Agustín habla con orgullo de su barrio. "Para mí, desde luego es el mejor de Alicante, es tranquilo, con edificios de poca altura y es de los más antiguos de la ciudad porque aquí hace 500 años había un convento de los agustinos". No es raro el cariño que Agustín tiene al barrio que lleva su nombre dado que, al fin y al cabo, su bisabuelo Agustín Santonja fue una de las personas que más contribuyó a su fundación ya que hace más de 150 años compró la finca en la que actualmente se asienta la barriada . Su madre, María Santonja, es una de las vecinas más antiguas del barrio. "Mi abuelo", cuenta María, vino de Relleu con algo de dinero y le ofrecieron comprar en Benito Pérez Galdós y Alfonso el Sabio, pero había muchas casas y él no quería eso, así que compró una finca aquí y levantó la casa en 1857". Se trata de la llamada "Casa de Agustino" ubicada en la calle Albatera frente a un nuevo parque que aún no tiene ni nombre y que se ve flamante con sus juegos infantiles de colores y un gran surtidor de agua que alegra la zona. A María y a su familia les gustaría que la plaza llevara el nombre de la familia "porque está en terrenos que eran del bisabuelo".

Mientras hablamos, María hace un alto para comprar el pan a un joven que reparte las barras de casa en casa en una furgoneta como se hacía antiguamente. "Éste es un barrio, barrio" destaca Agustín, "en el que todos nos conocemos y estamos unidos y en el que, si uno se va al mercado, el de al lado le cuida la casa. Hay muy buena gente y con buen nivel. Sólo en mi casa hay cuatro títulos universitarios y en muchas es igual. Lo único malo es que hay cuatro o cinco personas que han tenido problemas con la droga y dieron mala fama al barrio. Se solucionaría con algo más de vigilancia", añade.

Seguridad

Efectivamente muchos vecinos señalan que San Agustín pasó por una época mala debido a la droga, "pero esos cuatro o cinco delincuentes están en su mayoría en la cárcel y ahora el barrio está muy bien y es de los más seguros de la ciudad", señala Julia Sánchez, miembro de la asociación de vecinos "La Prosperidad". A su juicio, parte de la "mala fama" que tuvo el barrio durante una época "fue porque hay gente que confundió a los mendigos que venían al comedor social de las Hijas de la Caridad con delincuentes".

Julia vive aquí desde hace 26 años. "Éste es un buen barrio; en verano vivimos en la calle, nos salimos al fresco, eso es calidad de vida". Su casa es una de las típicas del barrio, una planta baja con un jardín exterior en el que Julia y su marido Paco tienen un naranjo, varios perros y periquitos además de un montón de flores. "Nosotros vinimos de fuera como otros muchos. Aquí lo normal era venir, comprar un terrenico y hacer una casita" dice Julia mientras nos muestra un belén como los de toda la vida que ha montado en el salón con la ayuda de sus nietos.

Julia y Paco vinieron de Andalucía como muchos otros vecinos. Casualidad o no, aquí está ubicada la Casa de Andalucía, con su bar y su enorme salón en el que se organizan bailes, clases de sevillanas o de castañuelas y en el que muchos andaluces de Alicante se reúnen para mantener su identidad y algunas de sus costumbres. La Casa de Andalucía abrió en 1989 y tras la barra del bar encontramos a una mejicana, Alma, que aclara que su marido es el andaluz mientras nos enseña las instalaciones con sus paredes de azulejos azules y sus fotografías y pinturas de rincones andaluces.

La mayor parte del barrio, que durante la República y la Guerra Civil se llamó barrio de la República, se levantó en los años 30 y 40 del siglo pasado; un barrio poblado sobre todo por obreros y personas humildes que con el boom de la construcción sufrió una importante expansión pasando de 1.357 vecinos censados en 1999 a 1.900 diez años después. Ahora se ve limpio; sus aceras están nuevas y las viejas casitas con sus aleros de vigas de madera y la imagen de San Agustín en la puerta se alternan con los bloques nuevos de viviendas ofreciendo una imagen algo anodina.

Durante este tiempo el barrio ha cambiado mucho. "En los años cuarenta el barrio estaba sin asfaltar y aún había pocas casas", recuerda el presidente de la Asociación de fiestas, Blas Abellán. "Entonces, se cruzaba a Los Ángeles por un puente porque la actual calle Teulada era una rambla. Abellán añade que "desde San Agustín iban a tomar el tranvía a Los Ángeles. La luz la encendían con un palito, y en el barrio había puntos de agua en los que se abastecían los vecinos". En barrio llegó a tener en esa época dos cines, uno de verano y un de invierno.

