Tener un ático en la plaza de los Luceros con paredes de vidrio que aprovechan la luz natural de las ventanas orientadas al mediodía, como el diseñado por el interiorista Ángel Cremades, es seguramente el sueño de muchos. O poseer una vivienda unifamiliar que suma dos pisos de última planta en un pintoresco barrio de pescadores, próximo al mar, donde reside un joven matrimonio con hijos pequeños que encargó el proyecto de la casa de su vida a los interioristas Raquel Pineda, Esperanza Botella y Pedro Blaya. En el Cabo de las Huertas hay una vivienda adosada en primera línea que por necesidades de su propietario debía permitir su uso privado y eventos sociales, y que fue rediseñada por Tono Lledó. Los tres proyectos forman parte de "Modus vivendi", una exposición sobre los mejores trabajos de interiorismo del siglo XXI en la Comunidad Valenciana.

La muestra, que se podrá visitar en la biblioteca del Museo Arqueológico de Alicante (MARQ) hasta el 12 de diciembre, incluye los 46 trabajos de arquitectura de interior más destacados en los últimos años en la región, trece de ellos de diseñadores alicantinos. Aparte de vivienda también hay espacios modernos y multifuncionales donde se desempeña una actividad comercial, como el restaurante La Seu de Dénia, la pizzería D'Emma de Elche o el centro deportivo Arena de Alicante; y proyectos de "Labor", que presentan la evolución de los lugares de trabajo hacia la eficiencia, como ocurre con la Alcaldía de Benidorm o la clínica dental Mariola Jordá de Alcoy. El repaso a lo más granado del interiorismo alicantino se completa con intervenciones temporales en ferias o iniciativas caracterizadas por el impacto visual propio de su inmediatez, como fue la exposición "La faz de la eternidad" en la basílica de Santa María, la Concatedral de San Nicolás y el Monasterio de Santa Faz.

Con esta iniciativa, los diseñadores de interior quieren acercar a la sociedad alicantina su profesión y su trabajo en la última década a través de ideas en las que destaca "el protagonismo del Mediterráneo, los elementos naturales propios de esta tierra y la presencia de la luz, gracias al uso de cristal y elementos diáfanos", explicó Carmen Baselga, presidenta del Colegio de Interioristas de la Comunidad. En cuanto a las tendencias, dijo que pese a la influencia mediterránea "somos capaces de hacer proyectos con un lenguaje global a la altura de cualquier otro país de Europa y más vanguardistas que en otros puntos de España". Lo habitual, concluyó, es que los interioristas utilicen para sus obras materiales cálidos y familiares como el mármol en Alicante o la cerámica en Castellón.