Es uno de los más antiguos de Alicante, pero su ubicación en el extrarradio de la ciudad y su carácter exclusivamente residencial hacen que este pequeño barrio, formado por chalés y viviendas unifamiliares, sea un desconocido para muchos alicantinos. Lo primero que llama la atención al pasear por Ciudad Jardín es que en el barrio, al menos en su núcleo central, no hay comercios ni bares. Todo son viviendas levantadas en pequeñas parcelas ordenadas en cuadrícula entre una decena de calles estrechas desde las que se ven las vallas y los pequeños jardines que rodean los chalés y que justifican el nombre del barrio. Por la calle apenas encontramos gente hasta que salimos a la plaza del centro de salud que da servicio a parte de la zona norte de Alicante. A su alrededor se encuentran la mayor parte de los servicios del barrio, el polideportivo y un par de colegios e institutos a los que acuden los niños de Ciudad Jardín, además de los de la vecina Virgen del Remedio y otros barrios cercanos. "Esto es muy tranquilo y da gusto vivir aquí. ¿Quién no querría tener una casita con jardín?", dice Antonio, un jubilado que encontramos en un banco bajo uno de los olivos de la plaza del centro de salud.

Junto a los juegos infantiles de la plaza de Pintor Peyret está Mari Carmen con su nieto Ángel y su perrita Luna. Mari Carmen vive en uno de los pisos que rodean la zona de chalés. "Me gusta venir a este parque, es tranquilo y agradable. Éste es un buen barrio. Yo llevo un año viviendo aquí y me gusta", dice. La tranquilidad de Ciudad Jardín es valorada también por algunos vecinos de los barrios cercanos. Así, por ejemplo, Iván y Aida, una joven pareja de Virgen del Remedio, juegan con su niño Iván en los columpios de Ciudad Jardín. "Nos gusta más este barrio, es más tranquilo. Allí hay mucho follón", dicen, señalando los bloques de viviendas de Virgen del Remedio.

Pero al margen de las dos placitas de Ciudad Jardín, aquí la vida se hace sobre todo de puertas hacia adentro, en los pequeños jardines que rodean los chalés y en las urbanizaciones de bungalows de nueva construcción. Dando una vuelta por el barrio se aprecia una gran diferencia entre los chalés modernos, algunos de lujo, y otros que parecen a punto de venirse abajo aunque mantienen su encanto. Y es que muchos tienen casi noventa años.

La que se llamó en su época Ciudad Jardín de General Marvá fue proyectada en 1925 por el arquitecto Francisco Fajardo para la sociedad industrial Padrós y Olmos. Se trataba de una zona residencial que se creó como alternativa al Ensanche a las afueras de la ciudad apoyada en la carretera de San Vicente y en un terreno algo elevado sobre el nivel del mar. Según se refleja en el Registro de Arquitectura del siglo XX en la Comunidad Valenciana, "el emplazamiento fue desde el principio un reclamo publicitario para su promoción que, además, respondía tanto a las premisas higienistas de "aire libre y luz" en un espacio ajeno a la congestión y la insalubridad de la ciudad tradicional, como al requerimiento de suelo barato que permitiese su financiación". El proyecto fue emprendido a modo de cooperativa, que es la forma de promoción característica en este tipo de colonias, y acogido a la legislación de casas baratas."Mi padre trabajaba en la construcción de la colonia con la empresa que lo hizo, y se quedó luego con uno de los chalés más pequeños, porque había de distintos tamaños", recuerda Francisca Molina, ex presidenta de la asociación de vecinos del barrio. "Las casas se podían pagar entre 30 y 50 años y mi padre me contó que se pagaban entre 21 y 70 pesetas al mes dependiendo de los plazos y del tipo de casa. Las pequeñas, por ejemplo valían 7.500 pesetas".

Otro de los viejos propietarios fue Pedro Soriano. Ahora en su casa, "Villatonica", llamada así por su mujer Antonia, vive su nieta Lola con su marido Fran y sus hijos. El chalé se conserva prácticamente igual que cuando se construyó. "Está hecho de piedra y barro y con el tejado de cañizo", cuenta Fran mientras nos muestra el enlucido original del chalé desgastado por la humedad en parte de la fachada. Lola y Fran relatan anécdotas de las que les contaron los abuelos. "Por ejemplo durante la guerra civil obligaron a los abuelos a meter aquí a gente del ejército", dicen.

