Los casos de corrupción que azotan de norte a sur al PP autonómico, con Carlos Fabra, Francisco Camps con Gürtel y Joaquín Ripoll con el "caso Brugal" como protagonistas han terminado por alejar a Mariano Rajoy de la Comunidad. En el último año, de hecho, sólo ha pisado el terreno en una ocasión. Fue el pasado mes de marzo, durante la celebración de las Fallas. El mapa de la agenda de Rajoy durante esos doce meses, sin embargo, revela un cambio de prioridades. El líder nacional del PP, empujado por las circunstancias, ha modificado por completo sus prioridades. Ahora ya no viaja, hoy sí y mañana también, a acompañar a Camps. Sin embargo, mantiene una amplia actividad en Madrid, el otro gran escenario de la trama Gürtel; y, sobre todo, se ha volcado en Cataluña, Andalucía, Castilla-La Mancha y Galicia, el feudo del emergente Alberto Núñez Feijóo.

Hubo un tiempo, tras las elecciones generales de 2008 y el estallido del caso Gürtel en febrero de 2009, en el que Mariano Rajoy no tomaba decisión alguna sin consultar con Camps. El jefe del Consell era su principal báculo para resistir tras su segunda derrota electoral frente a Zapatero. El líder de los populares valencianos lo salvó de las garras de Esperanza Aguirre y ofreció Valencia como sede del congreso nacional del PP, que llevaba casi veinte años sin salir de Madrid. Fue el momento de Camps. Mariano Rajoy fue reelegido pero el presidente de la Generalitat estaba detrás en todas las fotografías. Era, en ese momento, el barón territorial del PP con más peso político, con mayor capacidad de influencia y con un poder interno casi infinito. Rajoy venía a Valencia casi una vez al mes: a Gandía, a la cena de inicio del curso político, a cerrar el congreso regional del PP... Pero llegó Gürtel. Y con El Bigotes, el "amigo del alma" de Camps como aparece en las grabaciones del sumario, todo cambió. Poco a poco. Pero cambió.

A Rajoy le incomodaba tener que pisar un escenario en el que, al final, siempre tenía que acabar hablando de lo mismo: los casos de corrupción. Y eso se ha reflejado en las estadísticas. Con echar un simple vistazo a la agenda de actos de Mariano Rajoy durante el último año, el panorama queda despejado. La voluntad del presidente del PP queda retratada sin ambages. Un sólo acto en la Comunidad. Fue en Valencia. Durante las últimas Fallas. Y por casualidad. El presidente del PP estaba en la capital del Turia para una reunión sectorial de Economía y, de paso, al mediodía, compartió la "mascletà" con Camps. Esa es la única presencia de Rajoy en la Comunidad a lo largo de los últimos doce meses.

Con los datos encima de la mesa, el presidente del PP visita al jefe del Consell con igual frecuencia, una vez al año, que al líder de los populares en Extremadura, una autonomía bajo mando socialista desde que se aprobó su Estatuto en la década de los 80. Por contra, Mariano Rajoy se ha volcado con el mencionado Núñez Feijóo en Galicia con un total de siete visitas; una decena de actos ha protagonizado en Madrid; una docena en Castilla-León con María Dolores de Cospedal; trece con Alicia Sánchez Camacho, la dirigente del PP en Cataluña; y 21 con Javier Arenas en Andalucía. Los datos, desde luego, no son una fría estadística. Ni de lejos. El cuaderno de ruta de Mariano Rajoy es revelador, obviamente, no sólo de la situación de Francisco Camps, pendiente de los tribunales por el caso Gürtel y con su antaño capacidad de influencia en Madrid reducida a la mínima expresión; sino también, por extensión, de todo el PP de la Comunidad Valenciana, lastrado por los casos de supuesta corrupción.

Desde esa visita de Rajoy en marzo a Valencia, además, las cosas han empeorado todavía más para los populares. Antes del verano, el juez Antonio Pedreira remitía a Valencia desde el TSJ de Madrid la pieza principal de la ramificación del caso Gürtel en la Comunidad, en la que se cita a Camps y se habla, entre otras cosas, de supuestos delitos de cohecho o financiación ilegal del PP; y el Tribunal Supremo, por unanimidad, reabría el caso de los trajes, ahora pendiente de las últimas testificales para fijar la fecha del juicio oral. Más tarde, los tribunales aceleraron uno de los procesos contra Carlos Fabra, pendiente de sentarse en el banquillo. Y en julio, la Policía registraba la Diputación y detenía a Joaquín Ripoll, imputado por cinco graves delitos. Llegaba Brugal... y Rajoy sumaba así un motivo más para alejarse de la Comunidad.