"Con los gatos, protección; no exterminación" corearon ayer los estudiantes que respondieron al llamamiento de Universitari@s Progresistas en defensa de la colonia felina del Campus. Unos 200 alumnos, trabajadores y profesores se concentraron delante del Rectorado, donde firmaron en contra de la decisión del departamento de Infraestructuras, Espacios y Medio Ambiente de prohibir la alimentación de estos animales y presenciaron la escenificación de su muerte ya que creen que la medida acabará con ellos.

Entre los maullidos de los asistentes, Tamara Alarcón, coordinadora de la plataforma convocante, leyó el comunicado que han enviado al vicerrector Vicente Montiel recordándole que la población felina del Campus cuenta con un control demográfico por parte de un grupo de voluntarios que ha esterilizado a la mayoría de los mininos y que, si se eliminan los actuales, al ser un espacio abierto enseguida se asentará otro grupo nuevo, más incontrolado.

La asociación de ayuda animal Asoka el Grande y un grupo de voluntarias controlan desde hace más de diez años la colonia felina del Campus de acuerdo al protocolo que siguen otras universidades españolas o instituciones como el Jardín Botánico de Valencia. Conchi Rufete y Antonia García, que trabajan en la biblioteca del Campus, son dos de ellas. "Nos encargamos del pienso, del agua, de limpiar los residuos, de las capturas para castrarlos y esterilizarlos, y cuando están enfermos los cogemos para someterlos a tratamiento. Y sin ayuda económica de ningún tipo". Antonia explicó que hace unos años la Universidad les encargó, por dos veces, elaborar un censo de gatos porque querían iniciar el protocolo para declarar el Campus núcleo zoológico pero la iniciativa se quedó en el camino. Esa lista contiene la cantidad de gatos de la colonia, unos sesenta, sus nombres, características físicas, sexo, zona por la que se mueven y ficha médica, lo que "supone un control riguroso". También han abierto un proceso de adopción a través de la web de Asoka pero el Rectorado "los tiene entre ceja y ceja", según María Luisa Muñoz, profesora de Traducción. "Tenemos que estar alerta para que no se los lleven", apuntó tras denunciar que en la zona que tiene asignada desaparecieron gatos. Otra voluntaria, Ana González, que está embarazada, pide que "se dejen de excusas, como que transmiten la toxoplasmosis, porque son la última fuente de infección".

La institución puntualizó que el servicio de Prevención de la Universidad, que equivale a un gabinete de seguridad e higiene, recomendó en un informe retirar la comida que se dejaba para los gatos y limpiar esos lugares por razones de salud pública así como permitir su retirada por la Protectora de animales ya que hay personas alérgicas en la comunidad universitaria y otras se han quejado de su presencia en las zonas de restauración. Las mismas fuentes insistieron en que "no se trata de expulsar a los gatos ni acabar con la colonia" aunque recordaron que no están censados y se desconoce si están vacunados o no "pese a las afirmaciones de los voluntarios".