Ahora aquí y allá encontramos solares vacíos aunque vallados en su gran mayoría. "Es que hay mucho pendiente de construir pero con la crisis todo está medio parado" señala Jesús, un vecino que está con José tomando un café en la Casa de Andalucía. Ahí está por ejemplo un proyecto de creación de un parque donde se encuentra una vieja nave junto a Teulada vieja y llena de pintadas, "pero con la crisis anda todo parado". De hecho, muchos de los nuevos pisos están vacíos según cuentan los vecinos.

En San Agustín hay dos plazas públicas, las dos nuevas y en buen estado. A la hora de la salida del colegio los niños abarrotan los columpios de la plaza de San Agustín, junto a las Carmelitas. Al preguntar a algunas de las vecinas que están en el parque sobre las necesidades del barrio todas dicen lo mismo: no hay tiendas. En el barrio necesitan sobre todo una farmacia, "porque aquí hay mucha gente mayor y tenemos que ir a Los Ángeles a comprar". Es difícil además que abran nuevos comercios ya que la construcción en el barrio está limitada a tres alturas debido a la estrechez de las calles y abrir una tienda no sale muy a cuenta. Pero no siempre fue así. María Santonja, por ejemplo, tenía una tienda de ultramarinos, "pero cuando abrieron las medianas superficies tuvimos que cerrar". También había una droguería y ahí anda un viejo Udaco con las persianas echadas. Sí que tienen una panadería, el horno de San Agustín en la calle Tubería cuya propietaria recuerda que "esto está abierto de toda la vida, desde antes de nacer yo, y tengo 64 años". Por lo demás, en San Agustín encontramos una tienda de marcos, de aluminio, carpinterías, ebanistería y un centro de nutrición del deporte comercios en su mayoría abiertos cerca de la calle Teulada.

Mercadillo

La instalación allí del mercadillo, por cierto, ha beneficiado a los vecinos de San Agustín que compensan la falta de tiendas en su barrio con la cercanía de los puestos los jueves y los sábados. Estos días, el trasiego de vecinos de San Agustín bajando al mercadillo es constante. "Sí, nos ha dado mucha vida, nos lo han puesto a un pasico y nos viene fenomenal", señala Enriqueta, una vecina a la que encontramos en la puerta de su casa y que cuenta que lleva más de 50 años en el barrio y que "es muy tranquilo, vivimos muy a gusto aquí y se ha quedado muy céntrico y bien comunicado".

En el barrio sí hay una decena de bares en los que se reúnen los vecinos, además de en las plazas. También cuentan con los locales de la asociación en la calle Ibi que están siendo remodelados en la actualidad. Tal como ha señalado Julia Sánchez, "había mucha humedad y se está aislando, además están poniendo aire acondicionado". Mientras duran las obras, los miembros de la asociación se reúnen en la parroquia de San Agustín, una parroquia, por cierto, con una historia muy curiosa. Así, tal como ha relatado Blas Abellán cuando en el barrio aún no estaba hecha la iglesia, los vecinos compraron entre todos la imagen del santo y la guardaban en una casa. Cono necesitaban una parroquia, la abrieron provisionalmente en una droguería del barrio donde estuvo un par de años hasta que construyeron la iglesia hace 24 años gracias a las aportaciones de los vecinos.

Calles engalanadas y canto de la aurora

El principal acontecimiento de San Agustín son sus fiestas de agosto en honor a su patrón que el próximo año cumplen 65 años y que han sido nominadas como fiestas tradicionales y populares de Alicante. Uno de los actos más conocidos de las fiestas es el engalanamiento de sus calles que casi se había visto reducido a un par de vías y que en los últimos años ha sido potenciado por el nuevo equipo de la asociación de fiestas presidido por Blas Abellán, un joven de 33 años empeñado en revitalizarlas. "El año pasado ya se decoraron ocho calles y dos barracas, hacemos un concursos de arte en vivo y participó gente de todo Alicante". Además, se mantiene la entrada en la que participan miembros de todas las calles y barracas. Hasta hace poco las niñas se vestían con el traje de novia alicantina, "pero aquí no hay hoguera y era un gasto que no todas las familias pueden mantener, por eso hemos decidido que las niñas salgan vestidas de calle", señala el presidente. El 28 de agosto tiene lugar el canto de la autora a San Agustín. "Es muy bonito. Vecinos del barrio salen por las calles con guitarras al amanecer a cantarle al santo". También son tradicionales las cornetas y tambores en las fiestas y la participación de "las marineritas". Las fiestas se mantienen en la actualidad gracias a los 40 euros anuales que aportan unos 200 vecinos. "La gente aquí es muy festera", señala Blas, "ha llegado a haber hasta 14 barracas, y hubo un tiempo que teníamos Moros y Cristianos aunque aquello se acabó perdiendo". La asociación organiza además el Carnaval y la Cabalgata de Reyes para los niños del barrio.