A un mes de las elecciones municipales y autonómicas, el PP de la Comunidad, pese a contar con todas las encuestas a favor, se muestra incapaz de orientar un discurso de precampaña, lastrado, en las últimas semanas, por la ausencia de Francisco Camps, convaleciente de su hernia; pero, sobre todo, por los conflictos originados a raíz de la purga en la lista a las Cortes por Alicante, en el pulso el campismo y la cúpula del PP en la provincia como consecuencia de la confección de las candidaturas municipales; y en la docena de escisiones -la más importante la liderada por Gema Amor en Benidorm- que pueden alejar la victoria en municipios que son objetivos prioritarios para el PP. La preocupación, en esta tesitura, crece en Génova. Madrid no puede permitir que los conflictos se agraven en una autonomía clave para la victoria de Mariano Rajoy en las generales de 2012.

Todo ese escenario está condicionando notablemente a la hora de orientar un discurso claro de precampaña. De momento, los populares se ven obligados a hablar de sus cuitas municipales, de los intentos del campismo para relevar a Joaquín Ripoll de la Diputación y de la escisión en Benidorm, un escenario convertido en foco de la campaña y en el que el portazo de Gema Amor puede tener un importante efecto. Benidorm, tras la operación de los socialistas para desalojar al PP con el apoyo de un tránsfuga, es una plaza de alcance nacional. Tampoco es que la cúpula del PP de la Comunidad esté demasiado interesada en pisar el acelerador. Cuadra con su estrategia de una contienda electoral de bajo perfil que se centra en dejar a Camps en un plano puramente institucional y en intentar evitar que el electorado socialista -hasta ahora muy desmovilizado- se acabe activando. Gran parte de los dirigentes del PP estarían encantados, de hecho, en adelantar el 22-M y que se votara mañana mismo. Se ahorrarían una campaña electoral que, para los populares, llega en un momento muy incómodo.

Mientras la cúpula del PP en la Comunidad pone sobre la mesa los sondeos que vaticinan el éxito electoral en los comicios del próximo 22-M, en Génova, sin embargo, se han encendido las alarmas durantes los últimos días. Saben que antes o después tendrán que entrar con el bisturí. Han perdido la oportunidad de hacerlo con las candidaturas que, al contrario, están plagadas de implicados en casos de supuesta corrupción como el propio Francisco Camps, pendiente de la decisión del magistrado José Flors sobre la apertura de juicio oral en el caso de los trajes de Gürtel. Dirigentes de Génova tienen claro que, a día de hoy, el PP de la Comunidad está inoculado de los dos virus que, casi en todos los casos, provocan complicaciones en los partidos: la división interna y las investigaciones por corrupción. Ese escenario preocupa. No ahora. Con la crisis económica y los ataques a Zapatero pueden salvar la cara y "tapar" su situación en la Comunidad durante los comicios del 22-M. Puede que se note en algún municipio pero, a estas alturas, el PP parece tener muy encarrilada la victoria en las Cortes.

Pero después, cuando pase esta batalla, la "patata caliente" la tendrá Mariano Rajoy que dentro de un año afrontará su reválida en las elecciones generales. Y la aportación de la Comunidad es absolutamente necesaria para que el líder nacional del PP, que ya ha cosechado dos derrotas como cartel electoral de los populares, llegue a La Moncloa. Madrid, de hecho, ya intervino para evitar la ruptura de Benidorm y el pulso en los feudos ripollistas. Con ese decorado, apuntan en Génova, a la cúpula del PP no le quedará otra salida que, una vez que se resuelvan las elecciones del 22-M, empezar a planificar su futuro en la Comunidad.

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El parapeto de los alcaldes como agentes electorales

Con Camps desaparecido de la campaña y el PP con un discurso difuminado, a los populares no les queda otra que encomendarse al valor de sus alcaldes. Y en esa línea, las candidaturas del PP a las Cortes son un reflejo del intento del jefe del Consell de parapetarse detrás de sus candidatos municipales que, en este punto, van a ejercer como agentes electorales. Camps, que acomete una campaña muy limitada por su estado de salud, tiene que confiar en el valor de sus candidatos locales. Y, en este sentido, ha optado por situar a sus tres principales alcaldes al frente de las candidaturas territoriales que, a su vez, están pobladas de regidores y aspirantes municipales. Será una campaña, la del Partido Popular, de alcaldes y alcaldesas. P. r. f.