Menos el jefe del Consell, Francisco Camps, a quien la toma de posesión de Pilar de la Oliva como presidenta del Tribunal Superior le pilló de viaje por Rumanía, pocos de los que tenían que estar quisieron perderse un acto histórico por cuanto se trataba de la primera mujer que accede a este cargo en la Comunidad y por haber sido necesarias tres intentonas para que conservadores y progresistas se pusieran de acuerdo en la elección de esta magistrada que ha supuesto el relevo de Juan Luis de la Rúa, probablemente el presidente más polémico y cuestionado que ha tenido este órgano judicial.

Menuda, de trato afable y perfil conservador, esta magistrada de 54 años juró ayer su cargo ante una nutrida representación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) encabezada por su presidente, Carlos Dívar, y de la que formaban parte el vicepresidente, Fernando de Rosa, y la portavoz, Gabriela Bravo, entre otros. En ausencia de Camps, a la cabeza de la comitiva política se encontraba la presidenta de las Cortes, Milagrosa Martínez, el delegado del Gobierno, la alcaldesa de Valencia y, también entre otros, el conseller Blasco, a quien Dívar obvió en su saludo de bienvenida.

Tras las palabras de la flamante presidenta abogando por la necesidad de medios, apostando por una justicia más cercana pero sin mención alguna a temas como la corrupción, la politización de la justicia y/o la judicialización de la política, fue Dívar quien hilvanó un discurso que, aún suavizado por un tono eucarístico, encerraba más carga de profundidad. El presidente del máximo órgano de gobierno de los jueces abogó por una justicia transparente y valiente. Y lo hizo ante la nueva presidenta de un tribunal sobre el que penden serias dudas acerca de su imparcialidad a tenor de algunas de sus actuaciones y en la misma sede judicial (y hasta es posible que en la misma sala) en la que pueden acabar juzgándose algunos de los casos de corrupción que en estos momentos se están instruyendo.

Como lo valiente no quita lo cortés, agradeció Dívar a De la Rúa su dedicación a la Justicia aunque acto seguido, y al aludir a la función de representación y a la colaboración con otras instituciones que necesariamente conlleva el cargo del presidente del TSJ, quiso dejar claro que "colaboración no es lo mismo que subordinación, no son la misma cosa", precisó este magistrado que enfatizó el papel de los medios de comunicación para garantizar la transparencia de la Justicia y defendió que los jueces, además de justos y valientes, sean humanos, lo que fue tomado a chanza por algunos de sus colegas presentes.

Tras el acto de toma de posesión, que se resolvió en apenas media hora, Pilar de la Oliva compareció ante los periodistas a cuyas preguntas declaró que se debe luchar tanto contra la corrupción como contra cualquier otro delito al tiempo que dijo respaldar la labor del juez instructor del caso Gürtel. Quien también es desde ayer la presidenta de la sala de lo Civil y de lo Penal, a la que competen los asuntos de corrupción con políticos aforados, añadió que aún no había visto el procedimiento en el que está imputado Camps, pero aseguró que "los magistrados actuarán de acuerdo con el principio de legalidad".