¿Qué piensa un sociólogo como usted que no tiene pelos en la lengua de la situación por la que atraviesa España?

Estamos en el fondo de la crisis más honda de toda nuestra historia. No sirve de consuelo decir que se trata de una crisis global, porque países como China o Brasil no la están sufriendo. Da la casualidad de que España e Irlanda, los dos países en los que más se está dejando sentir la recesión, tienen muchos puntos en común. Entre otras cosas, se trata de países católicos y que tienen un elevado porcentaje de vivienda en propiedad.

¿Cree que es el ladrillo el causante de esta recesión?

Es uno de los factores. Todos hemos comprado una vivienda creyendo que se revaloraría y no ha sido así. Pero además, la generación anterior tuvo unas ganas de trabajar notables y una productividad alta. Actualmente, tanto la productividad como las ganas de trabajar han bajado. La fiesta se ha convertido en el centro y el trabajo ha quedado como "el curro".

Con este panorama, ¿qué futuro le augura a los jóvenes?

La generación de jóvenes de ahora va a vivir peor que la de sus padres. Eso es un retroceso, con el agravante de que los jóvenes de hoy en día están acostumbrados a vivir muy bien. En los años 20 y 30 pasó algo parecido y la consecuencia fue el fascismo en Alemania. No quiero decir que en este país surja el fascismo de aquí a unos años, pero sí que va a haber una hecatombre. Lo positivo es que ahora tenemos más recursos. Somos un gran país exportador e importador. Las empresas de obra pública están paradas, pero lo bueno es que se han marchado a otros países a hacer obra pública; los arquitectos españoles están trabajando en Dubai o Hong kong. Aunque el sistema educativo es horroroso hay escuelas formando adecuadamente a alumnos que luego se marchan a trabajar fuera.

Pero es importante que España recupere a esta gente formada que se marcha a otros países.

No es necesario. Lo importante es lo global. También es valioso exportar mano de obra cualificada, sobre todo si la opción es estar aquí sin trabajo. Luego importamos, por ejemplo, ecuatorianos que cuidan a los viejecitos porque ningún español quiere hacerse cargo de esa tarea. Se trata de importar y exportar siempre. Además, la crisis aún durará 10 años, por lo que a los jovenes no les va a quedar más opción que irse a trabajar a otros países. Se necesitan profesores de español en todo el mundo y no hay. Aquí estamos con la tontería de la inmersión lingüística en catalán cuando nuestro negocio es el español. Pero además los jóvenes no se quieren ir a más de 80 kilómetros de sus papás.

¿Cuáles son sus recetas para salir de esta situación?

No hay más solución que subir los impuestos y disminuir los gastos superfluos. No es lógico que la Complutense, por ejemplo, tenga tres veces más empleados que hace unos años con un tercio menos alumnos. Más grave que cuatro millones de parados son cuatro millones de funcionarios que no producen. El tema de las prejubilaciones con 50 años también me parece escandaloso. Cuando nos percatemos de que cada vez somos más pobres empezaremos a avanzar. En qué cabeza cabe que siga habiendo los mismos municipios que hace 50 años con lo que supone en alcaldes, concejales, ayuntamientos... El sistema públicos nos cuesta demasiado dinero.

¿Y respecto al sistema financiero?

La codicia de los banqueros no tiene nada que ver en la crisis porque eso es universal y debería afectar por igual a Chile y a España y no ocurre así. El descenso de productividad es lo más importante. La mentalidad es rendir lo menos posible, que te paguen por no trabajar ahora es la máxima.