Dibujando ranas, aviones o huesos en el ordenador, los alumnos de Secundaria del Instituto San Blas de Alicante logran incluso complicados diseños y simetrías similares a los de las celosías de la Alhambra mientras estudian geometría y álgebra. Su creatividad llega al extremo de que han logrado el primer premio nacional sobre experiencias en el aula que concede el Instituto GeoGebra.

Con el programa informático que les facilita su profesor, José Antonio Mora, aprenden las Matemáticas investigando las formas geométricas con su portátil y practicando a través del diseño de azulejos. La iniciativa, original de por sí, concluyó con un taller de pintura en el Mueso de Cerámica de Onda donde llevan a la práctica sus creaciones .

"Creamos formas geométricas con el ordenador. Investigamos posibles simetrías a partir de las fórmulas y, según lo que emplees, puedes hacer paralelas, rombos, una gran variedad de formas con las que creas diseños de baldosas que pueden ser muy complicados". Cristina Camarero es una de las alumnas cuya práctica le ha hecho acreedora de este primer premio. "Aprendes mucho, incluso hacemos los exámenes por primera vez con ordenador, pero al principio resulta mucho más difícil de lo que parece".

Laura Romá asiente enérgicamente a las palabras de su compañera, dice que personalmente les costó "muchísimo pillarlo" porque es un forma muy diferente de estudiar las Matemáticas, pero que el resultado es "muy positivo" porque "este método nos hace descubrir cosas".

Del suspenso al sobresaliente

Una vez que los estudiantes aprenden los distintos movimientos del cursor sobre la superficie en la que trabajan la geometría y el álgebra, "empiezan a salirnos nuevas figuras utilizando la cabeza, es como si crearas algo por ti mismo y la imaginación se desarrolla mucho más". Alejandro Espino suspendía las matemáticas hasta que empezó a desarrollar sus cualidades de artista con el programa que imparte el profesor Mora.

El curso pasado sacó un 9, participó en el concurso nacional y asistió con sus compañeros al Museo de Cerámica de Onda donde remataron su aprendizaje pintando a mano las baldosas. "Fue lo mejor de todo y aprendes de verdad, no se te olvida nunca más", añade Alejandro.

Para todos ellos su profesor es "el mejor", pero los primeros meses del curso les pareció un suplicio: "No estábamos acostumbrados y al principio bajamos las notas en general. Lo que pasa es que después avanzamos un montón en poco tiempo y ahora, en Bachillerato, prácticamente vivimos de lo que sabemos porque alcanzamos un nivel muy alto", apunta Héctor Toledo.

Todos ellos reconocen que el primer examen fue "el hostión". Cristina concreta que nunca había suspendido ninguna asignatura y que fue la primera vez que cateaba, "pero después el pillas el tranquillo y mola mucho más esta forma de trabajar".

Aprender a estudiar por ellos mismos es lo que más valoran de esta experiencia, y convertirse en investigadores a través de las nuevas formas que van logrando, gracias al conocimiento adquirido de las fórmulas geométricas, les hace sentirse importantes.