muchas horas", dicen riendo.

El Nuevo Bazar Madrid de la calle Navas también está gestionado por mujeres de dos generaciones: Maribel Rodríguez y su hija Cristina Carrasco. Con más de 60 años de experiencia vendiendo complementos regionales especialmente demandados para la indumentaria de Hogueras, consideran que "la crisis se ha notado mucho pero la gente en fiestas, aunque mira los precios más que en otras épocas, sigue comprando".

Noelia Ñeco Heredia ya es la tercera generación al frente de Carmen Heredia, la tienda de lencería de la calle San Francisco que abrió su abuelo Antonio en 1954. "Nosotros teníamos una fábrica de bordados y varias tiendas abiertas pero ahora sólo queda ésta", indica Noelia, para añadir que el secreto para seguir adelante "quizá esté en el trato al cliente. Hay gente que viene a hablar, a que le escuchen. Somos pequeños psicólogos".

En la misma calle se encuentra uno de los más antiguos del barrio, Electricidad Martín Fuentes, fundada en 1934 y que apenas ha sufrido transformaciones desde su apertura. Tras el mostrador están dos empleadas, Patricia y Gloria que trabajan aquí nada menos que 33 y 16 años. Ambas consideran que "lo importante en un comercio es el trato directo. Los clientes saben que vamos a tener lo que necesitan, y si no, lo buscamos".

Orgullo

Que "que te guste el negocio" también es fundamental para mantenerse, o esa es la opinión de María, hija de Victoriano Borreguero, fundador de la empresa de ropa femenina Borreguero que actualmente tiene tres tiendas abiertas en la ciudad. María está al frente de la tienda de la Rambla, la más antigua, y se nota que está orgullosa del establecimiento, una tienda clásica y elegante de las de toda la vida "en la que consideramos fundamental agradar al cliente y que se vaya contento. Por eso tenemos clientes fieles", señala.

Un poco más arriba se encuentra otro de los clásicos, la Joyería Navarro, con dos tiendas en Alicante y ya cuatro generaciones de la familia en el negocio. Fundada por Rafael Navarro Alonso en 1916, la joyerías están gestionadas actualmente por Francisco Navarro y su primo Vicente. Francisco recuerda que "la tienda original de la Rambla era más grande, pero como la familia de mi abuelo era republicana, nos echaron y acabamos en lo que era el taller de reparación, que ahora es la tienda", un local pequeño pero, al parecer, suficiente para mantenerse. "Para aguantar hay que ser honestos y evolucionar con los tiempos. Ahora por ejemplo, como hay crisis, ofrecemos muchos productos de plata y relojes de precio medio porque la mayoría de la gente no puede ir a la alta joyería", manifiesta Francisco.

Pese a la crisis y a los continuos cierres, hay muestras de resistencia del tejido comercial tradicional en toda la ciudad. En los alrededores del mercado se encuentra la tienda de reparación de calzados Poveda con un siglo de antiguedad, o la Perfumería Álvarez en la calle Quintana. Frente a la estación de autobuses se mantiene Suministros Industriales Farell, con 65 años de historia. Marisa y José Julian son los propietarios y ya son la tercera generación al frente del negocio. En los barrios también se puede encontrar tiendas de las de toda la vida, como la Panadería Rafelet en Carolinas Altas, abierta en 1939 y regentada por Guillermo Gregory, nieto del fundador; la mercería Marcam en Francisco Albert; la panadería La Asturiana, de 1940, en Carolinas Bajas; la droguería Azorín, de 1953 en el barrio de Los Ángeles, la tienda de comestibles de Fini en el Casco Antiguo de los años 40, o la papelería de Felicidad Sánchez en la Florida.