El colegio público El Palmeral de Alicante ha socializado todo el material escolar, incluidos libros, cuadernos, lápices y estuches para el uso colectivo del alumnado, reduciendo de forma significativa el coste para las familias y las envidias entre los niños por cuestión de marcas, ya que todos emplean los mismos útiles e incluso del mismo color.

"Es ideal, lo más barato y cómodo para los padres", opina Eduardo Corredor, presidente de la asociación de padres implicada al cien por cien en esta iniciativa pionera sobre la que varios centros han solicitado las pautas, con la intención de tratar de implantarlo a su vez.

En El Palmeral, ubicado en el distrito de San Gabriel, cada familia paga 30 euros al inicio del curso, dinero con el que cubren la totalidad de los gastos de material de su hijo hasta que acaban las clases en junio.

El coste medio sólo del material en el resto de los colegios ronda los 80 euros por niño para el curso, a los que sumar otro tanto para completar el precio de los libros de texto porque no se llega con los 117 euros del bono que subvenciona Educación. Pero también tienen que incluir en la cuenta final el coste de las excursiones u otro tipo de actividades que se hagan a lo largo del curso.

"En este colegio se compra todo para todos con los 30 euros por cabeza: flautas, lápices, gomas e incluso las excursiones porque con el tiempo se consigue ir ahorrando y se abarata todo mucho más", explica Corredor.

Con este sistema de socialización del material escolar los estudiantes aprenden también a cuidarlo "porque las negligencias se pagan". De forma que si se estropea un libro, el culpable lo tiene que reponer. Este curso han logrado por primera vez socializar la totalidad de los niveles educativos para cerca de 500 alumnos y desde la dirección destacan que la reposición por deterioro de algún texto ha disminuido desde un 15% a tan sólo un 3% "porque los alumnos aprenden co esta práctica a cuidarlos mucho más".

También la totalidad de los profesores están implicados en esta puesta en común por lo que dedican un tiempo extra al de su ocupación puramente profesional para ajustar lo más posible el precio de los libros que van a pedir.

Educación en valores

Las familias de San Gabriel, un barrio de clase trabajadora, trasladan también a sus casas las normas que los niños aprenden en clase para el uso del material socializado. "En casa cada uno hará lo que quiera, pero cuando trabajas en clase de una forma determinada acaba por convertirse en una costumbre", precisa el director del colegio Fernando Fernández. "Los alumnos comparten y valoran todo el material y eso se traslada hacia un respeto y cuidado general por todo lo que hay en el centro", asegura.

La compra colectiva de todos los útiles la gestiona la asociación de padres, con un representante encargado de cada ciclo educativo. Como se hace al por mayor consiguen un mejor precio global hasta el punto de que incluso las fotocopias que piden los profesores se gestionan con los mismos fondos.

El que lo rompe o lo pierde, lo paga

La socialización de los libros exige a los alumnos una serie de normas de obligado cumplimiento: no se puede escribir en ellos ni estropearlos, porque el que rompe o raya, paga, tienen que forrarlos desde el primer día -la cuota familiar incluye los forros-, y los más pequeños tienen que poner su nombre en los lápices porque se penaliza al que los pierda. En el aula se deja todo guardado, en cajoneras los libros y en botes de colores y estuches -que también compra el centro - las pinturas y lapiceros. Las camisetas para ir de excursión están incluidas y para los más pequeños, gorras con su nombre.