Balada triste de las Cortes. El último pleno ordinario de la legislatura -aún está en el aire si habrá sesión la próxima semana- sirvió al grupo socialista para hacerse la foto de despedida al finalizar el programa matinal. Los semblantes de muchos de ellos eran elocuentes. La "masacre", en palabras de muchos diputados, practicada por Blanquerías en las candidaturas para las próximas elecciones autonómicas -sólo 10 de los actuales 38 parlamentarios tienen opciones de repetir- se tradujo ayer en palabras muy amargas hacia el secretario general del PSPV, Jorge Alarte, acompañadas de tambores de guerra de cara al post 22-M. "Jorge Alarte no ha tenido ni el gesto de reconocer y agradecer, aunque sea por compromiso, el trabajo del grupo", era el reproche generalizado que alguno extendía al portavoz, Ángel Luna, poco dado al sentimentalismo aunque la procesión le irá por dentro. "Ni una palabra de Luna hacia Joan Ignasi Pla, que lo rescató para la vida pública, ni hacia Joaquim Puig", decían.

El contraste fue más evidente cuando por la tarde Puig se despedía de varios parlamentarios mientras salía del hemiciclo. El portavoz de Compromís y líder del Bloc, Enric Morera, se fundió en un abrazo con él. Con otros diputados de su grupo hubo lágrimas. La última reunión del grupo fue el miércoles y Alarte, como ha sido lo habitual en la legislatura, no acudió, siquiera para agradecer servicios. Un reproche compartido por miembros de la dirección del PSPV. Luna -que la semana pasada sí tuvo unas palabras de reconocimiento- habló del paro de los parlamentarios.

A falta de cariño externo, los diputados decidieron preparar una comida o cena, la próxima semana, a modo de homenaje, ante el silencio de la dirección. Es cierto que al final de todas las legislaturas se suele celebrar una cena, pero ésta tiene una significación que va más allá. Invitarán a Alarte; cuestión aparte es que asista. Los parlamentarios se quejan de que no ha cumplido con el mensaje que lanzó en su día: Contaré con todos y al que no repita, le garantizaré una salida. Pero son muchos lo que ni siquiera han recibido una llamada para preguntarles por su suerte. "Ha logrado enfadar a todos", recalca un diputado. Y otro sentencia: "Aquí han tirado a todo el equipo y se han quedado los entrenadores (en referencia a la dirección del PSPV). ¿Dónde se ha visto eso?".

Los socialistas aprovechaban las intervenciones para decir adiós y sus oponentes del PP les lanzaban un ramo de flores dialécticas. Hasta el empalago. Así hasta que Manuel Mata, uno de los oradores más vibrantes que han pasado por la Cámara, se hartó. Cuando el popular José Marí aludió a su marcha, Mata aclaró: "No me he despedido porque me gusta el parlamentarismo y me voy a mi pesar; me voy porque me han echado". Fue el único que se atrevió a llamar al pan, pan y al vino, vino. La ovación de su grupo (no de todos) fue atronadora. Otros avisaban de que habrá consecuencias: "La gente se ha armado de cara al día 23-M. Ya veremos si Jorge Alarte hace las listas para las próximas elecciones generales".