En la Goteta hay un antes y un después de mayo de 2003 cuando abrió el centro comercial Plaza Mar 2. "El barrio estaba muerto. Ahora hay más tráfico y más ruido, pero es mucho mejor, hay más gente y para el negocio, es fundamental", señala Jaime, dueño de un bar del barrio. Todos los vecinos con los que hablamos coinciden en resaltar el cambio que, según unos para bien y según otros para mal, ha experimentado en la última década este pequeño distrito cuyas viviendas fueron levantadas en 1968. "Ahora está vivo, hay más ambiente y los pisos se han revalorizado. Además a nosotros nos viene bien porque tenemos las tiendas a un paso. Cuando lo construyeron creíamos que nos iba a dar más problemas, pero no", señala Santiago del Moral, un vecino que vive aquí desde que se levantaron las casas hace más de 40 años "cuando valían 124.000 pesetas y se pagaban a 700 pesetas al mes". Entonces, recuerda, "aquí no había nada, el campo de los Almendros donde los críos íbamos a jugar, el colegio Calasancio, una cerámica abandonada y poco más". A Santiago le gusta su barrio. "Yo no me iría de aquí, me tendrían que sacar. Había dos o tres personas con algún problema de drogas pero eso está controlado, hay un par de bares para que los mayores echen la partida, y te puedes dejar el coche abierto sabiendo que la gente del barrio no te lo va a tocar, se vive bien", asegura.

Al presidente de la asociación de vecinos, Manuel García, también le gusta La Goteta. "Tenemos la montaña ahí al lado, el mar enfrente y estamos a un paso del centro", señala, para añadir que "en verano no necesitamos ni aire acondicionado de la brisa del mar que llega. Es una zona privilegiada pero que ha estado abandonada por la administración durante mucho tiempo", aunque a su juicio, "en los últimos tiempos veo un cambio para mejor. Hemos conseguido que el TRAM pare aquí aunque no estaba previsto, y se están haciendo cosas como el arreglo del parque, pero faltan otras".

Manuel es uno de los que consideran que al barrio no le ha beneficiado la apertura del centro comercial. "Es verdad que se han revalorizado las viviendas y que antes esto era más como una ciudad dormitorio, pero era más tranquilo y limpio y no hemos recibido ninguna compensación. Nos hubiera gustado, por ejemplo, que hubieran contratado a algunas personas del barrio", señala.

Los bloques mantienen su imagen típica de viviendas de protección oficial de los años 60 y 70, con su fachada ocre, y sus toldos verdosos, algunos de ellos desvencijados, y el asfaltado y la señalización viaria están parcheados y necesitan un repaso. Con todo, el barrio no tiene mal aspecto. En la mayoría de viviendas los viejos balcones de hierro se han cambiado por otros de aluminio más prácticos, y a pie de calle en el exterior de algunos bloques, los vecinos han construido jardineras que ayudan a paliar la aridez de los viejos edificios de cuatro plantas originales a los que posteriormente se les unieron otros más modernos y más altos encarados a la Avenida de Denia.

En La Goteta hay un parque público que actualmente está siendo remodelado para evitar que cuando llueve la tierra manche todo el barrio. El parque está dotado con columpios y árboles para los mayores y es una de las pocas zonas de reunión con que cuenta el barrio además de la sede de la asociación de vecinos en la que se realizan talleres de manualidades y actividades culturales. Ahora las alumnas -porque , según nos dicen, todo son mujeres- están trabajando en la realización de cuadros de miga de pan y los locales de la asociación están llenos de flores rojas puestas a secar en tendederos en el salón principal de la entidad.

Bares

Aunque hay pocas tienda y se ven algunos viejos negocios con las persianas echadas -lo que resulta lógico dado que está pegado al centro comercial con sus 120 comercios, su gran hipermercado y sus 16 salas de cine- en la Goteta, hay varios bares. "Aquí vienen muchos trabajadores del centro comercial porque somos más baratos y además a muchos les resulta más agradable, con la terraza en la calle", señala Jaime que lleva la cervecería Els Xiquets junto a su hermano Liberto y su hermana Loli. Efectivamente, a las doce del mediodía hay muchos clientes en el bar, tanto en las terrazas de la calle como en su interior, decorado ahora con espumillón y grandes bolas navideñas. Allí encontramos al patriarca de la familia, José Luis Cabanes, que vive en el barrio desde que se levantó en 1968 "A mí me gusta esto aunque sí ha cambiado. Antes nos conocíamos todos y ahora no tanto, sobre todo porque ha venido mucha gente de fuera", señala.