La mayor parte de los jardines de los chalés del barrio están cuidados, al menos por lo que se puede ver a través de las verjas desde la calle, aunque hay algunos deshabitados y en venta. "Antes de la crisis en cuanto alguien quería vender encontraba comprador enseguida. Ahora las cosas están peor", relata un vecino. Por dentro, los chalés con gruesos muros, deben resultar, al menos en verano, bastante frescos, tal como comprobamos gracias a Pepe, un vecino del barrio que compró uno de los chalés originales hace 20 años. En su jardín, además de un enorme limonero y un naranjo, Pepe tiene hasta un pozo alrededor del cual dormitan su perro y sus gatos. "Aquí vivimos bien, estamos en la ciudad pero es como si estuviéramos en el campo. El único problema es que si te descuidas te rompen los cristales del coche".

La inseguridad ciudadana es uno de los problemas del barrio según señalan los vecinos. Así, Fran y Lola, aseguran que su perro es fundamental para asegurar su tranquilidad "porque hay ladrones que piensan que por vivir en un chalé aunque tenga casi cien años, tienes dinero y nosotros por ejemplo estamos los dos en paro y no tenemos ni un euro. No es una zona de ricos, son casas antiguas y hay mucha gente que las ha heredado". A juicio de los vecinos, la cercanía de barrios en los que hay un mayor índice de delincuencia, hacen que en Ciudad Jardín sea necesario tener mayores medidas de seguridad que en otros barrios.

Vecinos y Fiestas

En los chalés igualmente se encuentran las instalaciones de la asociación de vecinos del barrio y la junta de distrito. "Donde ahora está la asociación había en el pasado un colegio de niñas, y en el chalé donde ahora está la junta de distrito, había un colegio de niños", recuerda Francisca Molina. La asociación de vecinos se creó en 1977 y además de reivindicar mejoras para el barrio y de organizar talleres y actividades dirigidas a sus vecinos, es la encargada de organizar las fiestas de Ciudad Jardín que se celebran desde los años 30 del siglo pasado y que ayudan a estrechar las relaciones entre los vecinos con la organización de verbenas, juegos populares y comidas de hermandad. Además la asociación de vecinos colabora en la organización de la cabalgata de reyes y cede su local a la vecina hoguera de la Plaza del Mediterráneo. Las fiestas son una buena excusa para reunir a unos vecinos que carecen de lugares de encuentro. En el barrio no hay bares, cafeterías ni zonas de esparcimiento. "Nunca las ha habido", recuerda Francisca Molina, quien añade que "mi padre me contaba que antes de que la mayoría de la gente tuviera coche, uno de los vecinos del barrio que tenía dinero alquilaba un autobús para que los vecinos fueran juntos al cine o al teatro en Alicante".

Antes de dejar el barrio nos tropezamos con un grupo de personas que se dirige a la parroquia de la Redención para bautizar a Nayla, una de las vecinas más pequeñitas de Ciudad Jardín. "Claro que se vive bien aquí", dice su abuela, "un buen lugar para críar a los niños".

La vida de puertas adentro

En Ciudad Jardín apenas hay comercios. Los más cercanos se encuentran en Virgen del Remedio. "Para comprar el pan o algo urgente, sí vamos a Virgen del Remedio, pero para la compra grande cogemos el coche. Yo por ejemplo acabo de venir del mercado central de comprar pescado", señala Rosa que se dirige a su casa cargada de bolsas. Igualmente, si los vecinos quieren ir a un bar o a una cafetería, tienen que cambiar de barrio aunque tanto Virgen del Remedio como Rabasa y Divina Pastora están a un paso. "Aquí no hay nada. Nos vendría fenomenal que abrieran un súper o alguna cafetería por aquí", indican Ana María y Julián, a la salida de la farmacia, ubicada entre el barrio y Virgen del Remedio. De hecho, dando una vuelta por Ciudad Jardín uno encuentra la farmacia, una ortopedia, un quiosco y poco más. Además, en uno de los chalés hay en funcionamiento una asesoría laboral tal como se especifica en un cartel en la puerta, mientras que otros albergan, además del observatorio meteorológico, una escuela infantil, la asociación de vecinos y las dependencias de la Junta de Distrito. Otras de las dependencias con que cuenta el barrio además del centro de salud, son la parroquia de la Redención y la iglesia evangélica ubicada en la avenida de Novelda.