No sólo ha quedado tocado el presidente de la Diputación, Joaquín Ripoll, en su aspiración de optar a un tercer mandato en el Palacio Provincial. También se ha visto mermado su liderazgo al frente del PP de Alicante. Entre los cargos populares que le han respaldado durante los últimos años en su pulso con Francisco Camps se ha extendido el convencimiento de que Ripoll ha hecho dejación de funciones en la defensa de sus partidarios, laminados en las listas a las Cortes y hostigados por los campistas en la elección de alcaldables, primero, y, posteriormente, en la confección de las candidaturas municipales. Antes de que estallara la operación Brugal con el registro de la Diputación y de su casa, el dirigente del PP podía sacar pecho frente a Camps. Después, sin embargo, Ripoll se ha tenido que plegarse a la petición de Génova de mantener la calma para garantizarse su continuidad. Y eso implicaba evitar todo tipo de conflicto interno.

Esa tesitura ha limitado el margen de maniobra de Ripoll hasta atenazarlo también en el proceso de confección de candidaturas que finalizó ayer. No pudo evitar las escisiones lideradas por sus afines pero tampoco que la dirección regional del PP metiera cuña en alguno de sus grandes feudos como Alcoy u Orihuela. Y, encima, tuvo que asistir a la maniobra orquestada de la cúpula campista para retrasar el registro de la candidatura municipal de Alicante y elevar su nerviosismo. Brugal empieza a agotar su liderazgo.

Esa debilidad de Ripoll ha empezado a preocupar entre algunos cargos próximos al presidente de la Diputación que ya valoran la opción de encontrar salidas al margen del titular de la institución provincial. Es decir, que el movimiento aglutinado alrededor del ripollismo pueda continuar adelante pero ya sin su actual guía al frente. Los alcaldes afines al titular de la Diputación, los únicos reforzados en este proceso, tienen en su mano la llave.