Durante tres meses al año, Miguel Ángel Martínez tiene la oportunidad de ejercer su verdadera vocación como auxiliar de enfermería. Su grado de discapacidad, de un 72% por faltarle su mano izquierda, no ha sido impedimento para que desde 2001 la Conselleria de Sanidad le haya estado "contratando todos los años entre julio y septiembre, a través de la bolsa de empleo, para cubrir las vacaciones de verano en diferentes hospitales y centros de salud".

Nueve años de trabajo estival ininterrumpido hasta el pasado mes de junio, cuando el Hospital de Sant Joan le declaró, pocos días antes de que empezara a trabajar, "no apto" para el puesto de auxiliar de enfermería "debido a un problema físico que le dificulta la realización de parte de sus tareas". Previamente a esta decisión, la dirección de Enfermería solicitó un informe al Servicio de Prevención de Riesgos Laborales de Sanidad, que calificó a Miguel Ángel como un trabajador "apto con limitaciones, por lo que su puesto necesitaría ser adaptado". Martínez se siente "discriminado porque se basan en mi discapacidad para rechazarme, tratándose además de un organismo público". Miguel Ángel ha presentado "una denuncia contra el Hospital de Sant Joan", así como una queja ante el Síndic de Greuges. "Sólo quiero que los responsables sean sancionados y que a mí se me ingrese el dinero que hubiera percibido este verano". Este trabajador llevó su caso al Servicio de Régimen Jurídico de Personal de la Conselleria, quien dio la razón al Hospital argumentando "que es imposible" adecuar su puesto de trabajo, ya que sus funciones "implican en todos los casos la movilización y atención de pacientes, traslado de equipos, uso de mobiliario y equipamiento específico". Miguel Ángel recuerda que lleva desde 2001 desempeñando "puestos similares en el Hospital General, en el de San Vicente, en el centro de especialidades de Babel y en el propio Hospital de San Joan durante dos años sin que nunca se me hayan puesto pegas".