El debate suscitado en las últimas semanas sobre el nivel de protección antisísmica existente en Japón a raíz del tsunami que ha asolado al país nipón se trasladó ayer a las instalaciones del Club INFORMACIÓN en una mesa redonda en la que se puso de manifiesto la importancia que tiene el sector de la construcción a la hora de garantizar la protección de los ciudadanos ante una catástrofe natural. En este sentido, el ingeniero de Caminos y director técnico de la empresa de software para arquitectura, ingeniería y construcción CYPE Ingenieros, Carlos Fernández, incidió en la labor de prevención que debe existir para afrontar movimientos sísmicos.

En concreto, abogó por desarrollar un reglamento que obligue a recalcular las estructuras de los edificios de vital importancia antiguos con el fin de que estén adaptados a las normativas actuales. «La norma sísmica no tiene carácter retroactivo y el patrimonio inmobiliario de una ciudad viene de lejos. No es posible revisar todos los edificios, pero sí se debería hacer en los que son de uso público y de vital importancia como iglesias, colegios o servicios de protección para minimizar daños en una posible catástrofe». Asimismo, indicó que la rehabilitación estructural de estos inmuebles, denominado Retrofitting, ya se hace en otros países con el fin de potenciar y mantener el patrimonio inmobiliario del país.

Por su parte, el inspector jefe del Consorcio Provincial de Bomberos, Vicent Baeza, señaló que ya se está ultimado el «Plan frente al riesgo sísmico de la Generalitat» y que sólo falta la aprobación para que se ponga en marcha. En este sentido, coincidió con Carlos Fernández en que lo más importante son las labores de «prevención» porque en una situación de riesgo sísmico «no sabemos lo que nos podemos encontrar. Pueden pasar cuestiones impredecibles como que el terremoto afecte a las infraestructuras, a zonas de gas o roturas de presas lo que puede obligar a tener que recibir ayudas de otras zonas al no poder movilizarnos desde aquí».

Por ello, manifestó que el documento elaborado contempla la ayuda ciudadana, ya que en una situación de estas características «tenemos que saber qué empresas, por ejemplo, cuentan con la maquinaria necesaria para trabajar, los ciudadanos que sepan usarla y el material sanitario disponible». Por último, puntualizó que para que este plan sea verdaderamente efectivo en el tiempo «tiene que mantenerse actualizado».

Este documento ha sido elaborado con la colaboración de la Universidad de Alicante (UA). Desde esta institución, el doctor en Geología y profesor Pedro Alfaro indicó que «desde mi ámbito puedo afirmar que en la zona de Alicante no se va a producir un terremoto como el de Japón, según los datos que disponemos hoy en día». Además, recordó que las fallas de la provincia son la de Crevillent y la de la Vega Baja, una zona donde «el suelo es extremadamente blando, como un flan, lo que incrementa el riesgo» en las construcciones. No obstante, señaló que Alicante tiene el tope de sufrir un terremoto máximo de 7º en la escala Richter e hizo la siguiente pregunta retórica: «¿Podemos construir edificios nuevos capaces de resistir esta normativa? ¿Y rehabilitar los que ya están construidos?

Sobre las tipologías de suelo se llegó al momento más animado de la mesa. En este punto, el coordinador de Riesgo sísmico de la Universidad de Alicante (UA), José Juan Giner, manifestó que en los suelos más débiles se debe plantear unos parámetros de aceleración a la hora de construcción más elevados que los actuales, lo que elevaría el coste de la edificación y «ahí entraría en juego la eterna polémica entre geólogos, ingenieros y sector de la construcción».