Los vecinos recuerdan las carreras de motos que se realizaban por la zona. "Había una especie de circuito de motos que pasaba por aquí y por Vistahermosa hasta la Albufereta", cuenta Jaime. Y también recuerdan "que sobre la carretera siempre pasaba un riachuelo de agua" según señala Joan Pérez Lledó, vecino de la zona, quien reitera que el barrio debe su nombre a un manantial de agua. Él vive en una urbanización frente al centro comercial "ya en el Pla", y asegura que "aún hay muchos vecinos que usan el agua que manaba de la fuente. En mi urbanización, por ejemplo, llenamos con ella la piscina". Joan Pérez cuenta que el agua cruzaba la actual carretera de Denia "y pasaba junto a un matadero que había detrás de la Sangueta". A este respecto Santiago del Moral señala que "el barrio se llama Goteta porque salía agua de la sierra que abastecía a unas casitas y llegaba gota a gota".

Sus aguas subterráneas causaron por ejemplo muchos problemas a los constructores de uno de los edificios más emblemáticos y polémicos de la zona, el edificio Montreal, conocido como La Pirámide, obra del arquitecto eldense Alfonso Navarro. El edificio, levantado en 1986, tiene 25 plantas en su zona más elevada y ofrece una de las estampas más reconocibles de la zona aunque no a todo el mundo le gusta. "Aquí vivimos muy bien, las habitaciones son grandes y las vistas, maravillosas" señala Rafael, un vecino del edificio que cuenta que "no es una pirámide, es un barco con velas".

En su origen, el bloque se concibió para acoger 40 locales comerciales, pero todos se utilizan en la actualidad como viviendas tal como confirma el conserje de la urbanización, Joaquín, que lleva la friolera de 22 años cuidando el enorme edificio. Debido a la barrera que supone la avenida de Denia, una de las arterias con mayor densidad de tráfico de Alicante, los vecinos de la Pirámide no mantienen apenas relación con sus vecinos de la Goteta; de hecho, tal como señala Rafael, "pagamos como vecinos de la Goteta pero por ejemplo en las hogueras nos relacionamos más con las de Pla".

Ambas parte del barrio, están unidas por el puente elevado que une el centro comercial con el Pla y por un paso subterráneo que normalmente está lleno de grafitis y que estos días está más o menos limpio. "Lo limpian con frecuencia, pero enseguida vuelven a aparecer pintadas", señala una vecina mientras un señor se queja de que "hay mucha gente que usa esto como si fuera un urinario público".

En cuanto a dotaciones, a los vecinos de La Goteta les corresponde al centro de salud del hospital provincial y tienen a un paso los centros educativos concertados Calasancio y Jesuitas. En el barrio, aunque al otro lado de la avenida de Denia, está el colegio de Médicos, y aquí se abrió la nueva sede del Alicante club de fútbol.

Vinilos y antigüedades

Aunque el centro comercial Plaza Mar Dos se come toda la actividad comercial de la zona, en la Goteta hay además de la farmacia, de la gasolinera y de un concesionario de coches, una tienda de prensa y material de oficina y una carpintería, así como uno de los comercios más antiguos y peculiares de la zona como es el rastro La Bicoca, abierto en 1972 por el padre de Ernesto Martínez y en el que actualmente trabajan sus hijos Ernesto, Isaac y Gonzalo. Se trata de un curioso comercio en el que se pueden encontrar muebles antiguos, juguetes de época, objetos de decoración, además de centenares de libros antiguos, discos de vinilo, cómics y tebeos. "Tenemos por ejemplo un paragüero del siglo XIX que perteneció a Alberto Closas", cuenta Ernesto, quien también se muestra orgulloso de un armónium del siglo XIX, de varios aparatos de radio y de una colección de baúles de principios de siglo pasado.