La crítica situación financiera de la Generalitat arrastra, en estos momentos, dos graves problemas que son un lastre para la gestión del "día a día" de los servicios públicos: los pagos aplazados, una hipoteca que acumulará durante 2011 más de 45.000 millones en déficit, impagos y facturas pendientes; y una alarmante falta de liquidez -cerca de 8.000 millones de fondo de maniobra negativo- que impide al Consell realizar con normalidad los pagos a corto plazo, los que posibilitan el normal funcionamiento de la administración. Un dato que aparece en el balance del Consell y que figurará en el informe anual que la Sindicatura de Comptes hará público la próxima semana sobre la gestión autonómica en 2009.

La situación financiera de la Generalitat es tan grave que, en estos momentos -apuntan expertos financieros consultados-, el problema ya no es pagar con retraso sino, efectivamente, poder reunir el dinero para abonar las facturas de proveedores o de servicios básicos. Es decir, ya no se trata de pagar con demora sino de cómo encontrar caminos que faciliten saldar las deudas. Los impagos a proveedores, las dificultades en el abono de las nóminas a funcionarios o el retraso en el pago a los farmacéuticos y a los abogados del turno de oficio tienen un único origen: la falta de liquidez de las arcas de la Generalitat, una situación agravada por el descenso de los ingresos originado como consecuencia de la crisis y que en 2011 podría registrar una caída cercana a los 2.000 millones de euros.

A 31 de diciembre de 2009 -el dato que aparecerá en el próximo informe del Síndic-, la Generalitat tenía acreedores a corto plazo que le reclamaban 9.642 millones mientras las cantidades disponibles para hacer frente a ese volumen de deudas sólo sumaban 1.736 millones. La diferencia -el fondo de maniobra- es negativa en casi 8.000 millones -7.906 concretamente-, una cantidad que supone alrededor del 60% del presupuesto que esta misma semana aprobarán las Cortes para afrontar el ejercicio de 2011. Con ese escenario es muy difícil poder hacer frente al "día a día" de la gestión. Habría que "parar" durante siete meses para equilibrar la balanza. Es el mayor déficit de liquidez de la historia de la Generalitat, cinco veces superior al que se registraba hace nueve años, antes de que Francisco Camps llegará a la presidencia del Consell. El dato, por tanto, es elocuente para analizar la enorme gravedad de la situación.

Pero el problema no está, únicamente, en los pagos a corto plazo. También está en el futuro. En una auténtica losa de pagos aplazados, impagos y deuda. En estos momentos, el lastre de la Generalitat podría cifrarse en unos 42.000 millones de euros, unos 7 billones de las antiguas pesetas. En esa cantidad se englobaría, entre otras cantidades, los "números rojos" reconocidos por el Banco de España: más de 19.000 millones; otros 1.800 millones de incremento de deuda en 2010 y de fondos que deben retornarse al Estado por exceso de transferencias; las facturas pendientes de teléfono, energía eléctrica y correos, que se acercarían a los 1.200 millones; otros 1.100 millones de deuda de RTVV, cuyas nóminas han tenido que ser asumidas directamente por el Consell ante la imposibilidad de pagarlas; 10.000 millones en inversiones mediante aplazamientos a pagos a cuatro años; casi 700 que se adeudan por el retraso en la aplicación de la Ley de la Dependencia; o una deuda sanitaria de 2.700 millones. Será peor en 2011. Con los bonos patrióticos, la deuda pública presupuestada, el déficit de ingresos y los pagos aplazados para 2012 y 2013, el lastre financiero del Consell aumentará en otros 5.300 millones hasta situarse por encima de los 45.000.