Madre no hay más que una, y si no que se lo digan a Lucía, Elena, Javier o Lasen, alumnos discapacitados que hasta ayer permanecían en casa porque no tenían profesor y que, a las 24 horas de que salieran sus madres a protestar, han conseguido volver a clase. "Es una pena que se tenga que recurrir a este tipo de acciones -confesaba ayer Paloma Arroyo, madre de Lucía- pero bienvenidas sean cuando es por algo así".

Ya en el aula del Instituto 8 de Marzo, Lucía y Elena se mostraban locas de alegría "porque se sienten queridas, conocían a la maestra de Pedagogía Terapeútica desde hace tres años, en su colegio, y desde el primer momento se han preocupado en el centro por integrarlas" comentaba Paloma, tanto o más contenta que su hija.

Aunque todavía quedan algunos flecos que ajustar en la situación de estos alumnos, porque el transporte escolar no funcionó ayer todo lo bien que era de desear y tanto Lucía como Lasen se quedaron inicialmente en tierra, las madres estaban muy agradecidas a la inspección educativa, que se personó en el centro hasta ver a los niños finalmente escolarizados.

"El inspector ha cumplido. Ayer dijo que ya tenían profesor y hoy no ha parado hasta que lo han tenido". A primera hora, a las nueve, no las tenían todas consigo. En el instituto no estaba la maestra correspondiente, aunque intentaron que les diera clase la pedagoga asignada al centro de Secundaria. A media mañana llegó la profesora y estrenaron el aula, "perfectamente dotada y nueva, no se puede pedir más", decían las mamás.

También se ha gestionado desde el instituto que estos alumnos pasen a pertenecer al centro de Secundaria y no al anterior de Primaria, para evitar nuevos problemas administrativos. El fallo del transporte lo consideraban las madres el "menor de los males" porque la escolarización de sus hijos era lo que más les preocupaba y lo han logrado.